Maternidad y reguetón

El alma de 'Ema' es Mariana di Girolamo, una actriz chilena de 29 años cuyo rostro vio Larraín en el periódico. Quedó con ella en un café y diez minutos después ya le había ofrecido el papel protagonista. «Pensé que era una mujer muy enigmática, con un poderoso misterio, y que tenía muchos niveles, intelectuales, físicos y sensoriales», argumenta el director. «Mariana hace algo muy potente con Ema, porque ella se convierte en vehículo de esa electricidad punk que la película tiene y guía al espectador por un camino desconocido que es sorprendente y desafiante».

Presentada a concurso en la sección oficial del Festival de Venecia, 'Ema' no juzga a sus protagonistas: ni al tempestuoso coreógrafo que interpreta Gael García Bernal, ni a la bailarina que se siente parte de la cultura urbana del reguetón. Todos los personajes se relacionan libremente a través del sexo, reflejo de una generación que Larraín dibuja sin ataduras en los nuevos modelos de sexualidad y familia. Hay algo hipnótico y liberador en los movimientos de cadera de Mariana di Girolamo, con su chándal poligonero y su pelo teñido de rubio platino. Su perreo, su lascivia, su maldad, resultan tan atractivos como ese Valparaíso fotografiado con luces de neón y colores de pastel, donde los lanzallamas y las mangueras de los bomberos disparan al cielo.

Larraín, de 43 años, confiesa que odiaba el reguetón hasta que Nicolas Jaar, autor de la banda sonora, le convenció mostrándole la lista de las diez canciones más escuchadas en Chile y el resto de Latinoamérica: todas de reguetón. «He acabado disfrutándolo», admite.