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El dinero lo pudre todo, especialmente cuando llega sin avisar. El ser humano es víctima de su propia avaricia en más de una historia de ficción, aunque la realidad puede superar cualquier relato cuando se trata de explorar el lado más oscuro de nuestro comportamiento. ... 'Si yo fuera rico', remake de la producción italiana 'Ah, si yo fuera rico', de Gérard Bittony Michel Munz, parte de una idea manoseada que siempre funciona en el ámbito audiovisual.
A un sujeto corriente le toca la lotería, 25 millones de euros, pero no puede contarlo a nadie porque está en proceso de divorcio y no quiere quedarse sin un buen pico hasta que la separación se firme. Así, se ve en la tesitura de vivir la situación con discreción o volverse loco. Dirige Álvaro Fernández Armero, cineasta madrileño adicto a la comedia que debutó a mediados de los años 90 con 'Todo es mentira', después de arrasar con el corto 'El columpio' -en ambas propuestas salía Coque Malla-, y últimamente se dedica a la televisión: lo mismo firma un capítulo de 'Allí abajo' que la descacharrante serie 'Vergüenza', cuyo humor políticamente incorrecto poco tiene que ver con esta película protagonizada por Álex García ('La novia'), rodada entre Asturias y Madrid. «Es una comedia romántica sin que lo parezca», señala el director de 'Nada en la nevera' y 'El arte de morir'.
«Es una comedia de amigotes sin resultar cargante en ese aspecto. ¿O es una comedia de enredo sobre las dificultades de disimular que uno es asquerosamente rico?». Sea lo que fuere no es difícil adivinar cómo se desarrolla este filme de personajes que apuesta por el conflicto y la sucesión de enredos, coprotagonizado por Alexandra Jiménez, Adrián Lastra, Diego Martín, Bárbara Santa-Cruz, Paula Echevarría y Jordi Sánchez, entre otros rostros habituales de nuestra cinematografía, incluyendo una colaboración especial de Antonio Resines.
«Sé que es algo arriesgado decir esto», continúa Armero, «pero la realidad es que he tenido casi todo lo que he necesitado para contar esta historia. No solo tiempo y recursos, también apoyo y energía por parte de mis productores. Por eso, maldita sea, me han dejado sin la posibilidad de echarles la culpa en el caso de que la película no guste». La respuesta, en las salas.
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