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Tiempos convulsos para el creador audiovisual actual, sometido a la dictadura de su propio público, por obra y gracia de las redes sociales. Arde internet cuando los fans recalcitrantes de un determinado producto no están contentos con el resultado. No es exactamente como lo habían ... imaginado, hasta el punto de protestar en tromba para que sus exigencias sean escuchadas ante el terrible desaguisado que ven sus ojos. Un ejército de haters defiende, con más ruido que enjundia, el único camino posible, el que guía sus pasos. Las franquicias sufren especialmente con el ataque de estos adalides de la pureza artística que no aceptan fácilmente cualquier detalle que se salga del esquema preconcebido que habita en sus cabezas. Su indignación es tal que exigen sin miramientos que se cambie el final de una serie o el artista principal de una película.
Por desgracia, hay quien les da la razón, por miedo a vender menos entradas o perder audiencia, no puede comprenderse de otra manera. Los aficionados a las historias de superhéroes, que no las historietas, están encantados con el lanzamiento de 'La Liga de la Justicia de Zack Snyder', el Snyder Cut al que tienen que aplaudir, les guste o no, al haberse erigido como el símbolo de su victoria. Orgullosos escriben tuits como si hubieran ganado una batalla, halagando por anticipado un montaje del director que puede significar un buen agujero en el bolsillo de Warner. El estreno, publicitado como el evento cinematográfico del año, un piropo harto discutible, solo se puede entender como una maniobra de HBO Max para ganar suscriptores, aparte de pagarle el capricho al irregular Zack Snyder -hablamos de muchos millones de dólares, difíciles de rentabilizar solamente en streaming-.
El responsable de la caduca '300', cuya estética infográfica ha envejecido fatal, tuvo que apearse del rodaje de la adaptación de la popular cabecera de DC Comics debido a una tragedia familiar. Su sustituto, el polémico Joss Whedon, al que toca «cancelar» (mírenlo en San Google), acabó el trabajo modificando algunos pasajes con material añadido. El resultado fue un fiasco del que solo se libraban las escenas con las bravas Amazonas, como en 'Wonder Woman 1984'. El personal se rasgó las vestiduras y el director encumbrado por la primera entrega de 'Avengers', por fin un tebeo de mamporros en movimiento, recibió la del pulpo, con lo cual tuvo que borrarse de Twitter. Al parecer, la única salvación era dar un paso atrás y «borrar», una peligrosa tendencia en auge (se nos ha olvidado de golpe el dolor de cabeza que provocó George Lucas revisando la trilogía clásica de 'Star Wars'). Al carajo 'Liga de la Justicia', ¡menudo disgusto! Toca volver a cocinar la paella con similares ingredientes y algún añadido, recalentar el plato para el deleite de paladares inconformistas, añadir cebolla a la tortilla en vez de quitarla, y de paso sumarle chorizo y morcilla.
Cierto es que la versión extendida de 'Batman v. Superman', tan delirante que atrapa, una ultimate edition con material extra, mejoraba el infravalorado filme de Snyder, pero su remodelación de 'Liga de la Justicia' -en su día iba sin el «La»- se antoja una respuesta peligrosa al capricho de un puñado de gritones que se mueven en Internet como si fuera su coto de caza privado, arremetiendo contra todo aquello que no cumple con sus requisitos mentales. El Snyder Cut, de entrada, dura la friolera de cuatro horas, el doble que su predecesora, lo que ya es mucho pedir al espectador. Aquellos que se quejaban de la duración de 'El irlandés', ¿dónde están ahora? El esfuerzo delante de la pantalla es excesivo en los tiempos que corren, donde la capacidad de concentración está en peligro de extinción.
A esta primera impresión se une cierta sensación de engaño debido a que se han filmado secuencias adicionales que, claramente, no estaban previstas en su día. Aquí hay truco, como cuando Ridley Scott metió en su corte final de 'Blade Runner' un plano de 'Legend', rodada con posterioridad. El abuso en la post-producción es notable y este exceso hace vibrar la barrera generacional. Donde algunos ven un despliegue fascinante de efectos visuales otros apartamos la vista ante el espeluznante empacho de CGI. Hay partes que parecen, directamente, extraídas de un videojuego. No hay que tomarse en serio una producción de estas características para disfrutarla, algo que no todos los fanáticos de esta genial pirueta de marketing comparten. Prejuicios aparte, Snyder lo tenía fácil para mejorar la propuesta del creador de 'Buffy, cazavampiros', al que ha propinado un correctivo, quizás innecesario, que agita las redes. Ha parcheado la chapuza de su otrora colega a base de ordenador, rescatando imágenes descartadas de su propio trabajo nutriendo un metraje excesivo, difícil de digerir del tirón. El énfasis y la arbitrariedad en el uso de los efectos de sonido es algo exasperante, y no duda en recurrir al lenguaje del videoclip, a la cámara lenta con temas emotivos de fondo, para dar un aspecto pretendidamente poético a escenas que se alargan demasiado.
Quizás 'La Liga de la Justicia de Zack Snyder' responda al actual modelo de consumo audiovisual. Habría que ver en las estadísticas de la plataforma en streaming con cuántos parones, y en cuántas partes y jornadas, se traga este invento el espectador multipantalla, por muy entusiasta que sea. Sigue sin haber humor voluntario en este proyecto Frankenstein, una pieza mastodóntica de ardua asimilación si no estás en la onda, abrumado por la extrema motivación. Con este tipo de «eventos audiovisuales» está pasando como con el fútbol: importa más en la prensa deportiva el chascarrillo y lo que se cuenta y presupone antes del partido que el propio resultado. HBO Max, además, ha puesto a disposición del usuario las dos versiones del film a la vez, para hacer una comparativa y quemar más tiempo de ocio doméstico, aunque nos podemos ahorrar el trago tirando de videos de YouTube donde otros ya han hecho el trabajo, completamente gratis, con montajes caseros ad hoc y los famosos videos de «final explicado».
Entre las sugestivas aportaciones del renovado relato superheroico, que las hay, cabe citar una mayor profundización en algunos personajes, sobre todo Cyborg, que merecía su espacio -aquí tenemos 242 minutos-, y una mejorada recreación de algunas escenas de lucha en pos del espectáculo. Certificado que Ben Affleck es el mejor Batman posible, un símbolo a reivindicar, a la espera de Robert Pattinson. Una pena que no podamos disfrutar de una aventura del Hombre Murciélago bajo su dirección. La fotografía sombría, marca de la casa, es digna de despertar filias y fobias, con momentos prácticamente en escala de grises. No es obligatorio comprar la estética de Snyder, algo pasada de vueltas, aunque hay que agradecer sobremanera al audaz cineasta que haya colado el formato 4:3 a la chavalada, un gol por la escuadra, también a a Warner, digno de estudio (¿qué hubiera ocurrido en las salas?). Las expectativas que ha generado esta inusual apuesta es lo más loable, se moneticen o no. La recomendación más sincera posible es ver la película por entregas, a modo de serie, como en su día algunas mentes preclaras proponían con 'El irlandés'. Aquí sí tiene todo el sentido. De hecho, está divida en seis partes con los letreros correspondientes.
Después de este delirio autoral, rayando la egolatría, que va más allá del director´s cut de toda la vida, asentando un terrible precedente, a ver con qué nos deleita Zack Snyder con el inminente siguiente paso en su carrera, el estreno de 'Army of the Dead', cine de acción con zombis disponible directamente en Netflix el mes que viene. Probablemente aquellos que le han encumbrado estos días tuerzan el morro, por dar sentido a su existencia en las redes. Recordemos que su remake de 'Day of the Dead' contaba con un inicio brutal que enamoró a Tarantino y la película sacó nota alta incluso entre los ultrafans de George A. Romero y la cinta original de muertos vivientes. Esperemos que la jugada del Snyder Cut no anime al personal a exigir cambios en toda obra comercial que no convenza a la opinión pública, aunque la solución definitiva podría ser que el propio internauta modifique a su antojo lo que le plazca en su casa, con su ordenador, según sus parámetros, mientras devora pizza, cheetos y bebidas energéticas. Hay maquinones en el hogar, auténticas estaciones de control que pueden hacer virguerías pixel a pixel... y gente con mucho tiempo libre y ganas de «arreglar», a su manera, los desastres audiovisuales del nuevo milenio. Hay quien ya emplea su día a día en estos apabullantes quehaceres, como si no hubiera nada mejor para combatir el tedio. ¿Lo hay? Es la hora del espectador interactivo, con los pros y contras que ello conlleva. Por cierto, ¿qué tal dormirá estos días Mr. Whedon?
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