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Lauren Bacall en 'Tener y no tener'.
Lauren Bacall, estrella a los 18 años

Lauren Bacall, estrella a los 18 años

Iconos femeninos ·

Debutó con 'Tener y no tener', logrando una gran interpretación perfectamente identificada con el universo del cine negro género por el que se movería como pez en el agua

Miércoles, 1 de julio 2020

Betty Joan Perske, conocida como Lauren Bacall (Nueva York, 1924 – Nueva York, 2014), irrumpió en el cine con 18 años convertida ya en estrella. De niña quería ser bailarina, pero después se enamoró de tal modo de la interpretación que luchó por destacar como actriz. Estudió primero periodismo y, después, en la Academia Americana de Arte Dramático de Nueva York y en un Instituto que la capacitó para hacer sus primeros pinitos en los montajes del 'Off Broadway'. Con diecisiete años se empleó de acomodadora (cualquier cosa, con tal de estar en el teatro), y conoció entonces a Gregory Peck, que estaba empezando en Broadway, una amistad perduró hasta la muerte del actor.

Lauren Bacall fue modelo y hasta logró la portada en una de las revistas más populares de Estados Unidos, la prestigiosa 'Harper's Bazaar'. Fue precisamente la esposa de Howard Hawks, que vio allí sus fotos, la que le pidió a su marido que le hiciera una prueba. El resultado no fue ni fulminante, ni del todo positivo. A Hawks no le agradó su voz demasiado atiplada y nasal. Pero ella no se dio por vencida y estuvo dos semanas recibiendo clases y haciendo ejercicios para cambiar el tono y la colocación de la voz; de tal manera que cuando volvió hizo derroche de ese tono ronco y profundo que le caracterizó y la hizo tan peculiar. Finalmente, Howard Hawks le dio el papel de Marie Browning, «la flaca» en el thriller 'Tener y no tener' (1944). Tenía 18 años, cobraba 125 dólares a la semana, un sueldo más que discreto para cualquiera, pero era la gran protagonista femenina de la película, dando la réplica al mítico Humphrey Bogart. Logra una gran interpretación perfectamente identificada con el universo del cine negro, género por el que se movería como pez en el agua.

Bacall y Bogart se casan el 21 de mayo de 1945. Tuvieron dos hijos: un chico, Steve, por el personaje que encarna Bogart en 'Tener y no tener', y una chica, Leslie, por el actor Leslie Howard, que ayudó a Bogart en sus inicios, y vivieron una de las más emblemáticas historias de amor de Hollywood. 'Tener y no tener' fue sólo el primero de los títulos que la pareja protagonizó; luego llegó otro, con Howard Hawks de nuevo, la inmensa 'El sueño eterno' (1946), la más interesante de todas las que hicieron juntos. Mientras Bogart rodaba una película detrás de otra, Bacall sólo hacía una al año, eso sí: cada cual más esperada por el público que la anterior. En 1947 protagoniza otra intriga, 'La senda tenebrosa' y en 1948 'Cayo Largo'. Quedaba demostrado que era la nueva reina del cine negro, que la atmósfera criminal le iba muy bien, mucho más que cualquier historia previsible. Pero eso no era del todo exacto ya que pronto demostraría su personal toque para la comedia y la sonrisa. En 1950 hace un drama romántico del siglo XIX, 'El rey del tabaco', trabaja sin su marido, junto a Gary Cooper. Va cambiando paulatinamente de registro hasta intervenir en 1953 en una comedia de Jean Negulesco, 'Cómo casarse con un millonario', compartiendo cartel con Marilyn Monroe y Betty Grable, un éxito que le confirma como estrella indiscutible del género, tras el que rueda otra comedia romántica 'Mi desconfiada esposa', con Gregory Peck, a las órdenes de Vincente Minnelli

Con Bogart lleva una vida muy activa, posicionándose en contra de la 'Caza de Brujas' que asolaba Hollywood, pero el actor fallece el 14 de enero de 1957 de un cáncer de garganta. Apenas doce años de matrimonio la marcaron para siempre. La actriz se repone del duelo trabajando sin cesar. Y pocos años después tiene un sonado romance con Frank Sinatra y se vuelve a casar con otro actor, Jason Robards. Además, triunfa clamorosamente en los escenarios de Broadway, lo que le permite regresar al cine por la puerta grande como dama madura, con títulos como 'Harper, investigador privado' (1966) al lado de Paul Newman. «Siempre antepuse mis dos matrimonios a mi carrera y desde luego que ésta se resintió. Pero no lo lamento. Hay que optar: si quieres un buen matrimonio tienes que empeñarte en ello; si quieres ser independiente, hazlo; pero las dos cosas a la vez, no; no se puede tener todo», diría la actriz. Pero las tablas le tiran y durante toda una década alterna cine y teatro, hasta que con 'Asesinato en el Orient Express' (1974) vuelve como la estrella que nunca dejó de ser.

Publica sus memorias, 'Por mí misma', y en sus últimos años recoge premios por medio mundo, entre ellos el Donostia de San Sebastián, donde accedió a hablar y fotografiarse con todo el mundo, siendo recordada como una de las estrellas más encantadoras que pasaron por el festival, y en 2009 un Oscar honorífico por toda su trayectoria. La actriz fallecería el 12 de agosto de 2014, en su casa neoyorquina como consecuencia de un derrame cerebral.

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