Krzysztof Zanussi: «Se piensa que la fe limita a los creadores, pero a mí me libera»

–En su filmografía abundan los profesionales de la ciencia enfrentados a sus convicciones filosóficas: físicos, médicos, arquitectos... ¿Qué película saldría de la amenaza que padecemos estos días con el coronavirus?

–El coronavirus es una epidemia, una experiencia de la humanidad que se repite cada cien años. El mundo laico de hoy no está preparado para considerar la existencia misma de la muerte. Por eso estamos teniendo una reacción histérica, olvidando que todos estamos condenados a morir. En términos metafísicos, la vida del individuo forma parte de una armonía universal. Si no, tenemos como alternativa el pensamiento de los existencialistas, para los que la vida no tenía ningún sentido. Según ellos, nuestra existencia es absurda. Ahora estamos pasando una prueba y la respuesta es de pánico.

–En su última película estrenada en España, 'Eter', el protagonista era un científico sin demasiados escrúpulos. ¿Cuál es el papel de la ciencia en este siglo XXI?

–Científicos, políticos y militares tienen las mismas obligaciones como ciudadanos. El protagonista de 'Éter' era producto del siglo XIX, del cienticismo, de una fe en la ciencia como solución a todos los problemas de la humanidad. Hoy sabemos que la ciencia tiene sus límites y que hay otros instrumentos para estudiar el mundo, no solamente la razón. Entiéndame, soy un gran admirador de la razón, pero no tiene la exclusividad del conocimiento de la condición humana.

–La razón por encima de todas las cosas.

–Así es. Tenemos una epidemia y hablamos solamente de la ciencia de los médicos, no del destino del hombre. La física clásica se basaba en el determinismo, pero con Einstein y la Teoría de la Relatividad regresa la noción del Misterio. Einstein mismo, presentándose como un hombre no confesional, pronunció en 1936 unas palabras importantes: 'Quien no ve el Misterio está ciego'.

–Usted sostiene que sin espiritualidad no hay cultura.

–Sí, es una opinión que defendemos una minoría. Pero puede ser que una minoría tenga razón.

–Su cine se dirige a la razón, huye de la «infección sentimental» de la que hablaba Buñuel. En esta época nos guiamos por los sentimientos y no por las ideas, de ahí que votemos con resultados catastróficos.

–Los sentimientos nunca pueden jugar un gran papel en la política. Ser sentimental a la hora de votar es un gran error. Nuestros sistemas políticos son muy primitivos. No tenemos una manera de expresar el nivel de nuestra ira, solo podemos votar sí o no. Por ejemplo, muchos británicos dijeron sí al brexit sin estar convencidos del todo. Tenemos un candidato y solo podemos votar a ese y no a otros. Parece un anacronismo en el siglo XXI que el derecho al voto sea incondicional. Además, uno debería probar que entiende lo que vota.

–Habla del brexit. El sueño de una Europa unida se ha resquebrajado.

–Bueno, Europa está más unida que nunca desde los tiempos de Carlomagno. La ausencia del Reino Unido es triste, pero no es una catástrofe, sino una modificación. Europa siempre fue continental. Vamos a ver cómo se desarrolla esta nueva organización.

–Usted fue buen amigo de Juan Pablo II y hasta le dedicó una película. ¿Qué piensa del Papa Francisco?

–Cuidado, porque hay 40 millones de polacos que se presentan como amigos de Juan Pablo II, ja, ja. He conocido a Juan Pablo I, Pablo VI y Juan XXIII, pero Juan Pablo II es el único que me conoció a mí, ja, ja. Francisco es un Papa muy importante para equilibrar las tendencias del cristianismo actual. Tiene un acento nuevo y original, la gente entiende a este Papa que no es filósofo ni teólogo ni administrador. Parece un hombre auténtico y demuestra pasión por ayudar a los desheredados. Como todos los Papas, también vemos sus debilidades.

–¿Usted sigue formando parte del Consejo Pontificio para la Cultura en el Vaticano?

–Sí, llevo desde hace veinte años. Mantengo con los obispos un diálogo unilateral. Cuando Juan Pablo II convocó la Comisión, pensó que el intercambio de pareceres iría en las dos direcciones, presentar la Iglesia al mundo de la cultura y viceversa. Hablo con obispos de todo el mundo y con muchos cardenales, y observo que están tan lejos del mundo de la cultura... No les interesa. Este divorcio por el que la Iglesia no espera nada de la cultura dura ya un siglo. Y la cultura está totalmente liberada de la inspiración cristiana y religiosa. Francisco quiere modificar esta Comisión, tiene mucho trabajo por delante.

–No hay muchos creadores que se reconozcan católicos.

–Es un prejuicio. Se piensa que la fe limita, pero a mí me libera. La fe no es un hecho estático, no puedo guardarla en el frigorífico. Es un proceso dinámico, un contacto con el Misterio y una gran inspiración para un artista. Todos los creadores que tienen contacto con el Misterio tienen una buena inspiración, si no, solo observaríamos la superficie de la realidad. El arte puede descubrir esas otras realidades escondidas.

–¿Piensa en el legado que deja con sus películas?

–No. Yo siempre pienso en el futuro. Ya sabe, los artistas somos egocéntricos y narcisistas. Nos miramos en el espejo demasiado. Procuro no mirar mi trabajo pasado y pensar en el futuro, no quiero que los críticos se queden sin trabajo.