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José Luis Rebordinos (Rentería, 1961) ha extraído una conclusión de su reciente estancia en los festivales de Málaga y Venecia: «Es muy difícil conseguir que el público cumpla las normas». San Sebastián lo intentará desde el próximo viernes en la edición más complicada de la ... historia del certamen, la décima que dirige el incansable Rebordinos, que pide paciencia a donostiarras y visitantes en pleno rebrote de la pandemia.
–¿Duerme por las noches?
–Perfectamente. Estoy muy animado, tengo muchas ganas de que se vean las películas. Creo que es importante esta defensa del cine en las salas, hemos vivido unos meses en los que los festivales on line eran la única realidad. Todo el mundo los mitificaba, sin tener datos reales. Y yo los tengo, nadie habla de la media de minutos por visionado. Ojo, no estoy en contra del on line, pero festivales como Cannes, Venecia, Berlín o nosotros tenemos que ser presenciales. A pesar de la pandemia estamos demostrando que se pueden hacer. Lo peor ya ha pasado, hubo un momento hace quince días que parecía que no se podía celebrar.
–¿Qué enseñanzas prácticas ha sacado de Málaga y Venecia?
–Una fundamental: es muy difícil conseguir que el público cumpla las normas. He estado en dos festivales con las normas muy bien indicadas, pero he visto muchas conculcaciones por parte de la gente. Y en San Sebastián pasará lo mismo, es muy complicado. Ponerse la mascarilla en las salas, las salidas y entradas sin aglomeraciones… En Venecia veías a la gente agolpada en el muro que tapaba la alfombra roja, muchas más personas que las diez que se permiten en Euskadi. Tendremos que tener mucho personal en los cines y en la calle, policía, seguridad… Hay que evitar las aglomeraciones.
–Asegura que, pese a todo, el déficit en el presupuesto del festival será pequeño.
–Todo es una incógnita, pero yo calculo que no habrá o como mucho será de 200.000 o 300.000 euros en un presupuesto que pasará de los 7 millones. No es un gran déficit. El problema vendría si no se celebrara el festival ahora.Entonces la debacle económica sería brutal, porque perderíamos el 100% de la taquilla, los sponsors y la publicidad, lo que implica un 42-44% del festival.
–¿Por qué empeñarse en celebrarlo?
–Solo hubo un momento en abril en el que nos planteamos qué hacer. Vimos que Cannes no se iba a celebrar y no sabíamos cuánto iba a durar el confinamiento. Si hubiéramos suspendido entonces el déficit habría sido muy pequeño, no habría hecho falta gastar los 4,4 millones que ponen las instituciones. Pero entonces no hubiera habido ninguna inversión en la ciudad: hoteles, restaurantes, empresas de publicidad… Ni la gran fiesta económica y cinematográfica que es el festival. Yo en todo momento tengo claro que hay que hacerlo para poner en marcha la ciudad, darle vida. Hablo con el presidente del consejo de administración, que es el alcalde, Eneko Goia, y le digo que se puede hacer. Él me animó, como ocurrió con los otros festivales que se han celebrado y que son motores económicos de San Sebastián: la Quincena Musical y el Jazzaldia. Creo que acertamos con la decisión.
–Casi no habrá estrellas, no se celebrarán fiestas, la alfombra roja será invisible para el público… Las películas serán las reinas del festival.
–Esperamos un par de estrellas de Hollywood que siguen confirmadas; además, ya están en Europa, aunque en algunos países les piden cuarentena y no pueden cumplirla porque después tienen un rodaje. El 'star system' español será muy fuerte, están confirmadas muchísimas presencias. Habrá también estrellas europeas. El público no va a poder disfrutar de ellas, estarán para los medios de comunicación y las volcaremos en las redes sociales. Ocho festivales hemos reivindicado en Venecia que el mejor sitio para ver una película es un cine. No quiero que se me entienda mal, no estoy en contra de las nuevas tecnologías. Si San Sebastián no se pudiera celebrar de manera presencial no se haría on line. Las actividades de la sí serán on line, conectando a gente de todo el mundo.
–Al público donostiarra que llena todas las sesiones le toca tener paciencia este año.
–Sí. Y también le va a tocar echarnos una mano. El público de San Sebastián siempre ayuda al festival y estoy convencido de que sabe cuál es la situación y vamos a tener más solidaridad que nunca. El que veía diez películas podrá ver dos. Y el año que viene recuperaremos el festival que conocemos.
–¿Cuántos invitados y periodistas vendrán este año?
–A día de hoy, tengo la impresión de que habrá un 40 o 50% de acreditados menos que el año pasado. Aunque todavía muchos de ellos no han confirmado su presencia. Dependerá mucho de cómo evolucione la pandemia en España.
–Estaba claro que Woody Allen, a sus 84 años, lo tenía complicado para venir a la inauguración.
–Es curioso, hasta hace unas tres semanas él estaba convencido de venir. 'Rifkin's Festival' es una película muy querida para él, quería presentarla. Se conectará a la rueda de prensa vía 'on line'. Los equipos americanos, asiáticos y latinoamericanos será muy difícil que puedan estar.
–¿Podía soñar con que Woody Allen ambientara una película en el Festival de San Sebastián? Hasta en el póster del filme aparece el nombre y la imagen gráfica del certamen. Todo un lujo.
–Es un lujo para el festival y la ciudad. Esa película va a dar la vuelta al mundo y dentro de cien años la seguirán viendo los cinéfilos. Tenemos que estarle muy agradecidos a Woody Allen, es un honor.
–¿Qué imagen da la película del festival?
–La imagen de la ciudad es increíble, maravillosa. El festival parece un poquito más pequeño de lo que es, porque no deja de ser una ficción que recrea algunos espacios. Me da mucha pena, porque en condiciones normales se podría haber proyectado en el Velódromo para toda la ciudad, una fiesta con 3.000 personas. Realmente va a subir la moral a la gente, va a salir muy contenta de verla. Nos gusta mucho inaugurar con un grande y clausurar con otro como Fernando Trueba ('El olvido que seremos').
–Usted aparece en el filme de Woody Allen.
–Sí, tengo un plano maravilloso, una gran interpretación, ja, ja. Sin frase. Aparezco detrás de Gina Gershon y Louis Garrel en el Victoria Eugenia. Primero me dijeron que era un día entero de rodaje en agosto pero no podía. Al final estuve solo tres horas. Fue muy bonito ver trabajar a Vittorio Storaro, que se pasa mucho tiempo preparando el plano. Después viene Allen y rueda dos tomas.
–Viggo Mortensen es un dignísimo Premio Donostia.
–Es un gran artista. Actor, pintor… Y viene con su primera película como director, 'Falling'. La vimos en Sundance y nos gustó. Además, tiene una interpretación maravillosa suya y de Lance Henriksen, que hace de su padre.
–¿Tiene la sensación de que en estos meses de pandemia las plataformas de internet han conquistado un terreno que en otras circunstancias les hubiera costado dos o tres años alcanzar?
–Yo creo que ese proceso empezó hace tiempo, cuando los dispositivos electrónicos permitieron ver películas en 'streaming' con calidad. Estoy convencido de que tarde o temprano las películas se estrenarán al mismo tiempo en cines y 'on line'. Lo que ocurre es que las salas no han tenido tiempo para negociar las condiciones e ir cambiando los porcentajes, todo se está produciendo de manera rápida y desorganizada. No estoy en contra de las plataformas, me permiten recuperar películas que no he podido ver en salas. Pero todo eso tiene que regularse, no puede acabar con los cines. Si las salas sacan una película al mismo tiempo que una plataforma, tendrán que tener otras condiciones en lo que pagan a las distribuidoras para poder sobrevivir.
auge de las plataformas
déficit en el presupuesto
'rifkin's festival'
–¿Teme por el futuro de las salas? ¿Se imagina San Sebastián sin los Trueba ni los Príncipe?
–El parque de salas se va a reducir en Europa de manera drástica. Ojalá no pase en San Sebastián, donde tenemos muchos espectadores y unas salas con una programación modélica. Pero no creo que los cines desaparezcan, seguirá habiendo espacios para ver películas juntos con el ritual de la oscuridad.
–Este va a ser el festival de 'Patria'. ¿Qué le parece la polémica que hemos vivido a cuenta del cartel?
– Yo respeto todas las opiniones, me parece muy bien que alguien considere esa imagen una equidistancia que no se debería producir. Lo que no comparto es que ahora, cuando a alguien le molesta algo, quiere que se censure. Hace años, cuando algo no nos gustaba lo discutíamos. El problema es que hoy la mitad de la sociedad le dice a la otra mitad lo que está bien y está mal. Yo he visto 'Patria' y me parece una serie sorprendente. No he leído el libro de Aramburu, pero la serie es muy buena y cuenta muy bien una historia donde no hay lugar a dudas sobre el respeto a las víctimas de ETA. Obviamente, relata que en este país se torturaba, porque en Euskadi todos sabemos que a finales de los 70 y primeros de los 80 se torturó sistemáticamente. Y eso no me impide pensar que ETA es una banda fascista y asesina, que nunca debió existir. Pero no voy a negar que tengo amigos que fueron torturados y que la Guardia Civil y la Policía Nacional se llevaban continuamente gente en mi pueblo y la torturaban. En la mayoría de los casos, personas que no tenían nada que ver con ETA. Y si eran de ETA me parece igual de disparate que fueran torturados. No neguemos la realidad. En la serie aparecen las torturas y las humillaciones por parte de la Guardia Civil a ciudadanos, es algo que he vivido yo en un control. Cuando algunos niegan algunas cosas no se dan cuenta de que los que estábamos en contra de ETA las vivimos. Parece que si dices que en Euskadi se torturó es que ETA tiene justificación. No. Es como si dices que ETA mató una barbaridad en los 80 y justificas el GAL, otra banda fascista y asesina con el agravante de que la creó el propio Estado. ¡Pedir el boicot a HBO! Hagamos una sociedad donde podamos estar en desacuerdo y aun así convivir con normalidad.
–¿No cree que el estreno de 'Patria' tendrá un efecto benéfico para los vascos, que será como una catarsis?
–Sí. La serie enseña algo muy bonito: que el dolor se reparte. Otra cosa es entrar a juzgar quién creó ese dolor. Yo he conocido a familiares de gente asesinada por ETA, pero también sé qué supone para un padre que está en contra de la violencia que su hijo sea un asesino de ETA. La violencia, al final, se lleva por delante a todos, a víctimas y verdugos. Obviamente, las víctimas inocentes son las que son asesinadas, no sus asesinos. 'Patria' cuenta el drama de muchas familias en Euskadi, enfrentadas por estar en dos bandos. Es estupendo que haya relatos sobre lo que ha pasado aquí, no puede haber solo un relato. 'Patria' cinematográficamente es muy buena y todo lo que cuenta ha pasado en este país.
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