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Si no te gusta el metal no vayas a una concierto de música heavy, porque como público no lo vas a disfrutar. Si no te va el cine de acción, no te acerques a 'John Wick 3: Parabellum', porque lo suyo es un festival ... de ultraviolencia desatada, coreografiada como el mejor John Woo, adaptada a los nuevos tiempos. Keanu Reeves vuelve a pegar brincos mientras aprieta el gatillo en un tercer episodio que pulveriza a los anteriores. Más, mucho más, y mejor, bastante mejor.
Solamente hay una pega, que para los seguidores de las andanzas de esta suerte de superasesino con traje y corbata puede ser todo lo contrario: queda la puerta abierta para más entregas. Las peripecias sanguinolentas de Wick, el exterminador, no acaban, y eso que venían de un cliffhanger mayúsculo puesto sobre la mesa al final de su anterior entrega. John contra todos. Contra el mundo. Imposible salir vivo de tamaña gesta, pero el personaje aficionado a la masacre -ríete de Deadpool- defendido por Keanu Reeves, al que le tocó la lotería cuando le encomendaron la misión de manejarse con el rol de semejante apisonadora letal, es capaz de todo. Hay una recompensa de 14 millones de dólares por su cabeza, con los cual se cuentan por cientos los mercenarios que quieren acabar con él. El contador de muertes de matones a sueldo es espectacular.
Si algo caracteriza a esta saga apabullante, aparte del exceso de hemoglobina, es su capacidad para no tomarse en serio a sí misma desde que diera el campanazo en 2014. En nuestra cartelera ni siquiera vio la luz. Llamó la atención de crítica y público en su periplo doméstico, partiendo de su condición de producción modesta, cercana a la serie negra. Funcionó el boca-oreja y desde entonces no ha parado de crecer, en medios e intenciones (en la línea de 'Fast & Furious').
'John Wick 3: Parabellum' multiplica por tres las escenas de acción y el sentido del humor que destilaban sus predecesoras. Recordemos que 'John Wick' es la historia de una venganza protagonizada por Reeves, bien vestido de action-hero gracias al trabajo de Chad Stahelski, cuya filmografía como director hasta la fecha consiste en las tres películas que han conformado lo que ya se conoce como el 'Wickiverso', un mundo como el nuestro donde las organizaciones criminales se mueven entre las sombras con sus propios códigos, en un entramado que da pie a curiosas reglas y comportamientos.
John Wick es el Harry Potter de los matarifes. Hay una serie de normas que cumplir entre disparo y disparo. Hay lugares donde no se permite sacar el revolver. Los asesinos por contrato también tienen su santuario. La descripción de una sociedad secreta, con sus propias reglas e iconografía dota de un necesario halo de irrealidad al conjunto. Wick, ya un icono, comienza su matanza por una cuestión de principios, alguien le roba el coche y mata a su perro. Estaba retirado, pero tamaña ofensa deriva en un baño de sangre que a estas alturas se ha convertido en un tsunami imparable.
Reeves ha tenido que someterse a un entrenamiento físico sin parangón para afrontar en persona las secuencias más intensas expuestas en un frenético guión. «La visión de esta película era tan ambiciosa que me sometí a una intensa preparación cuatro meses antes de empezar el rodaje», cuenta el Neo de 'Matrix'. «Hay muchos tipos distintos de secuencias de acción, no solo más estilos de artes marciales y más tiroteos, sino también motos, caballos y perros, así que la preparación fue exhaustiva. Pero, francamente, me encanta. Me encanta este personaje y me encanta el universo de John Wick que hemos creado».
La pericia de Wick con las armas y artes marciales es fascinante. Obligado a volver al ruedo del crimen, se maneja con una soltura incontestable. Dicen que no crecía la hierba allá por donde pasaba el caballo de Atila, pero los pies de Wick son todavía peor si hablamos de pisar a seres humanos. Su furia es imbatible en una tercera entrega que confirma la indudable capacidad de la saga para sobresalir en su género. Las escenas explícitas son parte fundamental del éxito de una obra de culto que invita a la catarsis en la sala oscura.
Un buen producto en su estilo que, dentro de los márgenes del cine comercial, es lo mejor del momento. Evidentemente, se pierde el factor sorpresa de la propuesta original, pero acaba siendo más salvaje. La cuidada estética, tanto en la dirección artística como en la puesta en escena, es un factor esencial en una suerte de neo-western que dirige un especialista en las secuencias de patadas y balazos. A Reeves se le une esta vez en el reparto Halle Berry, junto a Anjelica Huston, Ian McShane y Laurence Fishburne. Recuerda: nadie osa llevar la contraria a John Wick.
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