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maría estévez
Los Ángeles
Miércoles, 2 de febrero 2022
Jessica Chastain (Sacramento, EE UU, 1977) se mete en 'Los ojos de Tammy Faye' en la piel de la telepredicadora más célebre de Estados Unidos, un papel que puede reportarle su tercera nominación al Oscar. Chastain vio un documental sobre ella hace veinte años, cuando ... era una actriz desconocida, y compró los derechos para, dos décadas después, producir y protagonizar su adaptación al cine.
–¿Por qué ha esperado tanto para hacer este filme?
–He dejado de tener miedo al fracaso. Si he luchado contra algo en mi carrera, ha sido contra la etiqueta de ser la actriz del momento. Yo no quiero ser sustituida de un año para otro por una compañera más joven. Voy paso a paso, por eso he esperado el momento de hacer esta película.
–¿Qué ha cambiado?
– La idea del género se ha borrado, fluye de otra manera. Ahora, en el cine, una mujer puede ser suave y al mismo tiempo una líder ambiciosa. Puedes ser un hombre y mostrar delicadeza, pero también ser valiente, fuerte. He interpretado en mi carrera diferentes tipos de mujeres, todas poderosas, porque todas las mujeres lo somos. Sin embargo, Tammy vive una lucha interna contra sí misma y se esconde bajo su gruesa capa de maquillaje. El miedo a hacer el ridículo con este papel me detuvo durante años. Creo que ha cambiado el público y ahora es capaz de aceptar personajes como Tammy Faye.
–Tammy Faye escapó del golpe a su marido, pero no de la vergüenza pública.
–No tuve oportunidad de conocerla, murió en 2007. Como mujer era capaz de ver más allá de cualquier tipo de ofensa, de su dolor personal. La admiro porque podía ver el dolor en los demás y asimilar el suyo. Eso me conmovió al interpretarla.
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–Respeta los valores cristianos del personaje
–Sin duda. No solo los respeto, sino que admiro su valentía a la hora de apoyar a un ministro gay en los 80 contra la opinión de evangélicos que criticaban a los homosexuales en los años del sida. Fue muy punk por su parte. Ella fue capaz de recordar al mundo que el cristianismo habla de tener fuerza para quererse unos a los otros y perdonar. Tammy fue una mujer trabajadora a quien se juzgó injustamente por los errores de su marido. Solita creó tres cadenas de televisión. Presentaba un montón de programas todos los días, escribía libros, grababa canciones y trabajaba constantemente. No fue codiciosa, sino una mujer capaz de consolidar un imperio.
–Gran parte de su éxito como actriz radica en los personajes tan distintos que interpreta.
–Quiero creer que los sentimientos son contagiosos. Me gusta el reto, hasta el punto de considerarme masoquista. No sé qué es lo que me atrae de un personaje, pero siento la necesidad de arriesgarme a tope cuando interpreto. Cuando actúo soy tan insensata que pienso que puedo hacer cualquier cosa. Hay muchos actores sin trabajo y yo, que soy una privilegiada, tengo que dar el máximo.
–Hasta cambiar por completo su aspecto físico.
–En nuestra industria, celebramos a los hombres que se arriesgan con sus personajes, mientras a las mujeres se las valora por su apariencia. Con este papel me he transformado hasta la exageración. Me daba tanto miedo que he tardado 20 años en estar preparada. A Tammy Faye se la conocía más por su pesado maquillaje que por el hecho de que su esposo robara millones de dólares a sus feligreses. Tenía pavor de que la gente se burlara de mí, pero aquí estoy hablando de una mujer que me ha robado el corazón.
O. BELATEGUI
Tammy Faye es uno de esos personajes que solo podían existir en Estados Unidos. En los 70 y 80 reinó entre los telepredicadores evangelistas hasta el punto de levantar un imperio que comprendía canales de televisión y un parque de atracciones destinado a sus fieles. A diferencia de sus rivales, Jim Bakker y Tammy Faye vendían optimismo con colores pastel y música alegre. Obsesionada con su aspecto, siempre maquillada como una puerta, ella defendía a los homosexuales en plena epidemia del sida. Todo se vino abajo cuando salieron a la luz los manejos contables del marido y sus infidelidades. En resumen, un papel excesivo e ideal para que a la tercera nominación al Oscar de Chastain vaya la vencida.
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