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Jeremy Thomas (Londres, 1949) es el productor soñado para cualquier director. Su mantra: «Filma más, filma más tarde, filma más extraño». David Cronenberg y Bernardo Bertolucci han hecho a su lado algunas de sus mejores películas, de la perturbadora 'Crash' a 'El último emperador', que ... ganó nueve Oscar y amasó un dineral en todo el mundo. Hijo del director Ralph Thomas y sobrino del también cineasta Gerald Thomas, creció en la aristocracia del cine británico y pasó por todos los oficios del mundillo hasta convertirse en productor del mejor y más arriesgado cine de autor de las últimas décadas: 'Contratiempo', 'Feliz Navidad Mr. Lawrence', 'El cielo protector', 'Sexy Beast', 'Fast Food Nation'… Homenajeado en el reciente Barcelona Film Fest, Thomas protagoniza un documental de Mark Cousins, 'Jeremy Thomas, una vida de cine', que llega a las salas este fin de semana y en el que repasa su impecable carrera en un viaje de varios días al Festival de Cannes a bordo de su Alfa Stelvio.
-Mark Cousins le llama en el documental «príncipe del cine».
-Yo he sido participante y actor en el tema, fue muy agradable cuando Mark me dijo que quería hacer una película conmigo, incorporando ese trayecto tan famoso a Cannes que vengo haciendo en los últimos cuarenta años. Me encanta conducir por Europa, me gusta Francia y el destino final. Es difícil verse a uno mismo en la pantalla, piensas que eres joven todavía y ves a un hombre viejo con el pelo gris, que camina con dificultad. Pero me sigo sintiendo como un niño. Es irónico que me llamen 'príncipe' (lo dice en italiano), es un apodo que me adjudicaron en el pasado. Supongo que lo fui en un momento determinado.
-¿Qué aprendió de su padre y de su tío?
-Tuve el privilegio y la suerte de nacer en una familia metida en el mundo del cine. Crecí pensando que aquello era normal, que Bob Hope, Brigitte Bardot y Katharine Hepburn estuvieran en tu casa. Ese tenía que ser mi trabajo, siempre me he sentido así. Sentía admiración y respeto, pero nunca me ha sorprendido la presencia de estrellas en mi vida. Para mí todo el mundo es igual.
-No ha sido mitómano.
-He intentado no serlo, he escogido hacer películas extrañas durante más de medio siglo. Alguien podría mirar atrás y pensar que yo no puedo hacer ese trabajo, que es para otras personas. Yo siempre me recuerdo estar trabajando en esta profesión que escogí.
-¿Un productor es un conseguidor?
-Hay muchas clases de productores. Todo el mundo sabe qué hace un director, un cámara, pero nadie sabe qué hace un productor. Y tampoco hace falta que lo entiendan. Yo trabajo de un modo determinado, soy colega y colaborador de las personas con las que hago la película. Si miras mi carrera, hay muchos negocios de este tipo. Me gusta involucrarme, ser participante aunque no dominante. Me gusta comprobar, sí. Crecí en el cine, me formé en cada uno de sus departamentos. Me he ganado la vida en el laboratorio, con la cámara y en la sala de montaje, que es lo que más me gusta. Fui el montador de Ken Loach. Y después hice mi carrera.
-Se considera un productor creativo.
-Absolutamente. Hay un cliché sobre nosotros. Y sin productor no hay película. Lo que ocurre es que hoy el productor es Netflix, Amazon o Apple, no es un individuo. El papel del productor ha cambiado. Y yo me estoy resistiendo a ello.
-Los estudios clásicos de Hollywood también acabaron en manos de corporaciones. ¿Qué diferencia hay con las nuevas plataformas?
-Que no tienen relación con el cine. A lo mejor dirigen los estudios gente que nunca ha ido al cine. Bueno, exagero un poco, pero algo hay de ello. No podemos hablar de Godard o de Oshima sin haber visto sus películas.
-El papel tradicional del productor es refrenar al director: en vez de 1.000 extras tendrás 500. Pero en el documental se afirma que usted anima a los directores a ir más allá.
-No necesariamente con los 500 extras… Les animo con el radicalismo e incluso con la naturaleza provocativa de lo que hacemos. No te reprimas porque pienses que hay un censor político, no tengas vergüenza de ser libre. Vamos a ir hasta el final y ya veremos qué pasa. Porque después viene el montaje. Filma más, filma más tarde, filma más extraño.
-David Cronenberg.
-Profesor. Es el director sargento, la precisión, la perfección. Está preparado. Antes de rodar ya ha hecho la película y ha escogido la música en su cabeza. Es el momento preciso, silencio todos en el set. No molestéis el pensamiento, que nadie grite por ahí detrás, por favor. Estamos haciendo algo artístico, todo el mundo tiene que pensar en lo mismo y vamos a tratar de hacer una película maravillosa. David es muy buen líder.
-Bernardo Bertolucci.
-Fiesta. Ópera. Genio. Poeta. Amable, suave, violento. Es un hombre muy especial, el más grande. Valiente. Delante de 10.000 personas dirigiendo. Cojones (en castellano).
-¿Es 'El último emperador' la película que más satisfacciones le ha dado?
En algunos sentidos, sí. Nueve Oscar y un beneficio de cientos de millones de dólares. Conocida por todo el mundo en el planeta. También me han proporcionado placeres increíbles las películas pequeñas que he hecho. Como 'Feliz navidad, Mr. Lawrence', que fue una película perfecta en algunos sentidos. Por el choque cultural, la mitad británicos, la mitad japoneses. Fue como un campo de batalla brutal. Una experiencia fantástica. ¿Sabes? Antes solíamos ir a los sitios a hacer películas, ya no. Cruzamos el desierto en 'El cielo protector', 200 personas y 30 camiones. Ahora no hace falta porque tenemos la tecnología. Pero antes ibas a Bután con un equipo, o a China con 40 coches de la época traídos desde Europa. Y llevabas toneladas de pasta, porque los técnicos italianos solo querían comer pasta italiana. Bertolucci fue un compañero increíble, muy valiente y dispuesto siempre a ir hasta el final.
-David Bowie, protagonista de 'Feliz navidad, Mr. Lawrence'.
-Un hombre fantástico, un tipo encantador. Y una persona normal, como nosotros. Duerme, se despierta, va al lavabo… Quería ser tratado de manera normal, sin favoritismos. Porque cuando eres conocido te tratan de manera especial, y eso acaba siendo corrosivo. Bowie era muy listo, sabía lo que había hecho y lo que tenía que hacer.
-¿Ahora es más difícil transgredir con una película?
-Sí. El mundo ha cambiado, es más estrecho. Ahora todo el mundo se ofende por todo. Es patético. Restrictivo. Reduccionista.
-Cada vez parece que hay menos espacio para el cine de autor en la salas.
Eso también es patético… Yo creo en la calidad y en la humanidad. No pienso que la gente sea estúpida. El mundo del cine continúa, no como era, porque nada es como era. Nadie está seguro ya con esto (muestra su móvil). Esto es un traidor, con esto filmas a tu mejor amigo con la mujer de otro amigo, das opiniones estúpidas… Esto ha cambiado el mundo metafóricamente y ha cambiado mi vida. Algunas cosas para mejor y otras para peor. El cine lo ha sufrido, pero creo que parte de las plataformas regenerarán los cines. Amazon está matando los centros comerciales, ya no nos gusta comprar allí. Aventuro que dentro de cinco años los cines estarán en el centro de las ciudades. Creo que en el futuro florecerán, es mi visión del futuro. Preferimos ver una película en una sala cercana a un bar agradable que ir conduciendo.
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