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Con 'Girasoles silvestres' Jaime Rosales (Barcelona, 52 años) ha entregado su película más comercial y cercana. No es una crítica, al contrario, despojado de experimentos, el filme rezuma verdad por los cuatro costados. La cinta, un ensayo de las relaciones afectivas, cuenta la historia de ... crecimiento y madurez de una joven de 22 años, con dos hijos, a través de sus relaciones con tres tipos de hombres muy distintos entre sí. Con esta propuesta, Rosales pretende dar respuesta a las preguntas que se hizo en 'Hermosa juventud' acerca de si los jóvenes millenials pueden tener un oficio o formar una familia.
-¿Cómo surge esta historia? Tiene mucho en común con 'Hermosa juventud', ¿no?
-Sí. Esta es mi séptima película. Cuando llevaba dos, la segunda se relacionaba únicamente con la primera, cuando llevaba tres, con las dos primeras; ahora, con siete, creo que se relacionan, no sé si con todas ellas, pero con bastantes. Yo diría que hay aspectos que tienen que ver con 'Tiro en la cabeza' (2008), en el sentido de que toca un tema muy actual y lo hace fuera de las ideologías dominantes, como lo hacía 'Tiro en la cabeza' respecto al terrorismo de ETA. Creo que tiene otro punto de conexión con 'Hermosa juventud', en el sentido de que trata el mismo grupo social que son los jóvenes millenials y en que trato de dar respuesta a lo que yo me preguntaba en 'Hermosa juventud' ¿Podrán tener un oficio? ¿Podrán tener una familia? Que no es lo mismo que tener un trabajo y tener hijos. Y aquí creo que el personaje de Julia (Anna Castillo) acaba teniendo una familia particular y apunta a un oficio que es el de enfermera. Lo que allí era una pregunta, aquí es una respuesta y finalmente creo que se vincula un poquito, desde el punto de vista estético, con 'Petra' (2018) porque estaba rodada con una cámara que flotaba, que iba mirando y que entraba y salía. Eso se arrastra en la primera secuencia de la película y luego se abandona.
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-O sea que las respuestas a las dos preguntas que se hacía son positivas.
-Sí. Esas preguntas eran fruto de una inquietud y ahora son positivas. Lo que pasa es que no es el resultado de un regalo de los reyes magos. Tener un oficio y una familia no te lo van a traer ellos, sino que es el resultado de una mujer que acumula experiencias, errores y aprendizajes y también resistencia e inteligencia. Me parece que Julia es una mujer muy perseverante e inteligente y, a pesar de que sale de una casilla de salida hostil, progresa y mejora a través de la toma de decisiones, algunas mejores y otras peores, la resistencia y la perseverancia. La respuesta es sí, pero con esfuerzo e inteligencia.
-Hablaba de que, como en 'Tiro en la nuca', se aleja de las dos ideologías imperantes. ¿Cuáles serían aquí esas dos ideologías imperantes?
-Sobre el tema de las relaciones entre hombres y mujeres hay dos ideologías: una que viene desde la ultraderecha y otra desde la ultraizquierda. El feminismo, que está más vinculado a la ultraizquierda, y el machismo, que está más vinculado a la ultraderecha, son las dos ideologías de las que yo trato de huir. En el tema del terrorismo en 'Tiro en la nuca' eran los independentistas vinculados al terrorismo y los ultranacionalistas vinculados al dominio centralista, por decirlo de alguna manera.
-¿Cree que están al mismo nivel machismo y feminismo?
-Para mí el cine no es un juzgado. No se trata de poner ideologías en una balanza y ver cuál pesa más. Para mí es un tema de observación, yo observo ambas y ambas comparten la defensa de su grupo contra el otro y eso no me gusta. Porque la defensa, sin más, podría estar bien pero siempre hay un enemigo y eso es lo que siempre me molesta. Tengo una visión crítica con respecto a las ideologías.
-Julia, una joven que tiene dos hijos, y su relación con tres hombres. ¿Hubiera sido una película muy distinta si fuera la relación de un joven con tres mujeres?
-Nunca me lo había planteado realmente. Yo quería contar esta historia, pero también había un elemento inspirador bastante lejano que era un fotorreportaje que vi de una mujer que tenía estas características. Pero podía haber sido igualmente interesante haberlo hecho con un hombre, a través de tres relaciones, acarreando con los hijos.
-La cinta toca temas como la violencia machista, la precariedad. ¿Son dos realidades que están muchas veces ligadas?
-Creo que no tiene por qué, creo que a veces se dan y otras veces no. Vemos violencia machista entre las élites y entre las clases trabajadoras, pero también vemos tolerancia en ambos esquemas. Me parece muy reduccionista eso.
-Desde el primer momento hay algo en Óscar (Oriol Pla), el primer hombre con el que tiene una relación, que al espectador le echa para atrás. Julia, en cambio, parece que no lo quiere ver. ¿El amor es ciego?
-El amor es ciego, efectivamente, y la prueba es lo que tu estás diciendo. Yo cuando lo estoy viendo ya veo estas señales, pero el que está dentro no las ve. A mí me gustaría que esas señales sirvieran para que espectadores, mujeres jóvenes que vean la película, dijeran «ostras, pues si viene alguien que me dice que soy lo más grande del mundo y una exaltación del yo y al mismo tiempo unas situaciones que no tienen sentido, pues me debería preocupar». Es muy significativo que la primera relación es la que más placer y más dolor produce. Él la hace disfrutar como nadie, pero luego le produce un daño que le podría matar.
-¿Cómo se documentó para toda esa primera relación?
-Por un lado estaba esa parte del reportaje del que te he hablado, que me servía un poco de brújula, y luego también, con 'Hermosa juventud', el entorno ya lo había investigado en su momento. En cuanto a los comportamientos psicológicos, yo soy alguien muy sociable, me relaciono con mucha gente, y lo observo y me gusta y lo veo y al final es ese mosaico el que se ve en el guion. He visto gente tipo Óscar, tipo Marcos y tipo Álex dentro de mis amistades y mi familia.
-La cinta también aborda los roles de hombres y mujeres en las relaciones y los diferentes tipos de masculinidades.
-El tema de los roles de los hombres y las mujeres es muy importante porque están en mutación y en adaptación. A mí no me gusta ni la palabra masculinidad, ni feminidad, ni tóxico; hablamos de hombres y mujeres y ni todos los hombres son buenos ni malos ni al revés. Hay de todo en la viña del Señor y creo que es importante evolucionar de la mano. No me gusta la confrontación, el mundo mejora y crece cuando lo hacemos desde el respeto y desde las necesidades de todos. En el momento en el que alguien levanta el dedo y dice: «No, es que mi necesidad es mas importante que la tuya», ya hay una fuente de conflicto. Por eso huyo de las ideologías porque al final es un grupo que se va a defender contra otro.
-A lo largo de la película se suceden muchas discusiones de pareja, pero tienen mucho de verdad, hay silencios incómodos, estallidos... ¿Todo estaba escrito o había espacio para la improvisación?
-El guion está muy escrito y trabajado pero el trabajo con los actores es muy libre. Hay veces en las que hay elementos del texto que es obligado recorrer, metas volantes por las que se tiene que pasar, pero hay otras en las que los actores son libres y eso hace que los propios actores tengan que estar siempre en situación y reaccionando a lo que el otro tiene que decir. Esa espontaneidad nace por cómo es el trabajo, pero está todo escrito. Pero cómo lo dicen los actores, en qué momento y de qué manera, es algo libre.
-¿Cómo fue la selección del casting? ¿Anna estaba desde el principio?
-Estaba solo Oriol, que me servía de actor ancla y me iba a permitir probar a los demás. Claramente era una película en la que el peso iba a correr sobre las espaldas de la actriz y cuando me encontré con Anna fue una sorpresa. Tiene una técnica maravillosa. Si te gusta el deporte es como un jugador que la toca como Iniesta, le das la bola sucia y la devuelve limpia. Y luego me parece que tiene carisma hay un algo de ella que te gusta y que cuando la tienes en pantalla te importa lo que le pase y eso me parece que tiene mucho valor.
-Sigue usando la elipsis en un momento en el que las películas sobrepasan a menudo las dos horas y parece que haya que contarlo todo.
-Hay que diferenciar la televisión de las plataformas y el cine de las salas. Hay gente que dice que eso también es cine pero de cine no tiene nada. Pasa una cosa con las series, yo a veces veo alguna y pienso «cómo están estirando el chicle, pero si esto ya lo han contado diez veces». El problema es que esto ha generado un efecto contagio y las películas se hacen con menos elipisis, pasan menos cosas y de una manera más diluida. Yo puedo contar tres historias con un recorrido de bastante tiempo en una hora y media y al espectador le entregas una reflexión. El otro día estaba viendo 'Después del huracán Katrina' y aquello no avanzaba. Si Hitchcock levantara la cabeza diría 'qué es este desastre que estáis haciendo'.
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