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Bruce Willis abandonó la actuación hace dos años. La demencia le ha alejado para siempre de los platós. Sin embargo, la estrella de 'La jungla de cristal' ha rodado varios anuncios desde entonces. La Inteligencia Artificial (IA) ha hecho posible que el rostro, el cuerpo ... y la voz del actor se recreen digitalmente. La empresa rusa Deepcake está especializada en crear 'gemelos digitales' de celebridades mediante una tecnología que utiliza el aprendizaje automático para superponer la imagen y el sonido del original a otra persona. Un 'clonado' sin necesidad de su presencia. Incluso después de su muerte.
La IA también puede cambiar la forma en la que vemos las películas. La productora navarra Emotional Films y los estudios Dr. Platypus & Ms. Wombat han desarrollado un sistema que cambia el rumbo de una película según las emociones que experimentemos al verla. Si es una comedia y no te estás riendo, la IA analizará tus datos, como tu huella en las redes sociales, y hará todo lo posible para que te rías, como alterar la trama, los personajes y los diálogos.
«Asistimos a un cambio de paradigma tecnológico», constata Carlos Fernández de Vigo, director de Emotional Films. «Ese cambio es tan disruptivo que la sociedad todavía no es consciente de su alcance, no tanto por su capacidad de simplificar procesos, sino por la manera de enfrentarnos a ellos. Es algo que va alcanzar a todos los ámbitos del ser humano».
Cineasta, investigador y diseñador de videojuegos, nominado al Goya por su ópera prima 'Memorias de un hombre en pijama', Fernández de Vigo vaticina que la IA cambiará, por ejemplo, la investigación en el mundo sanitario, la agricultura, el diseño arquitectónico y, por supuesto, el cine. Procesos tradicionales que exigían mano de obra ya se han sustituido por IA. Por ejemplo, un programa de la compañía Flawless aprende los fonemas y visemas (la posición de la cara y la boca al hablar) de los actores. Esto permite a los montadores alterar a la perfección las expresiones faciales para que coincidan con el diálogo grabado. La IA también ayuda a restaurar películas antiguas eliminando automáticamente arañazos y suciedad.
Google ha creado una herramienta llamada Dramatron que aprovecha modelos lingüísticos para generar guiones de películas, programas de televisión y obras de teatro. El usuario solo tiene que introducir una frase que describa el argumento. La IA se encarga de titular la obra, describir los personajes y desarrollar los diálogos y escenas. Hasta existe software como Cinelytic y ScriptBook que los estudios utilizan para predecir qué guiones tendrán éxito y cuáles no, qué películas se hacen y cuáles quedan en el cajón.
¿Busca una banda sonora para su largometraje? Sony ha desarrollado Flow Machines, que crea acordes y melodías adaptadas a cada estilo. Las partituras hasta se ajustan a los cortes del guion. «El algoritmo que analiza el big data de los usuarios les dice a las plataformas qué productos funcionan, secuencia a secuencia, plano a plano; qué trozos pasamos rápido y en cuáles nos detenemos», alerta Ángeles González Sinde. «Después encargan productos según lo que ellos consideran qué funciona».
La IA decide entonces qué se produce, «el acervo cultural que vamos a dejar en el futuro», advierte la cineasta y exministra de Cultura. «Ha cambiado la manera de trabajar, todo tiene que hacerse más rápido». González Sinde reconoce que ha trasteado con la IA como herramienta de escritura, el célebre Chat GPT, «que cuando no sabe algo se lo inventa, es como si no pudiera decir 'no lo sé' y tuviera una compulsión para contestar». «Pero te puede hacer cosas pesadas, como una sinopsis o le puedes pedir diez chistes sobre algo... Es un frontón para el solitario trabajo del guionista», admite.
Los diálogos del documental 'Anthony Bourdain, un chef por el mundo' no han salido de la boca del célebre cocinero, que se quitó la vida en 2018. Están generados por IA, sin que haga falta un ejército de artistas y técnicos de efectos digitales. Hemos llegado a un estado de las cosas en que empieza a ser plausible rodar una película sin guionistas ni actores, los colectivos que están en huelga en Estados Unidos y que exigen regulación sobre una realidad que pone en peligro sus puestos de trabajo. Los intérpretes se niegan a firmar cláusulas por las que ceden los derechos sobre su imagen. Los guionistas sindicados recuerdan que el material generado por IA no puede tener derechos de autor; los escritores no pueden competir con una máquina para figurar en los títulos de crédito o aspirar al Oscar.
«Un juez de EE UU ha determinado que el material generado por IA no tiene copyright. Esa jurisprudencia puede ser la que frene todo, no las ganas, porque si no puedes poseerlo, no puedes venderlo», reflexiona Borja Cobeaga. «Más que para escribir guiones, yo creo que la IA puede ser útil a la hora de tomar las decisiones de los ejecutivos, porque mejorarían». El coautor de '8 apellidos vascos' ve la mano de la IA en el sospechoso parecido de las películas y series de las plataformas.«Son indistinguibles unas de otras: tienen la misma fotografía, la misma sensación de reparto... Claro que detrás hay una decisión humana con absoluta falta de riesgo. Ahora ha triunfado 'Barbie' y ya preparan todo tipo de adaptaciones de juguetes, la apreciación más errónea posible, porque la película ha triunfado entre gente que no tenía 'blockbusters' para ellos».
Carlos Fernández de Vigo advierte de que la IA va muchísimo más allá de simplificar procesos, abaratar costes y reducir tiempos. «La disrupción no solo es técnica, sino filosófica. Impresiona ver qué rápido se han conseguido modelos que generan imágenes con una calidad tan colosal o de predicción del lenguaje, como Chat GPT. Pero son los primeros pasos, ahora vendrán experiencias absolutamente nuevas que exigen una labor de divulgación».
El experto en IA reconoce que el marco jurídico ya llega tarde ante esta realidad. «Una cosa es la autoría y otra los derechos de explotación. ¿Cómo se regula una imagen o un texto creado por IA? Si se hubiesen hecho los deberes en su momento a lo mejor ahora no habría una huelga». Fernández de Vigo sonríe ante la imagen de un modelo de Inteligencia Artificial como el ordenador HAL de '2001: una odisea del espacio', un ente artificial capaz de volverse peligrosamente humano y de tomar decisiones propias. «Cuando activo el sistema cada día nadie en el estudio cree que se vaya a rebelar, como en '2001', aunque es posible que en el futuro lleguemos al punto de no retorno en el que la IA tenga capacidades mucho más desarrolladas.Espero que nadie le dé el control del arsenal nuclear y esas cosas».
Resulta difícil de entender que no estamos ante programas tradicionales, «en los que el usuario introduce datos y suceden cosas», en definición del responsable de Emotional Films. «Un modelo de IA saca conclusiones de la información que acumula. Es como el aprendizaje de un niño, unas veces acierta y otras se equivoca. El peligro de una sociedad que no entiende cómo funciona esta tecnología es que la convierta en una especie de magia».
Simplificando: cuantás más novelas de Javier Marías estén digitalizadas en internet, más fácil le resultará a la IA escribir como el autor de 'Corazón tan blanco'. Por ello, más de una docena de empresas de gigantes de la comunicación estadounidenses, incluyendo Disney, el 'New York Times', la agencia Reuters, Condé Nast,Hearst y la CNN, han bloqueado ChatGPT es sus webs para evitar que recopile su contenido.
«Me parece grotesco, ni la sociedad ni el poder se han enterado en qué consiste esto», alerta David Trueba. «Un saqueo generalizado y a la luz pública por el que se introduce el esfuerzo y el trabajo de muchísimas personas y se extraen elementos comunes de uso. Un atentado contra la protección intelectual. Podemos premiar una fotografía hecha con IA, pero entonces ignoramos que usa fotografías reales anteriores. Es la impunidad de lo masivo: como he metido 10.000 fotografías, no estoy copiando a nadie».
El escritor y cineasta augura «problemas éticos increíbles» de la aplicación de la IA en todos los ámbitos, «como decidir qué pacientes se pueden curar o no». En tareas creativas como el cine aboga por «limitaciones radicales» y no despreciar el factor humano ante el algoritmo matemático de una máquina. David Trueba pone un ejemplo. Los cuadros o pósters que vemos en las películas ya son imitaciones hechas por IA para evitar el pago de derechos de autor. «Sin regulación volveríamos al desastre que supuso el fin de las industrias culturales porque nadie se atrevió a poner límites al campo. Si te oponías, estabas en contra del progreso. Y solo estabas reivindicando conquistas sociales. No podemos esperar al destrozo para la regulación».
A Borja Cobeaga no le preocupan tanto los ordenadores que escriben guiones, «sino los que deciden qué películas se hacen». Ángeles González Sinde: «Los guionistas estamos firmando contratos por los que cedemos todos los derechos. No son para las secuelas, sino para alimentar a la máquina».
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