'X'
CRÍTICA DE TELEVISIÓN ·
En casa nos ha dado esta semana por echar mano del cine clásico que pulula por Filmin, adelantándonos ya a la sequía de ficción a la que va a conducir la huelga de guionistas y actoresSecciones
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CRÍTICA DE TELEVISIÓN ·
En casa nos ha dado esta semana por echar mano del cine clásico que pulula por Filmin, adelantándonos ya a la sequía de ficción a la que va a conducir la huelga de guionistas y actoresEn casa nos ha dado esta semana por echar mano del cine clásico que pulula por Filmin, adelantándonos ya a la sequía de ficción a la que va a conducir la huelga de guionistas y actores -bendita sequía, si es para reforzar los derechos, los ... salarios y beneficios de quienes escriben las películas y las series-.
Comenzamos con 'Punto límite', un alegato contra la guerra fría, dirigido por Sidney Lumet, con un estupendo Henry Fonda como protagonista. Seguimos por la divertida 'El graduado', de Mike Nichols, que supuso el debut de Dustin Hoffman en la pantalla. Y finalmente reparamos en 'El hombre con rayos x en los ojos', la cinta de Roger Corman que originalmente llevaba por título uno mucho más sugerente y misterioso, 'X'. Clásico de culto de serie B, la ficción sigue los pasos del doctor James Xavier, un oftalmólogo que diseña una sustancia que, aplicada a los ojos, permite recibir las ondas de luz que la retina no capta y ver a través de los objetos, la piel y los tejidos. Convencido de que su hallazgo facilitará el diagnóstico de enfermedades y harto de que los inversores no aporten fondos para su investigación, acaba experimentando con su propio cuerpo con terribles consecuencias.
Drama, horror y comedia se dan la mano en un filme tan austero como entretenido, y con un espeluznante final que apenas un par de minutos antes de concretarse hizo desbloquear en mi memoria un recuerdo grabado a fuego. ¡Esa película ya la había visto! Corría el año 1989 y TVE 1 puso en marcha un ciclo dedicado a Roger Corman. Sin saberlo aquel grito desgarrador y el truculento fotograma final se agarraron con firmeza a mi yo de ocho años. Una muestra más del poder de la ficción y también de lo desprejuiciada que era entonces nuestra televisión pública.
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