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Icíar Bollaín (Madrid, 1967) confiesa que tan difícil era mostrar la historia de Maixabel Lasa, la viuda de Juan Mari Jáuregui que se reunió con los asesinos de su marido, como la de Ibon Etxezarreta, el etarra que renunció a la violencia y participó en ... los encuentros de justicia restaurativa. Protagonizada por Blanca Portillo y Luis Tosar, 'Maixabel' llega a los cines este viernes, un día antes de que se decida el palmarés de San Sebastián. «Maixabel es una luz, un referente total, tiene todo tan claro…», describe la directora. «Tiene tan claro dar una segunda oportunidad a estas personas… Después está el otro lado, alguien al que le vemos cambiar. Es un viaje extremo, pasa de estar en un comando de ETA a sentarse con su víctima».
–Me quedo con la escena en la que Etxezarreta recorre en coche los lugares donde atentó: la empresa de Joxe Mari Korta, la sede de El Diario Vasco…
–Eso nos lo contó el propio Etxezarreta. Hizo ese recorrido en la realidad y lo llamó la geografía del dolor. Me pareció impresionante, te sirve para entender visualmente cómo este hombre asume la responsabilidad de lo que ha hecho. Al mismo tiempo, la escena es un homenaje a las víctimas.
–Maixabel más que perdonar quiere saber.
–Ella no habla en su discurso tanto de perdón como de segundas oportunidades. Quería saber qué sabían los etarras de Juan Mari, por qué lo mataron. Y quería que supieran lo que ella había vivido y quién era Juan Mari. Es muy difícil ponerse en el lugar de una víctima, pero me imagino que quieres darle algún sentido a todo eso. Una muerte siempre es dolorosa, pero si además no tiene ningún sentido…
–Maixabel descubre que podía haber sido su marido como podía haber sido otro, simplemente era un objetivo más facil.
–Eso me parece demoledor, que sea una muerte tan arbitraria… El fin de semana siguiente Juan Mari se iba a ir a Chile, y no lo hubieran matado. Todas esas arbitrariedades son terroríficas.
–¿Cree que la incomprensión en el comportamiento de Maixabel redunda en más soledad?
–Ella dice siempre que se ha sentido muy arropada. Sus amigos aparecen en la escena final del homenaje, es una mujer con un círculo que la apoya. Ella da una segunda oportunidad a los que la han hecho mucho daño. El resto sentimos que ni siquiera nos acercaríamos físicamente.
–Ella lleva a Ibon Etxezarreta en su coche.
–Sí. Es que Maixabel no tiene una traza de odio, es desarmante. Sus ideas son sólidas. Juan Mari está muy presente, por eso hemos reproducido en el escenario que hace de su casa las fotos reales. Maixabel siente que Juan Mari hubiera hecho lo mismo que ella y eso le da fuerza.
–¿Qué quiere decir para usted justicia restaurativa?
–En la justicia hay varios elementos, uno es el castigo y otro la reinserción. La cárcel debería servir para reinsertar. Y después está la reparación de las víctimas. Yo creo que los encuentros tienen esa intención reparadora. Que se les pida perdón, que se les reconozca el daño causado, que se ponga en valor el sufrimiento que han tenido. Ese era el objetivo de estos encuentros y lo que las víctimas relatan.
–En el caso de Etxezarreta, la cárcel cumplió su función.
–Sí. Se quitó un peso de encima. Luis Carrasco dice que la cárcel le salvó de seguir matando. Te quita de la calle y tienes mucho tiempo para pensar. Y mucha gente con la que hablar, que entiendo que eso les abriría los ojos.
–¿Le daba más miedo el personaje de Maixabel o el de Etxezarreta?
–Cada uno tiene su dificultad. Con Maixabel debes identificarte con alguien que hace algo que en general no es lo que haríamos el común de los mortales. Cuando la conoces descubres a una mujer cálida y cercana, diáfana. Pero en una película no podíamos retratar a una santa o a una señora rara, sino a alguien tremendamente humano. Mostramos que tiene miedo, el recuerdo angustioso de lo que pasó. Incluso hay una cierta agresividad. En el caso de Ibon, era delicado. Son traidores entre los suyos, no los quiere nadie. Su discurso me parece tan deslegitimador de la violencia… Cuando me junté con Luis Tosar le dije que teníamos que hacerlo bien, porque hablamos de cosas muy dolorosas. Con respeto y verdad.
–¿Cómo cree que puede recibir la película la izquierda abertzale?
–Se ha enseñado la película a partidos de todo el espectro político. A priori entiendo que no les guste, porque da una imagen negativa de la izquierda abertzale, pero creo que ha generado reflexión.
–Muchos chavales de hoy en día no saben nada de ETA.
–Nada. Incluso me han dicho que aquí en Euskadi tampoco. Si la película puede conseguir que conozcan algo me quedaría muy contenta. Yo se la enseñe a mi hijo, que tiene 21 años. Quería ver cómo la entendía alguien que no sabe nada. Y se quedó absolutamente impactado, muy tocado de que eso hubiera pasado en España hace nada. Le suscitó muchas reflexiones y me hizo muchas preguntas.
–¿Qué le parecen los 'ongi etorri' que siguen celebrándose cada vez que un etarra sale de la cárcel y regresa a su pueblo?
–Es un espanto que las víctimas tengan que ver eso. No sé qué celebran, sinceramente. El camino de Maixabel e Ibon es mucho más complicado, pero más honesto. Tengo la esperanza de que la película remueva cosas, haga pensar. Un periodista que ha hablado con miembros de ETA que habían salido de la cárcel me contó que muchos de ellos han hecho un proceso, otra cosa es que lo digan.
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