'El hombre mosca', cuando Harold Lloyd trepó por la fachada de un rascacielos
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Es la obra maestra de Harold Lloyd, cuya escena del genial cómico escalando un rascacielos supone uno de los momentos más grandes del cine mudoLa obra maestra de Harold Lloyd, cuya escena del genial cómico escalando un rascacielos supone uno de los momentos más grandes del cine mudo, y su clímax -Harold colgado de las manillas del reloj en lo alto de un edificio- sigue siendo una de las ... escenas estelares de la historia del séptimo arte. Lloyd sufrió un terrible accidente en 1919: se preparaba para hacerse una foto promocional de 'Tribulaciones' con su personaje encendiendo un puro con una bomba, cuando la explosión incontrolada le dejó temporalmente ciego, además de hacerle perder los dedos índice y pulgar de la mano derecha. Lejos de amilanarse y de considerarse a sí mismo un discapacitado, encargó un guante especial que camuflaba la pérdida y que realmente engañaba al público y siguió realizando sus propias escenas arriesgadas y trepar como un mono. Las gafas, por otro lado, también eran falsas, puesto que no llevaban lentes.
El filme posee situaciones muy ocurrentes con una estupenda planificación de gags, dinamismo en la acción, personajes principales bien trazados, y un óptimo empleo humorístico de los caracteres secundarios y de los escenarios. La co-protagonista, Mildred Davis, se casaría posteriormente con Lloyd. La película se puede ver como una metáfora del ascenso social y vital que valora la ambición y el riesgo como factores clave para conseguir los fines propuestos. La película está disponible en Filmin y en alquiler en Apple TV.
Con el propio Harold Lloyd como coguionista y protagonista, el reparto se completa con Mildred Davis,Bill Strother, Noah Young y Westcott Clarke. Aunque toda la puesta en escena fue del propio Lloyd, la dirección la firmaron dos de sus ayudantes, Fred Newmeyer y Sam Taylor por la imposibilidad de Lloyd de estar a ambos lados de la cámara en escenas muy delicadas que requerían una prueba física para el protagonista. Años después un especialista reveló que lo que Lloyd escaló era un decorado a tamaño real próximo, para que se pudiesen realizar los tiros de cámara, pero esto nunca fue comprobado y Lloyd siempre lo negó. Como se decía en 'El hombre que mató a Liberty Valance', entre la leyenda y la realidad, publica siempre la leyenda.
La trama sigue a Harold (Harold Lloyd), un joven que decide dejar su pueblo para irse a la gran ciudad y poder medrar en su condición social. Su novia (Mildred Davis) recibe cartas a menudo que confirman falsamente su importante ascenso económico, aunque la verdad es que Harold simplemente es un vendedor de retales de unos grandes almacenes que convive con un obrero de la construcción (Bill Strothers) especializado en escalar edificios. No le va bien, llega tarde y se ve desbordado por la multitud de mujeres que acuden a las rebajas. Harold buscará convencer a sus jefes para que contraten a su compañero de habitación para atraer la atención de los viandantes. Las cosas se complican cuando su novia decide visitarle en la ciudad. Y él se hace pasar por el gerente de la empresa introduciéndose en su despacho.
A la vez, cuando su compañero es perseguido por la policía y no puede actuar, será Harold quién acabe trepando por la fachada. Su ascensión, sorteando mil imprevistos y siempre a punto de caer al vacío mantendrá en vilo a miles de transeúntes... La escalada del edificio, piso tras piso, luchando contra una palomas, una red, un tablón, el asta de la bandera, un ratón, el flash de un fotógrafo, el famoso reloj, colgado de sus manecillas... dura 23 minutos y la leyenda dice que Lloyd no utilizó ningún doble ni truco óptico para la escena. Como la mayor parte de los cómicos del cine mudo, Lloyd era también un excelente acróbata. La escena figura como una de las más emocionantes de la historia del cine y Lloyd la realizó con una admirable perfección técnica. Impactó tanto en los espectadores de la época, que el cómico se vio obligado a seguir trepando por fachadas de edificios en sus siguientes películas, y a reutilizar esa escalada en alguna otra.
El propio Lloyd volvió a hacer una versión, ya sonora, del filme, en 1930 que se tituló '¡Ay, que me caigo!'. La película está plagada de gags estupendos, que luego han servido de inspiración para muchas producciones posteriores. La primera escena de la película ya es premonitoria de la calidad de lo que viene después: Lloyd y un amigo se cuelgan de una percha tras unas prendas para así ocultarse de la casera de su casa, de la manera de mostrar cómo al pobre Harold se queda sin cenar por satisfacer a su novia comprándole una cadena, de la manera como resuelve el poder entregarle a una clienta su pedido en medio de la multitud que lo acosa en los grandes almacenes.
'El hombre mosca' fue el cuarto largometraje de Harold Lloyd, que fue conocido en España como 'Gafitas', quien había comenzado a trabajar en el cine en 1914. Su personaje era siempre el de un tipo común, listo y muy ingenioso, capaz de salir trunfante de las situaciones más apuradas, con una irresistible comicidad. Lloyd había nacido en Burchard (Nebraska) el 20 de abril de 1893. A los cuatro años tuvo su primer papel, llevado de la mano de su madre. A los catorce ganó tres dólares en una película de Edison:«Me vistieron de indio con muy poca ropa y apenas me habían pintado de pardo, comenzó a llover». Cuando algunos años más tarde convirtió su afición en seria profesión, imitaba a Charles Chaplin. Y el siguiente paso —ya definitivo— consistiría en crear su propio personaje y desarrollarlo: un jovenzuelo entre tímido y petulante, con el canotier de paja y las grandes gafas con montura de carey.
A partir de ese momento, Hal Roach —el productor de sus cortos—, y la Pathé —su distribuidora— se dieron cuenta de que había nacido una estrella, y sus películas fueron aumentando el número de bobinas hasta que el metraje se hizo tan largo que Lloyd abandonaría el corto para siempre, llegando a ser el actor más taquillero y mejor pagado durante toda la década de los veinte y uno de los hombres más ricos de América. Había interpretado más de 180 cortometrajes cómicos (una cifra superior a la que podrían sumar juntos Chaplin y Keaton) y era un triunfador nato que vivía en una gigantesca mansión de Beverly Hills con 44 habitaciones, piscina olímpica, terrenos deportivos y campo de golf. Su humor estuvo siempre muy calculado, preciso y con una acusada tendencia a las situaciones acrobáticas. Como a tantas otras estrellas del cine silente, no se supo amoldar a la aparición del sonoro y poco a poco fue cayendo en el olvido. Lloyd falleció a causa de un cáncer, el día 8 de marzo de 1971. No llegó a cumplir los 78 años. De él había dicho Buster Keaton: «El personaje de Lloyd era bastante diferente al de Chaplin y al mío. Él interpretaba a un niño de mamá, que sorprendía continuamente a todos, incluyéndome a mí, triunfando sobre una situación imposible y demostrando con puños y respingos el coraje de un león.
A menudo Lloyd parecía más un acróbata que un cómico. Pero fuera lo que fuese en la pantalla, siempre lo hacía mucho mejor que muy bien'. Keaton, Chaplin y Lloyd realizaron un tipo de comedia muy visual y caricaturesca propia del cine mudo, el 'slapstick'. Este género cómico se caracterizaba por estar repleto de acción, en el que destacaba la violencia física exagerada produciendo hilaridad al estar fuera de la ecuación el dolor o la tragedia fruto de esos golpes, caídas o accidentes. El asombro que causaban estas peripecias estaba fuera del alcance del sentido común y por lo tanto el público disfrutaba con las desgracias del protagonista, ya que siempre salía ileso de las situaciones más rimbombantes.
'El hombre mosca' se rodó a lo largo de 1922 en diferentes localizaciones neoyorquinas (el Hotel Atlantic, Broadway...) y en los estudios Hal Roach -su productor- en Hollywood. Tuvo un presupuesto de 121.000 dólares de la época. En Estados Unidos se estrenó el 1 de abril de 1923 en Nueva York. A España llegó en 1924 teniendo numerosas reposiciones a lo largo de los años. La última, espectacular, fue en el marco de la Seminci en Valladolid, en 2018, con la orquesta sinfónica de Castilla y León en directo, con música de Carl David, un experto en componer bandas sonoras para películas mudas, a la que asistió la Reina Letizia.
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