'El héroe anda suelto', cuando la realidad es más terrorífica que una película
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Peter Bogdanovich debutó como director con una película rodada en tres semanas producida por Roger Corman1968 fue un año clave del siglo XX. Año del mayo francés, de la Primavera de Praga, de las revueltas estudiantiles de Berkeley, año del nacimiento de la cultura hippie, de la escalada en la guerra de Vietnam, de la mayoría de edad de la música pop, de la nueva literatura y de la eclosión en Estados Unidos de una nueva generación de cineastas destinados a tomar el relevo de los grandes maestros. 1968 fue el año en que un famoso crítico de cine, Peter Bogdanovich, admirador de sus colegas europeos de 'Cahiers du Cinema', que a principios de la década habían dado el salto a la dirección, hace lo propio debutando como director con una pequeña joya: 'El héroe anda suelto', dando su último papel a un mito del cine de terror, Boris Karloff.
Peter Bogdanovich (Kingston, Nueva York, 30 de julio de 1939) es un historiador, actor, productor, crítico y director de cine, autor de obras tan maravillosas como 'La última película', '¿Qué me pasa, doctor?' o 'Luna de papel'. En los años cincuenta, Bogdanovich fue actor. Estudió el método interpretativo con la legendaria profesora Stella Adler y solía aparecer en televisión y en obras de teatro veraniegas. A principios de los 60 adquirió gran notoriedad al programar diversas películas en el museo MOMA de Nueva York. Cinéfilo obsesivo (llegó a ver 400 películas al año, en su juventud), ejerció como crítico de cine en la revista 'Esquire', siguiendo la pauta trazada por su admirado François Truffaut en Francia. Además escribió un gran número de libros de cine entrevistando a los grandes maestros como John Ford, Fritz Lang u Orson Welles.
Un día, en el pase privado de una película, Roger Corman, que estaba sentado detrás de él, le menciona que le había gustado mucho un artículo de cine suyo en 'Esquire'. De aquella conversación, Corman le propone un trabajo como director, que Bogdanovich acepta sin pensárselo dos veces. El futuro director le ofrece a Corman una historia sobre cómo el terror de la realidad ha provocado que las viejas películas del género ya no den miedo, y cómo una de estas películas puede acabar con el terror que está provocando un asesino psicópata. Como siempre en Corman, este acepta a producirla si Bogdanovich es capaz de rodarla en tres semanas. Este acepta y pide tener como protagonista a Boris Karloff, el gran mito del cine de terror de la Universal de los años 30 y que entonces sobrevivía olvidado. Como no había que pagarle mucho, Corman acepta la propuesta.
William Henry Pratt, conocido artísticamente como Boris Karloff, nació en Londres el 23 de noviembre de 1887, falleciendo en Sussex, Inglaterra, el 2 de febrero de 1969. Decidido a convertirse en diplomático como su hermano, se traslada a Canadá en 1909 y de allí a Estados Unidos. En 1916, instalado en California, comienza a trabajar en numerosas películas mudas. A principios del cine sonoro es contratado por la Universal y se consagra internacionalmente como el monstruo de Frankenstein en 'El doctor Frankenstein' (1931), película que le convierte en estrella y que rueda gracias a que Béla Lugosi rechaza el papel. Un año después interpreta a otro personaje icónico del terror, Imhotep, en 'La momia'. Su altura y el éxito como el monstruo de Frankenstein le encasillan en el género de terror (donde realizó numerosas películas para la Universal Pictures), aunque participó en otros géneros como en 'La patrulla perdida', de John Ford, en 1934. Karloff interpretó al monstruo dos veces más; en 'La novia de Frankenstein' (1935) y en 'El hijo de Frankenstein' (1939), con Bela Lugosi como el loco Igor. Precisamente con Lugosi coincidió en otros dos importantes títulos 'El gato negro' (1934) y 'El cuervo' (1935). Karloff nunca tuvo a mal quedar encasillado como actor de películas de terror, al contrario, consideró que era una magnífica oportunidad para demostrar sus dotes y siempre estuvo agradecido por ello, por lo que aceptó encantado cuando Bogdanovich le propone hacer un sosías de sí mismo en 'El héroe anda suelto'.
Junto a Karloff, 'El héroe anda suelto' ('Targets', algo así como 'dianas', en su título original), está interpretada por Tim O'Kelly, Arthur Peterson, Monte Landis, Nancy Hsueh y el propio Peter Bogdanovich. Se rueda en las estrictas tres semanas impuestas por Corman en el verano de 1968 en Van Nuys, Los Ángeles. La película cuenta como un veterano y famoso actor de cine llamado Bryon Orlok (Boris Karloff), especializado en interpretar personajes de terror, decide que ya ha llegado el momento de su retirada, cansado de tanta violencia, lo que produce la consternación del productor y del guionista de sus películas. Simultáneamente, un joven llamado Bobby Thompson (Tim O'Kelly), veterano de Vietnam enamorado de las armas, sufre un arrebato de locura y asesina a tiros, sucesivamente, a su esposa, a su madre, al repartidor de unos almacenes y a varios automovilistas que circulan por una autopista. Completamente fuera de sí, se dirige, arma en mano, a un autocine dispuesto a consumar su matanza en el momento en que se proyecta una película de Orlok y donde éste ha acudido para despedirse definitivamente del público. Oculto tras la pantalla, empieza a disparar con su rifle sobre los espectadores. Allí el monstruo cinematográfico se enfrentará al monstruo real.
La película resulta una fascinante historia realista y efectiva, en la que el terror ficticio del cine vence al terror real provocado por un psicópata asesino, un canto al cine dentro del cine sino que además reflexiona sobre el terror y muestra cómo ahora los protagonistas que van a dar miedo en las pantallas de cine van a ser otros. En un determinado momento de la película, Byron Orlok le dice a su amigo, el director Sammy Michaels: «El terror que yo hacía ya no da miedo. Mira esto», mientras le muestra el titular de un periódico que pone: 'Joven mata a seis personas en un supermercado'. «Ya nadie le tiene miedo a un monstruo», sentencia con tristeza Orlok. Años después, Bogdanovich se referiría a Corman y su compañía como la mejor escuela de cine posible, cuando le obligó a hacer su primera película en tres semanas. Aquel debut propició que Bogdanovich rodase después una película llena de nostalgia, desesperanza y ternura, 'La última película' ('The last picture show'), en 1971.
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