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Regresar al lugar donde te has criado para arrojar las cenizas de un ser querido es una premisa argumental que hemos visto en muchas películas. Los hermanos protagonistas de 'Los miembros de la familia' vuelven a una ciudad balneario de la costa fuera de temporada, ... con ese aire decadente y laso que también hemos palpado en otros filmes argentinos. Sin embargo, no portan cenizas, sino la prótesis de una mano, que se queda flotando en el mar. Nunca se nos explica por qué de su madre solo queda esos restos, ni tampoco por qué rompen el precinto de la policía para entrar en casa y no se atreven a abrir la puerta del baño.
El segundo largometraje de Mateo Bendesky (Buenos Aires, 1989) juega a desbaratar las intuiciones del espectador, que espera explicaciones al comportamiento de sus protagonistas. Preguntas que no se ven respondidas y que hacen más gozosa esta incursión en una familia en la que intuimos sectas, suicidios y deudas, aunque nunca lleguemos a saberlo del todo.
«Desde el día que dejé de ser uno me interesó hacer una película sobre adolescentes. 'Los miembros de la familia' tiene dos tópicos centrales: la adolescencia y el duelo, procesos fundamentales en la construcción de la identidad », explica el director. La obsesión por el ejercicio físico y las artes marciales, las pseudociencias y la aceptación de la propia sexualidad tienen cabida en esta película raruna y áspera, recorrida por un marciano humor negro.
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