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Fin de semana de segundas partes en la cartelera. Quizás nadie había pedido con ahínco una nueva entrega de 'El otro guardaespaldas', pero aquí está ocupando espacio en las salas con la maquinaria promocional oportuna funcionando a todo trapo. El inicio de la saga cumplió ... en la taquilla, razón más que suficiente para retomar la idea y deleitar al gran público, amado y manipulado, con otra ración de chistes pasados de moda entre escenas de acción con olor añejo. Como novedad, por primera vez en la historia del cine, Samuel L. Jackson y Morgan Freeman coinciden en una película (con este dato insisten en la campaña publicitaria, quizás a la desesperada).
Ryan Reynolds sigue explotando sus encantos como antihéroe y Salma Hayek participa por todo lo alto en la fiesta. Antonio Banderas ejerce de carismático villano, encabezando una conspiración que pone contra als cuerdas a los protagonistas, siempre al servicio del entretenimiento. Patrick Hughes, responsable de 'Los mercenarios 3', vuelve a ponerse tras la cámara para dirigir una secuela que multiplica las explosiones y exprime al máximo la indudable química existente entre los dos actores principales. La fricción, empapada de sentido del humor, entre sus roles, además de la retahíla de imágenes de coches que derrapan, chocan y se incendian, junto a las escenas de lucha coreografiadas, se postulan por una audiencia imaginable, entregada al género.
Las buddy-movies, léase películas de colegas, donde una pareja antagónica es la protagonista, generalmente dos sujetos con un nivel de inteligencia dispar, entre el ingenio y la tontería, son un género en sí mismas, sobre todo en el terreno de la comedia de acción. 'El otro guardaespaldas' y secuela entran en este saco. Uno de los carteles promocionales del filme original, parodiando la mítica película 'El guardaespaldas' con el incombustible Kevin Costner y la malograda cantante Whitney Houston, dejaban claro el objetivo de la propuesta. Reynolds y L. Jackson interpretan a dos personajes que no se llevan del todo bien. Un agente de protección, que odia el caos aunque vive dentro de él, y un asesino a sueldo con el que se ha enfrentado en varias ocasiones, unen fuerzas por las circunstancias, pero sus desavenencias permanecen, aunque se cojan algo de cariño. Amigos o enemigos, no les queda otra que aguantarse para salvar el pellejo.
«El humor y las escenas absurdas son el elemento de cohesión de esta película y para mí eso es genial y lo asumo», comenta Reynolds. «Me encanta reírme de mí mismo. Las películas son una vía de escape maravillosa. Me siento muy cómodo dentro de este mundo». Sin estar a la altura de clásicos del subgénero como 'El último Boy Scout', por citar un título evidente, 'El otro guardaespaldas 2', rodada en Croacia, Italia, Reino Unido, Eslovenia y Bulgaria, puede convencer sin demasiado esfuerzo al espectador consciente de lo que va a ver. Si este filtro en el criterio personal puede resultar cansina.
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