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Lo dejaba claro el final de la reivindicable 'Kong: Isla Calavera', donde se relanzaban las hazañas del popular gorila gigante, figura esencial del cine de terror, junto a Drácula, el Hombre Lobo, la Momia o Frankenstein. Estos monstruos clásicos esenciales forman parte de la memoria ... colectiva, como el enorme Godzilla, criatura de alto voltaje y tonelaje que nutre la cultura popular oriental. Ambas moles están condenadas a enfrentarse, golpe a golpe. Ya lo hicieron en 'King Kong contra Godzilla', dirigida por Ishirô Honda en 1962, y en 'Godzilla vs. Kong' la lucha encarnizada adquiere una nueva dimensión, por obra y gracia de las nuevas tecnologías.
Contemplar en pantalla grande el intercambio de mamporros entre engendros monumentales es el sueño de muchos aficionados al cine fantástico que alimentan su cinefagia con este tipo de crossovers, aparentemente imposibles, como ya ocurre desde tiempos inmemoriales en las páginas de los tebeos. Suele dar igual el resultado, lo importante, el principal reclamo, es ver a dos iconos dándose puñetazos salvajemente. Titanes cuerpo a cuerpo en un mar de ruido y furia. Lo demás es secundario. Bien lo sabe el director del espectáculo, Adam Wingard, conocido por dar una vuelta de tuerca al slasher con 'Tú eres el siguiente', después pinchó notablemente con la versión live action de 'Death Note' para Netflix. Aquí se rinde a lo evidente, al reinado de la infografía como 'Proyecto Rampage'.
King Kong, el gorila de inmenso tamaño con malas pulgas que destroza aviones agitando su puño en lo alto del un edificio de Nueva York, nada más y nada menos que el Empire State, es historia del cine de género (por algo es el logo del festival de Sitges). Desde su debut cinematográfico en 1933, en un filme de culto a rabiar, ha parecido en multitud de medios. En 2005 el cineasta Peter Jackson quiso relanzarlo, con desigual fortuna. Ahora este monstruo que encarna el mito de la bella y la bestia -tiene su corazoncito- vuelve a la carga tras la, insistimos, disfrutona 'Kong: Isla Calavera'. Enfrente tiene a un animal mucho más grande y letal, mastodóntico, un auténtico mito del imaginario oriental, un ente adicto a destruir ciudades como si fuesen de papel.
¿Quién no ha querido emular alguna vez a este dinosaurio de proporciones extremas en su infancia pisando coches en miniatura? Son muchas las películas que ha protagonizado este ser descomunal con apariencia de anfibio hipervitaminado que no deja edificio sin destruir a su paso, mientras esquiva bombazos del ejército. Su última peripecia, la torpe 'Godzilla: Rey de los monstruos', supuso otra actualización a la americana de un personaje básico del cine fantástico en forma de superproducción que aquí goza de una esperada continuación.
Godzilla, gigantesca criatura, tan destructiva como entrañable, visita de nuevo las salas con un lavado de cara desproporcionado para los especialistas en sus andanzas. El renovado Godzilla pretende mantener el espíritu de las míticas cult-movies orientales a golpe de efectos visuales, pero el ordenador no siempre funciona como debiese. CGI, no lo suficientemente imaginativo, al servicio de un espectáculo de entretenimiento que intenta evitar los errores de sus predecesoras. Tras el premonitorio final de 'Kong: La isla calavera' no hemos tardado en ver a ambas bestias compartiendo encuadre, el fabuloso gorila contra el excepcional lagarto mutante, ¿o se aliarán? Por cierto, este fin de semana la cartelera se llena de monstruos, menudo doble pase con 'Monster Hunter'.
Godzilla también está presente en Netflix con sendas películas de animación, varias entregas en formato anime, iniciadas con 'Godzilla: Planet of the Monsters'. Entre sus últimas aventuras orientales oficiales destaca la magnífica 'Shin Godzilla', dirigida por Hideaki Anno ('Evangelion') y Shinji Higuchi ('Attack on Titan') en 2016, dos pesos pesados de la fantasía en el medio audiovisual actual que se repartieron el trabajo para el deleite de los seguidores de la mítica criatura. El filme, nº1 en Japón en el momento de su estreno, retomaba la trayectoria del gigante, que no protagonizaba una producción oficial desde 'Godzilla: Final Wars' (2004). Esta vez la grandilocuente fuerza destructiva resucita en Tokio, siendo testigos de su aparente imbatibilidad y mortal grandeza. Los políticos y el ejército se ven perdidos en un mar de burocracia. Pudo verse en
Sitges y abrió la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, donde gustó a pesar de ofrecer menos acción de lo que promete. En realidad es una cinta política, de ahí su interés añadido. Está disponible en Filmin.
Godzilla, icono pop, es como una mascota gigante para los nipones, a pesar de comportarse como un cruce entre Atila y Goliath. Apareció por primera vez en la gran pantalla en 1954 de la mano de Toho Company Ltd. 'Gojira' en japonés, el filme fue dirigido por Ishirô Honda. Ha llovido mucho desde entonces. El gigantesco monstruo dejó de ser un hombre enfundado en un disfraz de látex golpeando maquetas a diestro y siniestro por obra y gracia de la infografía. Indiscutible rey de las monster movies, ha inspirado otras obras similares inscritas con letras de oro en la historia del cine de género, entre ellas la increíble 'The Host', realizada por el cineasta surcoreano Bong Joo-ho, cuyos destellos de ingenio ya quedaron patentes en la excelente 'Memories of Murder' y conquistó al gran público con la oscarizada 'Parasite'.
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