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maría estévez
Los Ángeles
Miércoles, 11 de mayo 2022
Basada en una historia real, 'El milagro del padre Stu' cuenta cómo un boxeador agnóstico y amateur (Mark Wahlberg) dio un giro radical a su vida al convertirse en sacerdote y hallar así el sentido de su existencia. Aunque se le diagnosticó un trastorno muscular ... incurable, continuó su servicio hasta su muerte, cambiando la vida de muchos de sus feligreses. Mel Gibson (Nueva York, 1956) encarna al padre del protagonista en esta cinta que tardó seis años en producirse y que los estudios rechazaron. Solo la persistencia de Wahlberg, que asiste con Gibson a la misma iglesia católica de Malibú todos los domingos, hizo posible que llegara a buen puerto.
-¿Por qué decidió protagonizar este filme?
-Como dice Mark, esta es una película importante porque el mensaje que ofrece es para todo el público y no solo para los católicos. Habla del amor al prójimo, de la esperanza, de inclusión. Nadie es ajeno a esos sentimientos.
-La película ha necesitado seis años para terminarse. ¿En algún momento pensó que no se realizaría?
-Mark y yo somos hombres de fe. Él quería que esta película se estrenara y yo también. Hemos puesto mucho esfuerzo y mucha dedicación en este proyecto, pero también creo que el Padre Stu nos ayudó.
-Bill, su personaje, no es precisamente un padre ejemplar.
-Es imposible ser un padre perfecto. En el caso de Bill, esta es también su historia. Es un hombre que abandona a su familia porque no quiere mantener una relación con su hijo. Después, con el tiempo, vuelven a encontrarse y son capaces de superar sus errores.
-¿Cómo definiría al Padre Stu?
-Diría que fue la encarnación viva de la gracia, la fuerza y el sufrimiento. Si escuchas sus sermones, descubres su humanidad. Fue un hombre capaz de tocar el corazón de todos los que le escuchaban, siempre agradecido por lo que tenía, aun con la enfermedad que lo afligía. Era un hombre con una gran dignidad. Su vida es un ejemplo de humildad. Un luchador que se enfrentó a todo: a sus oponentes en el ring; a quien le insultaba en un bar; y luego contra su enfermedad. Cuando encontró su fe, se dio cuenta de que podía rendirse un poco. Y creo que aprendió que permanecer de pie en la lucha no siempre es tan efectivo como arrodillarse y admitir que no puedes caminar solo.
-¿Usted también ha tenido que arrodillarse y admitir sus errores?
-Claro, como cualquier otra persona. Tengo siete hijos y, aunque sé que es imposible ser perfecto, trato de ser mejor para ellos. He aprendido que hay una lección en cada error que cometes en la vida, por eso intento enmendar mis errores. Mis hijos son la satisfacción más grande de mi vida.
-¿Cómo influye la religión, su fe, en su día a día?
-Soy un pobre practicante, me gustaría tener mejor fe. Por eso busco historias como ésta, con protagonistas como Stuart, con una fe que es inamovible. Me gusta inspirarme en hombres de fe, actos de fe de otros. Cuando Mark me habló de este proyecto me estimularon las convicciones de este Padre, la pureza de su amor, su corazón pleno de Dios incluso en los momentos de más duda. En cuanto a mí, sé que soy imperfecto y trato de mejorar, pero lo hago en privado.
-¿Esta película devuelve la fe en la humanidad?
-Los héroes reales no visten máscaras ni llevan mallas. Lo que Stuart hace me inspira. Un hombre así es necesario en la sociedad. Es un mensaje vital porque nos encontramos en un periodo muy oscuro de nuestra historia y no aprendemos. Estamos ante un hombre sensible, valiente, que se sacrifica por los demás.
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