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Sigmund Freud y el escritor C. S. Lewis nunca se conocieron, pero en 1988 el profesor de Psiquiatría de Harvard Armand Nicholi publicó 'The Question of God', una obra en la que confrontaba el pensamiento del padre del psicoanálisis y el del autor de 'Tierras ... de penumbra'. Freud escribió en su agenda, veinte días antes de su muerte, que un catedrático de Oxford iba a visitarlo. De aquella nota, Nicholi concibió un encuentro imaginario que saltó a los escenarios con texto de Mark St. Germain y que ahora es una película con dos actores extraordinarios: Anthony Hopkins y Matthew Goode.
'La última sesión de Freud' arranca con la cámara recorriendo el gabinete del psicoanalista en Londres mientras la voz de Hitler en la radio lanza proclamas contra los judíos. Es el 3 de septiembre de 1939 y hace dos días que el Ejército alemán ha invadido Polonia. La capital británica bulle y muchas familias evacuan a los niños. En ese frenesí, Lewis acude a la casa de Freud para disculparse por una obra en la que satiriza al autor de 'La interpretación de los sueños', mostrándolo como un hombre pomposo, vanidoso e ignorante.
El cáncer de laringe que lo llevará a la tumba tres semanas después atormenta al sabio, que consume morfina y lingotazos de whisky. Expulsado de Austria por el nazismo, Freud mantuvo su lucidez y sarcasmo hasta el último momento. Por su parte, Clive Staples Lewis era un ferviente católico nacido en Belfast y traumatizado tras combatir en la I Guerra Mundial. Un ateo contra un creyente, dos hombres con inteligencia y cultura que se escuchan y tratan de entenderse. Como dice Lewis al viejo profesor: «El deseo de que Dios no exista puede ser tan poderoso como la fe».
El director Matt Brown ('El hombre que conocía el infinito') insufla brío cinematográfico a esta adaptación teatral a base de flashbacks, que desvelan episodios biográficos de los protagonistas. La pesadilla en las trincheras durante la Gran Guerra que atormenta al escritor y medievalista, rodada de manera vistosa; la niñez del psicoanalista, con un padre judío y una niñera católica... La larga conversación entre ambos se interrumpe por las alarmas antiaéreas, que los obliga a refugiarse en el sótano de una iglesia. También cobra relieve el personaje de la hija de Freud, Anna (Liv Lisa Fries), psicoanalista, lesbiana y sometida a su padre hasta el punto de padecer un trastorno del apego, como se aventura en el filme. La relación de Lewis con la madre de su mejor amigo, muerto en combate, también ocupa parte de un metraje que se acerca a las dos horas.
Anthony Hopkins, 86 años, en la piel del hombre que identificó el complejo de Edipo es uno de los grandes atractivos de la cinta. Por desgracia, su trabajo con el acento y los juegos de palabras con el inglés se perderán en la versión doblada al castellano. Hace falta un gran actor para mantener el tipo ante el Hannibal Lecter de 'El silencio de los corderos' y Matthew Goode, la estrella de 'Downton Abbey' y 'The Crown', lo es.
Quizá 'La última sesión de Freud' abarque demasiados temas y se disperse, pero cualquier espectador interesado en dos seres apasionantes disfrutará de una fantasía intelectual que permite conocer mejor a una de las personas que más han influido en la forma en la que pensamos.
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