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Las primeras imágenes de 'La belleza y el dolor' (All the Beauty and the Bloodshed) muestran a un grupo de manifestantes en 2018 haciendo acopio de botes de medicamentos a la puertas del MET, el museo en la Quinta Avenida neoyorquina. Se dirigen al ala ... Sackler, que toma su nombre de la familia de mecenas que hizo una inmensa fortuna con la farmacéutica Purdue Pharma, que produce el Oxycontin. Es un medicamento que conocemos gracias a la serie de Disney 'Dopesick', con Michael Keaton, que retrató la crisis originada en Estados Unidos por la adicción a la oxicodona, que se ha saldado con medio millón de muertos.
«¡Los Sackler mienten. La gente se muere!», gritan los activistas, que arrojan los frascos vacíos a un estanque entre esculturas egipcias y se tumban en el suelo como si fueran cadáveres. Pertenecen al grupo P.A.I.N., creado por la fotógrafa Nan Goldin, una de las artistas más prestigiosas de Estados Unidos surgida de la contracultura neoyorquina. Si en una primera fase de su carrera retrató los estragos de la heroína y el sida, en los últimos tiempos Goldin se ha dedicado a presionar a los museos e instituciones artísticas para que pongan fin a su relación con los Sackler. Los efectos del Oxycontin los vivió en carne propia después de que se lo recetaran para tratarle una lesión en Berlín en 2014. Empezó con tres pastillas al día y acabó tomando dieciocho durante tres años.
Laura Poitras, ganadora del Oscar por el documental sobre Edward Snowden 'CitizenFour' en 2014, dirige 'La belleza y el dolor', que obtuvo el León de Oro en el último Festival de Venecia y se estrena en cines este 10 de marzo antes de llegar a Filmin. Si entonces fijó su cámara en el exconsultor de la CIA, héroe para unos y traidor para otros, ahora detiene su mirada en Goldin, una de las escasas fotógrafas que ha hecho un uso explícito de su autobiografía en su obra. La incomunicación, la violencia y el sexo son los grandes temas de esta artista de 69 años, que plasmó las noches salvajes del East Village en la década de los 80.
«Es fácil crear relatos a partir de tu vida», relata en el documental, trabajando en su casa en mitad de un bosque nevado. «Sin embargo, es más difícil retener recuerdos reales.La experiencia real huele y está sucia. Nunca se cierra con finales simples».
Poitras repasa la trayectoria de Goldin, que se consagró hace justo cuarenta años con 'La balada de la dependencia sexual', un clásico de la fotografía americana compuesto por 700 diapositivas que proyectaba acompañadas de la música de The Velvet Underground, Maria Callas y James Brown, entre otros, poniendo rostro al desencanto de la cultura urbana: drag queens, heroinómanos, mujeres que adivinamos víctimas de malos tratos...
Goldin (Washington, 1953) creció en los suburbios y quedó marcada por el suicidio de su hermana mayor, rebelde e indómita, a la que no dejaron vivir su lesbianismo e ingresaron en instituciones de salud mental. La cinta alterna su vida y obra con la faceta activista para desenmascarar a los Sackler, cuyo nombre conocía de museos y galerías. No sabía que eran los responsables de una epidemia silenciosa que se inicia siempre con una receta médica.
«Han lavado su dinero ensangrentado por los pasillos de museos y universidades de todo el mundo», denuncia esta artista convertida en activista, que ha alentado sabotajes en el Guggenheim neoyorquino y el Louvre. La propia fotógrafa figura como productora de 'La belleza y el dolor', y quizá por eso no haya voces discrepantes en un filme que se ve con interés, pero que no termina de profundizar ni en la obra de Goldin ni en la crisis de los opiáceos.
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