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Una cita del poeta William Blake perteneciente a sus 'Proverbios del infierno' abre 'First Cow': «El pájaro, un nido; la araña, una tela; el hombre, la amistad». Estamos en el Oregón actual y un carguero avanza por un río mientras una mujer pasea a su ... perro. De pronto, el animal escarba y afloran a la superficie dos esqueletos que yacen juntos. La directora Kelly Reichardt nos contará la historia de esos dos amigos en el indómito Oeste de 1820.
Uno es un lacónico cocinero que acompaña a una expedición de tramperos que se dirige a un fuerte; el otro, un inmigrante chino al que persiguen unos rusos para darle matarile. Juntos se buscarán la vida con la ayuda de una vaca, la primera introducida en el territorio, a la que sisan la leche con nocturnidad para cocinar unos buñuelos de miel que les quitan de las manos en el mercado. Suena grotesco, pero en el fondo lo que hacen es atreverse con su utópico negocio a desafiar al incipiente capitalismo burlándose del patrón y señor de la zona (Toby Jones).
Estrenada en la Berlinale, 'First Cow' ha recibido el premio de los Críticos de Nueva York a la mejor película confirmando a Reichardt como una de las directoras a seguir del cine independiente americano. Filmada en formato casi cuadrado 4:3, al contrario que la tradicional fotografía panorámica asociada al western, esta historia intimista avanza a un ritmo moroso, atenta siempre a una naturaleza que sus protagonistas respetan. En ese sentido, son dos héroes que se comportan como si fueran hombres actuales y en cuya amistad hasta puede asomar el amor homosexual. Uno casi no habla y el otro suelta sentencias filosóficas, aunque sus ideas llevadas a la práctica acaben siempre como el rosario de la aurora. «La Historia está en camino, todavía no ha llegado. Nosotros nos hemos adelantado a ella», explica autoconsciente.
'First Cow' es como si los protagonistas de 'Dos hombres y un destino' en vez de saltar a los rápidos de un río se dedicaran a cortar leña, cocinar y lavar la ropa. Son los tiempos muertos que el resto de westerns ignoran y que Reichardt filma con detenimiento para profundizar en la psicología de los personajes. Al fin y al cabo, el principal objetivo diario de la gente en aquella época era conseguir comida. Pese al estilo minimalista de la autora de 'Wendy & Lucy', esta oda a la comunión del hombre con la naturaleza conmueve por su sentida historia de amistad y profundo calado político.
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