Enrique López Lavigne: «Soy optimista sobre el futuro del cine, pero no necesariamente en salas»

-¿De qué manera han cambiado las reglas del juego para los productores la irrupción de las plataformas?

–La financiación del cine se ha ido enriqueciendo en las dos últimas décadas. De un modelo único en el que tan solo disponías de la posibilidad de acceder al dinero público, se han abierto otras opciones como las desgravaciones fiscales, dinero privado, televisiones públicas y privadas... Ahora puedes financiar íntegramente una película si es un contenido original de una plataforma. Depende del modelo de financiación que pactes con ellos, pero podrías no necesitar ninguna subvención. Tienes qué plantearte qué tipo de película tienes y a quién quieres llegar, si a un espectador que consume exclusivamente en casa o a otro que es inquieto y todavía va a las salas. Si pretendes satisfacer el catálogo de una plataforma o si deseas darle opciones a un estreno en salas comerciales de la forma tradicional. Las reglas del juego han cambiado y se han vuelto poliédricas, hay opciones de negocio para las películas dependiendo del modelo.

-Saber entonces a quién te diriges es esencial.

–Es la pregunta del millón en este otoño de paradojas. Hay películas de plataforma, como 'Mientras dure la guerra', de Movistar, que obtienen un éxito inusitado en salas. O cintas de plataforma con un lanzamiento de pocas semanas, como 'Diecisiete', de Daniel Sánchez Arévalo, con un pequeño recorrido en salas. La respuesta la tienen que dar el productor y la plataforma que han diseñado la película. ¿Cuál es el mejor modelo? ¿Quién se lleva el gato al agua? Solo lo saben los que han definido la película.

-Todo el mundo parece estar trabajando.

–El profesional de los medios audiovisuales ha visto crecer su horizonte de una forma salvaje en los últimos tres años. De ser una industria deprimida tras la última crisis económica, en la que desaparecieron la mayoría de las productoras y muchos profesionales se trasladaron a otros sectores, hemos pasado a que proliferen productoras como champiñones y salgan nuevos profesionales de las escuelas, tanto de cine como de interpretación y de negocio. En EE UU también se vive ese florecimiento y el dilema de a qué modelo de negocio pertenecer: si al tradicional de cine o al nuevo de la plataforma.

-¿Se puede hablar de burbuja?

–Eso lo sabremos dentro de algunos años. Burbuja es cuando te contratan una película y no te pagan hasta dentro de dos años. O cuando los slots de producción de los diferentes clientes a los que te diriges están cerrados hasta el año 2022. Esos son los primeros signos de que hay mucho más contenido del que se puede absorber. Sucede en determinados países, en España creo que estamos en los inicios de un nuevo escenario, en el que compiten muchísimos actores. Este otoño, Disney y Apple se enfrentan a nuevos retos. En la primera semana de Disney Plus ha habido muchas más altas de las pronosticadas. Parece que hay un consumo casero que prolifera. Ahora hay que ver cómo evoluciona y se complementa con el parque de salas. Hay territorios que todavía están mucho más abiertos a consumir en cines, como es México, y otros en los que se notan los mecanismos de cansancio, con un parque de salas antiguo. Al final, el consumo familiar es el que tira del carro.

-En España, los datos de asistencia al cine son este año mejores que el anterior.

–Es curioso, pero eso no significa que las películas hagan más dinero. Se han polarizado las decisiones que toma el espectador de cine. Muchas de las películas buenas que antes recibían un pedazo de pastel proporcional ahora se enfrentan a la indiferencia generalizada. Antes tenían un público que ha emigrado o que espera el consumo en casa. El envejecimiento del público en salas es una realidad. Por otro lado, está el fenómeno de la película-evento franquiciada, que suele ser importada de EE UU y que define el dilema de los cineastas. Por eso Scorsese ha recordado que hay otro tipo de cine más allá de los superhéroes.

-Ya no hablamos de la piratería.

–Netflix fue la primera plataforma que tecnológicamente le dio al público que estaba pegado a un ordenador aquello que necesitaba. Fue la punta de lanza para terminar con la piratería, un fenómeno que ahora se entiende en clave tecnológica y no delictiva.

-El indicador del éxito de una película siguen siendo la salas.

–Absolutamente. El empresario que quiere obtener beneficio económico sigue teniendo las salas como primera opción. Que las plataformas te contraten te da la opción de hacer la película, pero no puedes crecer como empresario. Si has elegido el modelo tradicional, la taquilla sigue dando sentido a ser productor de cine. Por otro lado, las plataformas son diferentes, no tienen nada que ver Amazon con Filmin o Netflix. No todo el cine que se estrena en salas está siendo absorbido por las plataformas, por lo que no todo el cine que hacemos hoy seguirá haciéndose dentro de diez años.

–¿Las plataformas quieren acabar con las salas?

-No lo sé. Son negocios diferentes. Las plataformas buscan fomentar el consumo en casa, aunque inicialmente se planteen fórmulas mixtas. De ahí la guerra encarnizada que está sucediendo en Estados Unidos. Todavía sigue pareciendo que si las películas no se estrenan en salas no existen. Que 'Verónica' esté en Netflix sirve para que se pueda ver en muchos territorios que no consumen cine español, eso es muy importante. Y para que el cineasta vea cómo su película puede romper barreras idiomáticas.

-Netflix mantiene una política de opacidad, no da cifras de visionado y así tiene ventaja a la hora de negociar con los cineastas.

–La respuesta del éxito te llega de las redes sociales. Tú aceptas las reglas del juego, ellos están en su legítimo derecho de mantener en secreto las cifras.

-¿Es pesimista respecto al futuro de las salas?

–Pertenezco a una generación que se educó en los cines. Mis hijos, a los que he llevado al cine desde pequeños, han abandonado las salas y las han sustituido por sus dispositivos tecnológicos. Lo que para mí es un drama, para ellos es una bendición. Disponen de un catálogo a la distancia de su dedo. Yo soy optimista respecto al futuro del cine, pero no necesariamente en las salas. Mientra sigan existiendo espectadores a los que les guste ver películas en un cine continuarán abiertos. Puede que no sea negativo que el parque de salas se reduzca al 50%, puede que sea un modelo de negocio que ha encontrado al fin su equilibrio. En los próximos años veremos de forma drástica esos cambios, la necesidad de consumir el evento. Acabo de venir de Los Ángeles y allí entiendes inmediatamente los modelos de negocio. Está el cine de estreno, el cine como el Egyptian, en el que Netflix presenta sus películas, y el New Beverly, donde Tarantino repone películas de los años 70 en 35 milímetros amenizadas por la presencia de sus protagonistas. Son modelos que conviven y que tienen perfectamente definido su target, de la misma manera que hay plataformas generalistas y otras de nicho. Ninguno queremos hacer películas de nicho, pero semana tras semana vemos como películas importantes, con premios y críticas excelentes, no superan los 10.000 espectadores. Y eso nos tiene que hacer reflexionar a todos.