'Encadenados', el beso más largo
Besos de película ·
El Código Hays imponía que los labios unidos no podían durar más de cinco segundos, pero Hitchcock se las apañó para separar sus bocas en esos intervalos, mientras sus caras permanecían unidasSecciones
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El Código Hays imponía que los labios unidos no podían durar más de cinco segundos, pero Hitchcock se las apañó para separar sus bocas en esos intervalos, mientras sus caras permanecían unidasSi Alfred Hitchock tiene una película sutilmente perversa, esa es 'Encadenados' ('Notorius', 1946). Entre otras maldades, contiene el considerado durante muchos años como el beso más largo de la historia del cine.
En el fondo 'Encadenados' es la típica historia de un triángulo, enmascarado ... con una historia de espionaje de nazis escondidos en Brasil. Protagonizada por Cary Grant, Ingrid Bergman, Claude Rains, Leopoldine Konstantin y Louis Calhern parte de un guion del mítico Ben Hecht a partir de un argumento del propio Alfred Hitchcock. El propio Hitchcock recordaba en su famoso libro de conversaciones con François Truffaut ('El cine según Hitchcock') como llegó a un perverso argumento en el que una espía se ve obligada a casarse con su enemigo y a convivir con él durante meses por patriotismo: «Leí una novela corta en el que una chica se enamoraba de un muchacho de la buena sociedad neoyorquina. Ella tenía un problema de conciencia porque en el pasado había hecho alguna cosa y suponía que si el muchacho o su madre se enterasen, su gran amor sucumbiría». Hitchcock contaba a Truffaut cómo «durante la guerra el servicio de espionaje del gobierno había ido a ver a un empresario teatral para encontrar a una joven actriz que actuara como un agente secreto y que aceptara acostarse con un espía para conseguir ciertas informaciones. El encargo se lo habían ofrecido a ella, que había aceptado y lo había hecho».
La trama de 'Encadenados' presenta a T. R. Devlin (Cary Grant), como el responsable de infiltrar a Alicia Huberman (Ingrid Bergman) en una organización que opera en Río de Janeiro, encabezada por Alex Sebastian (Claude Raims), a quien Alicia debe seducir. Cuando este le propone matrimonio, Devlin, confuso ante los sentimientos que le provoca Alicia, que sí está enamorada de él, acepta que se case. Sebastian, con el beneplácito de todos los miembros de la organización, excepto de su madre (Leopoldine Konstantin), que se muestra reacia ante el comportamiento de su nuera. Alicia descubre en la bodega de la casa, que su marido oculta varias botellas de champán llenas de uranio. Cuando Sebastian y su madre descubren la traición y evitando que se entere el resto de la organización, deciden irla envenenando poco a poco. Devon que sospecha algo, decide acudir a la mansión de Sebastián y ante el estado en que encuentra a Alicia, decide sacarla de allí cueste lo que cueste.
Según Hitchcock, «la historia de 'Encadenados' es el viejo conflicto entre el amor y el deber. El trabajo de Cary Grant consiste empujar a Ingrid Bergman al lecho de Claude Raims. Es una situación completamente irónica y Cary Grant está amargado a lo largo de toda la historia. Claude Raims está simpático porque ha sido víctima de su confianza, y también porque está enamorado de Ingrid Bergman de manera más profunda que Cary Grant. He aquí, por consiguiente, una serie de elementos psicológicos trasladados a una historia de espionaje».
El famoso beso llega al final de la película, cuando Gary Grant acude a la casa de Ingrid Bergman para rescatarla de su marido Claude Raims, que la está envenenando. Grant la saca, aturdida, del lecho de su habitación en el primer piso del edificio, y baja con ella las escaleras, dándole el larguísimo, hasta el salón donde está Rains con la plana mayor de los espías y, sin separar los labios, la saca a la calle, durante casi tres interminables minutos.
El famoso Código Hays de censura impuesto por los estudios de Hollywood, imponía que los besos en la boca con los labios unidos no podían durar más de cinco segundos. Para sortear la censura, Hitchcock, voyeur consumado, hizo que Cary Grant e Ingrid Bergman no separasen los rostros en ningún momento, aunque el contacto de los labios se interrumpe cada cinco segundos.
En la misma película, hay otra escena llena de sensualidad, en la terraza de un apartamento con vistas a la playa de Copacabana en la que la pareja andaba hacia la puerta del apartamento besuqueándose en picos que nunca superaban los tres segundos mientras mantenían una conversación de apariencia intrascendente siempre y cuando el espectador no rastreara paralelismos y dobles sentidos:
-«Tengo un pollo asado en la nevera».
–«Piensa que luego habrá que fregar».
–«Comemos con los dedos».
Ingrid Bergman recordaría años después que «era un beso que, por así decirlo, se abría y se cerraba, pero los censores no podían cortar la escena porque en ningún momento nos besábamos más de tres segundos. Hacíamos otras cosas, eso sí. Nos mordisqueábamos la oreja y nos dábamos un beso en la mejilla, de modo que parecía interminable».
Con todo, la escena final del descenso por la escalera se considera el beso más largo de la historia del cine y sigue siendo tan perturbador que en muchas emisiones televisivas de la película, ha sido suprimido o cercenado. En los últimos años algunos telefilmes han intentado epatar y superar a Hitchcock en la duración de un beso, ya sin Código Hays que lo impida, pero lo conseguido en cuanto a la unión de unos labios no alcanza la suela de los talones de Hitchcock en cuanto a argumento y planificación.
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