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Emma Suárez (Madrid, 1964) vive una renovada fase de su carrera desde que Pedro Almodóvar la quiso como su 'Julieta' hace cinco años. En 'Josefina', ópera prima de Javier Marco, encarna a una mujer que cuida de su marido, postrado en la cama por una ... parálisis, y visita a un hijo preso en la cárcel. Allí, uno de los vigilantes (Roberto Álamo) se inventará que es padre de una interna, la Josefina del título, para entablar contacto con ella. El filme llega a las salas este viernes.
-¿Qué se siente en una cárcel?
-Yo había rodado ya 'Horas de luz', con Alberto San Juan, basada en un caso real. Estuve en la cárcel de Picassent y en El Dueso. La primera impresión que tienes cuando estás en contacto con los internos es la de un shock. Piensas: cuánta gente buena hay dentro de la cárcel y cuánta mala hay fuera… Piensas en la injusticia en que vivimos muchas veces. Cuántas personas están dentro de la cárcel por situaciones inesperadas, como es el caso del hijo de la protagonista de 'Josefina'. No se cuenta en la película, pero entiendes que está preso por un accidente, por una cuestión azarosa. No es un quinqui.
-¿Cómo se mete una en la vida de alguien que tiene a su marido postrado en la cama y un hijo en prisión?
-Es algo con lo que nos encontramos cada día. Si vas en el metro, puedes imaginar que cualquier desconocido lleva una vida parecida. Berta arrastra una gran carga y asume su día a día, no tiene tiempo para sí misma. Acepta las circunstancias de su vida como una campeona. No se victimiza, y en ese sentido tiene mucha dignidad. Me gusta esa dignidad y que la película no se recree en el dramatismo. Los personajes están acostumbrados a la soledad y la viven con aceptación. Creo que la gran mayoría de la gente se siente así. Muchos nos sentimos solos en determinadas situaciones, yo me veo reflejada en matices de mi personaje. Como mujer que tira para adelante con sus hijos, con el trabajo, la inseguridad de saber si va a venir un proyecto, estar pelada y no llegar a final de mes…
-¿Disculpa que cometa adulterio por esa necesidad de cariño?
-No es que la disculpe, es que la entiendo perfectamente. Quizá no entendería lo contrario. Cuando se presenta la oportunidad, la aprovecha. Al principio, me costaba aceptar que esta mujer, con la fortaleza que tiene, no diera un golpe encima de la mesa. Me preguntaba por qué no se ha marchado y dejado a su marido. Su fortaleza es que aguanta, su benevolencia le hace no abandonarle.
-Lleva ya unas cuantas películas con directores debutantes. ¿Qué ven en usted?
-No lo sé, sinceramente. Me gusta mi trabajo, independientemente de si es una ópera prima o la obra de un director consagrado. Siempre existe un riesgo en este oficio, que es independiente de la experiencia del director. Lo importante es que haya una buena historia que contar y que, en la medida de lo posible, me pueda entender con el director. Los actores somos instrumentos para contar las historias de los guionistas. Me es indispensable que haya concordia y diálogo, que le pueda preguntar al director con confianza y trabajar en equipo.
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-Parafraseando el título de la película de Gracia Querejeta que protagonizó, usted no es invisible para el cine y la televisión en los últimos tiempos.
-Bueno, no sé qué decirte, aquí una se hace invisible de la noche a la mañana. Después de tantos años que llevo trabajando sé que esto es una carrera de fondo que pasa por muchas etapas. A veces te toca una buena racha y otras, una mala. Soy una actriz vocacional y a estas alturas de la vida lo hago con todo el amor del mundo, no podría retirarme. Pero ha habido muchos momentos en que no he tenido trabajo. No había proyectos. La inseguridad forma parte de este oficio, no sabes si te van a volver a llamar. Y entonces piensas que a lo mejor no sirves para esto, que no gusto lo que debería gustar. Lo sensato sería dedicarse a otra cosa para sobrevivir, y sin embargo acabas provocando que salgan proyectos. Nacemos para esto y es inevitable seguir dedicándonos a ello.
-Actúa desde niña. ¿Ha entendido por qué quiso ser actriz?
-Desde los 14 años. Yo no quise ser actriz, formo parte de esto de manera casual. Mi padre estaba leyendo el periódico un día y vio el anuncio en el que buscaban una chica de 13 a 18 años. Y así empezó mi experiencia en el cine. Al principio me sentía una intrusa, porque no pertenecía a ningún clan familiar ni había estudiado interpretación. Mi oficio se ha hecho trabajando. Todavía a día de hoy hay momentos en que me siento una intrusa… Lo bueno de este trabajo es que siempre estás aprendiendo. Cada personaje es la primera vez que lo interpretas, y eso es maravilloso. Pero el miedo es constante, la incertidumbre de no saber si va a quedar bien. Trabajamos con la sensibilidad, nuestros instrumentos son las emociones. Y eso es vulnerable.
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-Ganó dos Goyas en la misma edición. ¿Se considera una estrella del cine español?
-No creo en eso. Soy una persona que vive muy en contacto con la realidad. Me gusta la calle, vivo mi vida como cualquier otra persona. Necesito de la realidad para interpretar mis personajes. Es verdad que en la alfombra roja se nos exige un encantamiento que también forma parte de nuestro oficio. Todo eso lo vivo como un juego, pero lo que realmente me gusta es el trabajo minucioso de desentrañar un texto, el rodaje en equipo. Encontrar emociones escondidas y empatizar con el ser humano.
-¿Cree que el #MeToo hacía falta en el cine español o no hemos tenido un Harvey Weinstein?
-Yo creo que las revoluciones, en la medida de lo posible pacíficas, son necesarias. Todavía hay muchas cosas que cambiar. Hay muchas mujeres que sufren malos tratos, abusos y acoso. Es importante tener los instrumentos necesarios para hablar. Esta revolución viene provocada porque en algún momento el silencio tenía que explotar. Muchas veces escucho: ¿por qué no lo dijo antes? Cuando una sufre acoso, se bloquea. Eres incapaz de entender y asimilar lo que te acaba de suceder. Es necesario que pase el tiempo para que uno se atreva a manejar una experiencia terrible del pasado.
-Un rodaje ya no es igual que en los años 90.
No, afortunadamente. Antes las únicas mujeres que había en el set eran la maquilladora, la peluquera y la script. Ahora en los equipos hay mujeres en todos los oficios. Hay muy buenas productoras, directoras, técnicas… Eso es necesario para vivir en una sociedad en igualdad.
-Ha rodado en Bilbao durante varios meses 'Intimidad', una ambiciosa serie de Netflix.
-Empezamos en mayo y acabamos en octubre, ocho capítulos que se verán el año que viene. Es una serie de mujeres que habla sobre el abuso. Las protagonistas son Itziar Ituño, Patricia López Arnáiz, Ana Wagener y Verónica Echegui, yo hago una colaboración. Se ha rodado íntegramente en Bilbao, una ciudad de la que estoy enamorada desde que la descubrí hace años, en plena riada, haciendo teatro. Una ciudad absolutamente transformada: antes era gris y ahora sale el sol todos los días, no sé cómo lo habéis hecho.
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