Secciones
Servicios
Destacamos
A los 80 años, Emilio Gutiérrez Caba recuerda un sinfín de platós en 'Memorias de cine' (ed. Cátedra). El actor de títulos fundamentales de nuestra cinematografía, como 'La caza', 'Nueve cartas a Berta', 'La colmena' y 'La comunidad', retrata un mundo que ya ha desaparecido ... y una profesión «apasionante, efímera y hermosa», que le ha proporcionado éxito, amores y sinsabores. Solo una infección pulmonar agravada por el covid ha logrado detener en el último año a uno de nuestros actores más grandes.
–¿Cómo está?
–Bastante recuperado, pero todavía necesito llevar oxígeno cuando camino por la calle. La medicación me ha hecho bajar mucho peso, tengo que recuperar musculatura. Hago mi vida profesional como presidente de Aisge (entidad de gestión de los intérpretes), doy recitales de poesía... Eso sí, hacer teatro resulta complicado porque es muy fatigoso: los viajes, hoteles... De momento tendré que dejar el teatro, si el teatro no me ha dejado a mí.
–«En los años que me queden de vida me tocará hacer de abuelo provecto, si el cine sigue medio existiendo y cuenta conmigo», escribe.
–No soy pesimista respecto al desarrollo tecnológico, no solo del cine, sino de la ciencia en general. Ya no se habla de cine español, sino del audiovisual; no se habla de televisión, sino de plataformas.
–Otra frase: «Esto de la vida ha ido muy rápido y el cine que uno ha vivido ya pertenece al pasado en el fondo y en la forma».
–Me considero moderadamente nostálgico. Añoro aquellos rodajes que se prolongaban cuando estábamos fuera de Madrid. Tenían un tempo diferente a los actuales. Antes se rodaba de manera artesanal y hoy en televisión es como una cadena de producción, lo sé porque he trabajado para Netflix y HBO. Por ejemplo, hablo pestes de 'Sábado en la playa', una película que hice en 1966. Pero no dejo de recordar las noches tan divertidas que pasamos. Hoy no ocurre porque vamos a toda velocidad.
–En 1963 estaba haciendo una buena mili y le llaman para una peli de Pili y Mili, 'Como dos gotas de agua'. Ahí empieza todo.
–Era agosto, mira, se cumplen 60 años. Entré en un mundo que conocía relativamente porque había estado en algún rodaje de mi madre. De golpe me encontré en un sitio que me gustó. Uno cuando empieza en el cine o en el teatro nunca sabe lo que le va a ocurrir. Haces unas películas y no sabes que se van a ver a lo largo de los años y te van a mantener vivo en el imaginario de la gente.
–Usted de crío no tenía vocación, quizá por oposición a lo que veía en casa.
–Sí. Escribí otro libro antes de estas memorias, 'El tiempo heredado', en el que hablo de las mujeres de la familia: mi madre, mi tía, mis hermanas... En aquella España de posguerra todo estaba manga por hombro. Eso marca en un niño el horror que significaban algunas actitudes. Hasta que llego al instituto San Isidro, donde hay un profesor de literatura que ha sido actor y tiene otro concepto distinto del teatro. Gracias a él conozco otra perspectiva distinta, porque lo de la vocación siempre me ha sonado religioso. Irene en cambio sí que tenía esa vocación teatral desde niña.
–Ha trabajado en películas clave del cine español. ¿Siente que forma parte de su historia?
–No. He participado en películas que para mí han significado mucho como persona y como actor. Pero no soy consciente de que me tienen en cuenta muchas personas valiosas. Lo agradezco cuando me lo dicen, y me gusta formar parte de ese colectivo al que pertenecen Alfredo Landa y Pepe Sacristán. Tú vives una cotidianidad que no es como la de algunos actores americanos, no tienes una gran casa ni un yate. No creo que llegue a la docena de actores españoles los que los tengan.
–Ha vencido el pudor en sus memorias para hablar de sus amores con actrices.
–Era algo que estaba relacionado con las películas, por eso hablo de Elsa Baeza o Pier Angeli. No cuento relaciones que haya tenido en el teatro o en mi vida. Elsa fue la primera novia formal que tuve. Recuerdo las peripecias para acostarnos en los hoteles de Salamanca sin estar casados durante el rodaje de 'Nueve cartas a Berta', algo que hoy parece increíble. Y Pier Angeli aparece por el trágico final que tuvo dos años más tarde de 'Las endemoniadas' (se suicidó con barbitúricos).
–¿Le gustaba la vida bohemia?
–Tiene sus pros y sus contras. Vas de un sitio a otro y conoces a mucha gente interesante que luego no vuelves a ver. No estás en los momentos importantes de esos amigos, en sus celebraciones, cuando mueren. Esos vacíos en mi vida han sido muy dolorosos. La vida bohemia me ha dado melancolías y alegrías, momentos muy gratos y horarios distintos: aborrezco madrugar y me encanta la noche, cuando todo se queda en silencio. Me he considerado diferente a mucha gente, pero eso no es malo. La suma de individualidades es lo que hace la sociedad.
–Ser diferentes.
–No podemos dejar de tener criterio, creer que todo lo que nos dicen es verdad. Tenemos que molestarnos en averiguar las cosas y ser curiosos. A veces me piden un consejo para los actores que empiezan, lo cual es absurdo. Pero les digo que tienen que ser curiosos, mirar a su alrededor y ver gente. Hoy he estado en el hospital y al terminar me he sentado en la sala de espera a ver a la gente entrando y saliendo. Casi nadie mira a los ojos, es algo que me resulta indignante.
–Esa España que observa, ¿se parece a la que soñaba la gente de su generación?
– En bienestar la ha superado, en los años 60 era muy difícil imaginar esta España con autopistas y trenes de alta velocidad. Pero humanamente creíamos que iban a pasar otras cosas, que cuando terminase la dictadura franquista esto iba a ser distinto. Que la televisión iba a ayudar a una toma de contacto cultural del pueblo español, y eso no ha ocurrido. Nos hemos quedado siempre en una primera lectura. La gente hoy es mucho menos culta en un sentido exacto de la palabra, está menos formada que antes en las bellas artes, y eso me preocupa. Los jóvenes están formados de una manera técnica, se mira mucho el dinero. En el fútbol, por ejemplo, se habla de cifras y de la vida privada de los jugadores, no de calidades ni de los partidos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.