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Dice Leigh Whannell, director de la nueva adaptación de 'El hombre invisible', que hay actores con la sorprendente habilidad de hacer una película creíble tan solo con su presencia. El cineasta mete en ese saco a Elisabeth Moss (Los Ángeles, 1982) ... y no es para menos. La actriz de 37 años vive un momento dulce en su carrera gracias al éxito de 'El cuento de la criada', en donde encarna a June Osborne, la sirvienta que inicia la revolución en Gilead contra un patriarcado distópico que se ha salido de madre.
Cecilia, el papel al que ahora se enfrenta en esta reformulación del clásico de H. G. Wells, no deja de tener puntos en común con el personaje que la ha llevado a la fama. Porque 'El hombre invisible' que ha escrito Whannell y que llega a la cartelera el 28 de febrero pone el foco en la víctima. Moss da vida a una mujer maltratada que urde un plan para escapar de la casa en la que su pareja, un experto en óptica, la tiene encerrada. La joven logra huir y al cabo de unos días recibe una noticia alentadora: su exnovio se ha suicidado. Pronto, sin embargo, será víctima de una serie de sucesos extraños. «Me parece un acercamiento brillante y mucho más interesante. Al fin y al cabo, uno no quiere contar la misma historia una y otra vez», reflexiona la intérprete, durante un encuentro con periodistas.
De nuevo una cinta de género aprovecha el medio para poner un asunto de actualidad, como la violencia machista, sobre la mesa. La idea de «esa voz femenina que se trata de silenciar» o «el miedo de las mujeres a hablar porque a menudo no nos creen, porque nos ven como bobas o como excesivamente emocionales» están presentes en una película que utiliza el horror y el suspense para abordar un tema tan cruento como espinoso. «En realidad, esto ya ocurría en los setenta con películas como 'El exorcista' o 'El resplandor', que contaban con un mensaje subyacente muy importante más allá del horror», recuerda quien califica los casos de violencia de género como «una epidemia».
No descarta, tampoco, que movimientos como el #MeToo o la ola feminista que ha surgido con fuerza en los últimos años hayan propiciado que géneros tradicionalmente masculinos como el terror introduzcan estos nuevos elementos. Sin ir más lejos, a juicio de la actriz, que una película como 'Parásitos' haya ganado el Oscar a la mejor película «lo cambia todo» porque significa que «el cine fantástico y de terror empieza a ser parte de la conversación, cuando antes ni siquiera se tenía en cuenta para los premios».
Simpática y extrovertida, Moss juega con los anillos que adornan sus manos mientras detalla las vicisitudes del rodaje y se quita mérito a la hora de hablar de un trabajo que se mueve entre la contención y la visceralidad, y a todas luces complejo, dado que la actriz debe reaccionar en muchas ocasiones a la nada. «Gran parte de mi trabajo es tirar de imaginación, crear algo que no está ahí o trabajar con un equipo de cincuenta personas y hacer como si no estuvieran», indica, «así que no ha sido un gran salto con respecto a mi labor habitual». Eso sí, «hemos contratado las mejores sillas y el mejor mobiliario», dice divertida.
Miembro de la Cienciología -«Prefiero mantener mi vida laboral separada de la personal», sostiene para no entrar en el tema-, no esconde tampoco las similitudes con su papel en 'El cuento de la criada': «Es verdad que hay un poco de June, pero quería hacer un personaje muy diferente». En su opinión, Cecilia es una mujer «más abierta, muy vulnerable y tímida». No es, en ningún caso, una superheroína ni una líder, «es una persona absolutamente traumatizada y rota, que tiene miedo a todo». Y pese a que los borde, en su afán no está interpretar a mujeres que se rebelen contra el heteropatriarcado. «En general, busco una buena historia y un papel que resulte convincente y atractivo», sentencia.
Contaba Leigh Whannell, en su reciente visita a España, que cuando uno oye hablar de 'El hombre invisible' tiende a imaginarse unas gafas de sol suspendidas en el aire. Su intención, con esta nueva adaptación a cargo de la eficaz Blumhouse Productions, era deshacerse de esa divertida, aunque algo casposa, puesta en escena. Lo consigue. Protagonizada por una estupenda Elisabeth Moss -la actriz se está especializando en acabar con el heteropatriarcado-, la nueva adaptación del relato de H. G. Wells da una vuelta de tuerca al argumento y pone el foco en la víctima.
Moss encarna a Cecilia, que al inicio del filme logra escapar de la mansión donde su pareja, un experto en óptica, la tiene retenida. Meses más tarde, la joven recibe la noticia de que el maltratador se ha suicidado. Pronto comenzarán a ocurrir cosas extrañas a su alrededor. Tensa y agobiante, 'El hombre invisible' funciona gracias a unos personajes muy bien escritos y a un guion que admite dobles lecturas. La puesta en escena, que mezcla efectos especiales de la vieja hornada con CGI, remite directamente al universo Blumhouse. Solo tiene un pero: obliga al espectador a suspender su incredulidad varias veces.
Cabe preguntarse si después de ponerse en la piel de personajes tan intensos y complejos como estos, resulta difícil deshacerse de ellos. Moss niega la mayor. «Me parece absurdo cuando algunos actores dicen que les ha costado salir de un papel», reconoce parodiando esa intensidad que se les presupone. «No estamos honrando a las personas que han sufrido los problemas que estamos interpretando -justifica-. No es algo que trate sobre mí y por lo tanto no tengo ningún problema en salir de ello».
¿Y qué haría si fuera invisible? «Cogería el dinero de gente rica que no lo está utilizando bien y lo destinaría a cosas buenas. Algo así como Robin Hood», concluye resuelta.
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