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A la cartelera sumamente jugosa que abre el año se une estos días 'The Holdovers', aka 'Los que se quedan', conviviendo con la estupenda 'Fallen Leaves', viva el minimalismo de Kaurismaki, o la premiada 'Anatomía de una caída', entre otros filmes de recibo. Lo último ... de Alexander Payne, con tres nominaciones en los Globos de Oro, es una delicia cinematográfica de notable acabado, con un Paul Giamatti excelso que traspasa la pantalla. El villano máximo de la última temporada de '30 monedas', de peculiar filmografía, suena para los Oscar, y no es para menos. Ya demostró su incontestable valía, de largo, en títulos de interés como 'American Splendor', encarnando al guionista de cómic Harvey Pekar, o 'Entre copas', con el propio Payne detrás de la cámara. En esta ocasión el veterano actor da un paso de gigante afinando al máximo una interpretación memorable.
Da vida a un profesor de un colegio privado solo para chicos a principios de los años 70. Estricto y culto, no deja pasar una al alumnado. La institución lo es todo para él, hasta el punto de que apenas sale al exterior. No tiene vida, más allá de sus paredes. De mirada estrábica y aspecto avejentado, es la diana de las bromas de algunos estudiantes que le apodan «El bizco». Los exámenes sorpresa y las notas bajas que pueden truncar sueños son su especialidad. Gruñón y borrachín, ha optado por abrazar la soledad en un mundo que no le convence. Su misantropía se tambalea cuando le toca vigilar a un grupo de chavales que se ven obligados a quedarse en la escuela durante las vacaciones de Navidad. Sus familias están demasiado lejos en tan señaladas fechas o, directamente, pasan de su descendencia. En este ambiente surge una familia improbable, se establecen lazos afectivos inesperados y los personajes evolucionan inevitablemente al generarse una empatía entrañable.
En 'Los que se quedan', emotiva a rabiar, se respira la Navidad sin imágenes que lo subrayen. La película se muestra como el retrato humano de una época del año donde, necesariamente, no todo es alegría. Hay quien sobrevive a estas fechas sumido en una soledad no siempre buscada, acaso encontrada u obligada. Payne, como ya acreditó en la estupenda 'Nebraska', se preocupa por situaciones del vivir cada día que pueden resultar cómicas, dramáticas y reveladoras a un mismo tiempo. Conquistó a crítica y audiencia con 'Entre copas', tras 'A propósito de Schmidt', y ya venía de firmar la reivindicable 'Election', o cómo explicar qué es la política mediante una comedia estudiantil que parece otra cosa. La melancolía es una de las sensaciones que mejor sabe plasmar el responsable de 'Los descendientes'.
Su nuevo filme comienza con un paisaje nevado que inunda el encuadre, con uno de tantos temazos como nutrida banda sonora. Destaca 'Silver Joy', de Damien Jurado, pero suenan también canciones, bien integradas, de The Allman Brothers, The Temptations, The Swingle Singers, The Trapp Family Singers, Herb Alpert & The Tijuana Brass o Chet Baker. El helado escenario sitúa al espectador ante una historia de personajes que comienzan conviviendo a su pesar y terminan salvándose de un ocaso existencial. Convivir con la depresión une al agrio profesor con una cocinera que acaba de perder a su hijo militar, interpretada con acierto por Da'Vine Joy Randolph ('The Idol'), y un joven de familia adinerada que no encuentra su sitio, encarnado con carisma por el debutante Dominic Sessa. Los tres se apoyan, funden sus almas y acaban resituándose en un mundo que necesitan resignificar. El final de la travesía es el mejor posible, aparentemente triste pero brillante y esperanzador.
'Los que se quedan', ambientada con gusto, apelando irremediablemente a la nostalgia, recupera un cine americano de otro tiempo, sensible y adulto. Habla de la pérdida, de las segundas oportunidades, del perdón, el duelo y la calma espiritual, con momentos divertidos que endulzan el drama de un puñado de personajes con los cuales es inevitable encariñarse, aunque reúnan algunas características decadentes. La bondad es posible ante la adversidad. 'El club de los poetas muertos', más luminosa, sobrevuela sobre una de las grandes propuestas de la actual cartelera que, por ponerle un pero, deja de lado, a pesar de la naturaleza de sus roles principales, otros temas evidentes sobre la mesa como el racismo o la conciencia de clase.
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