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El punto de partida de 'Mari(dos)', la cinta dirigida por Lucía Alemany que llega este viernes a la cartelera, es tan imposible como refrescante. Toni (Paco León) y Emilio (Ernesto Alterio) reciben una llamada: sus esposas están en coma tras un alud en una ... estación de esquí. Ambos se conocen de camino al hospital de montaña, con los nervios a flor de piel, pero cuando se presentan ante el mostrador de admisiones hacen un descubrimiento sorprendente y es que están casados con la misma persona. Comienza así una comedia ácida y entretenida en la que Emilio y Toni luchan por demostrar quién de los dos es el único y auténtico marido.
Cabe preguntar a los protagonistas de esta historia si alguna vez se han visto envueltos en una batalla campal por el amor de otra persona. «Al nivel de estos personajes no me ha pasado nunca», responde Alterio (Buenos Aires, 52 años). «Lo que pasa es que cuando se enfrentan, ya ha pasado todo y no hay mas vueltas que darle. Hay que asumirlo como se pueda porque darte cuenta de que tu mujer tiene otra vida en Barcelona con otro marido y otro hijo... A ver cómo se come eso», señala. «A mí tampoco me ha pasado nada parecido. Es que es muy fuerte descubrir que no sabes nada de la otra persona», añade, por su parte, León (Sevilla, 48 años).
Escrita por Pablo Alén y Breixo Corral, fue el guion lo que llamó la atención de los dos actores. «Son unos guionistas estupendos», resume el sevillano, que ya había formado parte de 'Tres bodas de más', uno de sus proyectos. «Nos propusieron trabajar el uno con el otro y solo con eso ya nos convencieron... Después dinero, pusieron mucho dinero», apostilla León con un brillo en la mirada, provocando la carcajada de Alterio. La sintonía entre ambos se palpa en la película y también fuera de ella.
A través de la comedia se habla de cambios sociales como las nuevas masculinidades. Ahora bien, ¿pueden dos hombres de 48 y 52 años no ser machistas o es inevitable? «Hombre, hay mucha cosa heredada, pero algo se puede hacer», afirma Alterio. «Se debe intentar, pero es verdad que hasta estos personajes que son urbanos, se creen modernos y tienen sus estudios, tienen mucho que deconstruir y muchas capitas de toxicidad que yo creo que todos tenemos, incluidas las mujeres. Todos hemos sido criados en un contexto donde desconfiar de uno mismo es una buena actitud», replica León.
Se atisban también referencias a los nuevos modelos de familia e incluso asuntos como el poliamor, así que la cinta podría servir incluso a abrir las mentes más conservadoras. «De alguna manera, viene a poner sobre la mesa estas cuestiones que están ahora en la conversación», deja caer Alterio. «Creo que es necesario reírnos de ciertos temas porque a través de la risa se descontracturan muchas cosas. La comedia funciona como una especie de bálsamo. Te vas a reír pero luego vas a pensar sobre ciertas cosas y comportamientos y eso significa que es una buena puerta de entradas para hablar de temas que nos atañen», completa el actor.
Y, pese a lo que pueda parecer, durante el rodaje no pasaron frío. «Es fundamentalmente nieve falsa –desliza Alterio–. Tal vez un día estuvimos incómodos, pero fue llevadero». «A ver, ahora me estoy acordando de Raúl, que se pegó una piña en el telesilla... Él tiene una edad. Lo ven robusto pero está podrido por dentro y claro», se sincera León. «Se enfadó mucho, yo nunca lo había visto enfadado», asiente Alterio. «Hombre, lo tiraron del telesilla», se cachondea León. Hablan de Raúl Cimas, que da vida al responsable del hospital, un inepto en la medicina que se ha visto obligado a heredar el centro hospitalario de su padre, aunque no le interese lo más mínimo.
Con tanto cachondeo, ¿no pierde fuerza el mensaje de la película, no lo banaliza? León niega la mayor: «Yo creo que no, la comedia no banaliza nada, depende de cómo se haga y del tema que se utilice. Decir que Berlanga banalizaba sobre la pena de muerte... Es justo lo contrario. A veces con un poco de azúcar, es el vehículo también para transmitir cosas. A mí me encanta cuando se cuenta lo más gordo con jijijaja».
Es más, Paco León está convencido de que cualquier tema se puede tratar desde la comedia. «Se debería. Ahora mismo estamos en un momento complicado porque la corrección política hace muy estrecho el camino pero creo que eso tendría que incentivarnos a ser más ingeniosos y a arriesgarse también. Aunque la cagues, aunque te critiquen, hay que arriesgarse».
Cuenta Alterio que hubo espacio para la improvisación. «Siempre surgían cosas. Podíamos crear y enriquecer el material de partida desde los ensayos. En ese sentido, fue un rodaje muy placentero», sostiene. Lo corrobora León, que asegura que Lucía «incentivó» esa participación. A su juicio, la cineasta lo ha bordado con su segunda película. «Era un marrón bastante grande, pero le ha conseguido dar una personalidad, jugando con la estética de wéstern. Muchas veces las comedias son simplonas en ese aspecto», reconoce.
Curiosamente, las comedias nunca están presentes en las quinielas de los premios. «Eso es porque nos tienen rabia y envidia porque llenamos los cines. No tienen el prestigio y el reconocimiento de otros géneros, pero tienen el cariño del público, que es lo mejor», bromea León. «Creo que eso no va a cambiar, pero es algo histórico. Es que parece que es más sencilla y que necesita menos implicación, y es todo lo contrario. Alude a una cosa que es casi magia, que es hacer reír y para eso no hay fórmulas. O se produce o no, y eso es un valor», concluye Alterio.
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