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Si David Fincher rodó 'El club de la lucha', David Marqués ha elegido mostrarnos en su sexto largometraje como director 'El club del paro'. Si Chuck Palahniuk ideó a Tyler Durden como un oscuro genio anárquico que aspiraba a vengarse de una sociedad paralizada por ... el consumismo exacerbado, los cuatro protagonistas de 'El club del paro' tan solo pretenden encontrar trabajo. Al menos, tres de ellos, porque el cuarto, interpretado por un Adrià Collado a medio camino entre Forrest Gump y Gabino Diego en 'Torrente 2', ha acabado como jefe de sección de un periódico sin hacer méritos.
Ese personaje al que le falta un hervor es también el único que puede presumir de una vida familiar normal. David Marqués, director de 'Aislados' y 'En fuera de juego', arranca el filme en uno de esos bares de barrio donde los parroquianos que no tienen nada mejor que hacer se dedican a arreglar el mundo. Por un momento, el reto de 'El club del paro' parece acompañarles durante 83 minutos tomando cañitas (el primer sonido de esta sátira es un botellín descorchándose). Sin embargo, pronto profundizaremos en la vida de los personajes gracias a los flashbacks y a sus testimonios a cámara, con la excusa de que un programa televisivo ha venido a grabar al barrio.
Así, sabremos que Carlos Areces trabajaba junto a Adriá Collado en un diario del que fue despedido tras hacerle perder al mus a su director (Antonio Resines). Padre de cinco hijos, está tan amargado como el friqui al que da vida Fernando Tejero, que vive obsesionado por complots y conspiraciones. Devoto de 'Cuarto Milenio', rechaza trabajo tras trabajo con excusas loquísimas. Finalmente, el último de los cuatro pobres diablos interpretado por Eric Francés es el típico jeta buscavidas especialista en trapichear y recibir subvenciones sin un ápice de moral.
Marqués, guionista de la taquillera 'Campeones' y 'Descarrilados', no acierta a hilvanar una trama deslavazada que se basa en un humor muy pedestre. 'El club del paro' es una comedia fea visualmente, poblada por zoquetes que no paran de hablar en ningún momento sin que ninguno de ellos logre despertar nuestra simpatía. Para colmo, las referencias a la actualidad, de Pablo Iglesias a 'Sálvame', acercan peligrosamente la película al sketch televisivo ramplón y predecible.
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