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'La ermita' ha irrumpido en la cartelera. Se trata de una película rodada en el País Vasco con Belén Rueda de protagonista y la niña debutante Maia Zaitegi, el alma de una historia de fantasmas que dirige Carlota Pereda, quien llamó la atención el ... pasado año con 'Cerdita'. Estamos ante un filme que no tiene fácil encontrar a su público potencial, más grande de lo que pueda parecer a simple vista. Es más un drama con toques de humor que un cuento macabro, aunque goce de algunos momentos escalofriantes. Ha podido verse en festivales como el de Sitges o la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. La propia directora firma el guion junto Albert Bertran Bas y Carmelo Viera. Rueda encarna a una médium escéptica que vuelve al pueblo donde creció. Completan el reparto Josean Bengoetxea ('Loreak'), Loreto Mauleón ('Patria'), Jon Olivares ('Patria'), Elena Irureta ('Flores de otro mundo') y Nagore Aranburu ('Ane').
-¿Qué tal fue rodar en el País Vasco?
-Muy bien, todo el equipo técnico era maravilloso y además estaban entregados para que nos sintiéramos como en casa. Pusieron mucho afán en que supiésemos cosas de la cultura vasca. Entre eso y cursos intensivos de euskera…
-Cierto, hay escenas que suenan en euskera.
-Rodamos tres días solo en euskera, es como hablaba principalmente la niña protagonista. Durante todo el rodaje era así con la claqueta, o al gritar acción. El equipo de claqueta era de Madrid y daba la claqueta en euskera. Fue complicado luego a la hora de sincronizar en sonido. La comida, el ambiente, ha sido una gozada, la verdad… He estado muy cómoda rodando en el País Vasco.
-La historia inicial transcurría en Edimburgo, es una leyenda que viene de allí.
-Se iba a rodar en inglés, supongo que para conseguir más dinero en la financiación al ser internacional, pero a mi me parecía que la historia tenía que ser más íntima, con situaciones que podía conocer más. Los elementos góticos del primer guion me interesaban, pero había cosas que no me tiraban tanto. Quería pegarlo más a la realidad y por eso la traje aquí, a un imaginario que tiene que ver con el norte. La película vino al País Vasco por mi. Empecé a escribir con una ermita que vi en Internet, en Navarra, y luego fue la misma ermita en la que rodamos.
-Al localizar espacios para el rodaje, ¿surgieron ideas?
-Sí, de hecho cambias cosas al rodar, siempre es así, pero esta película estaba muy pensada desde el principio. Considero que soy escritora del método y necesito escribir las últimas versiones de la historia en el lugar donde se filma. Lo mismo a la hora de colocar la cámara.
-Necesitas estar en el sitio para tener la planificación final.
-No soy nada mística, pero sí hay algo en los lugares que te inspiran. Te dicen cómo tiene que estar rodado. Huyo del plano y contraplano. No voy a lo fácil, si puedo, a no ser que no me quede más remedio. Busco un lenguaje visual que ayude especialmente a crear una atmósfera en el género fantástico.
-El proyecto te llega cuando todavía no estaba en marcha tu ópera prima, 'Cerdita'.
-Ni la había rodado. Me llegó estando en pandemia. Se puede decir que la propuesta empieza como un encargo, pero… ¿cómo ruedas un encargo? Siempre lo haces tuyo.
-Hay quien es funcional pero aquí se nota que está tu mano.
-El humor y la fantasía, o el personaje de Belén Rueda, son de mi cosecha. No sé trabajar de otra manera. Hasta donde llegas, tienes que intentar que el proyecto sea lo más tuyo posible.
-A veces te mueves en el costumbrismo, hay un aparte de fantástico, incluso terror. Puede recordar al cine coreano, con los cambios de tono.
-Me encanta el cine coreano y, efectivamente, es mi principal referencia en cuanto al tono. También lo hacía Tobe Hooper, director de 'La matanza de Texas'. Es muy arriesgado, pero al final es lo interesante.
-Se nota, especialmente en el clímax, la influencia del cine oriental. Hay momentos muy dramáticos. Resuena Miyazaki.
-Sí, 'Mi vecino Totoro' anda por ahí, sin duda es una referencia enorme. Ahí está el paraguas bajo la lluvia que lleva Belén.
-Drama y terror se dan la mano.
-Te lanzas a la piscina y quienes te acompañan lo hacen hasta el fondo. Ese es el juego. Los proyectos en los que me embarco tienen que conectar conmigo emocionalmente. Hay que asumir algún riesgo cuando haces cine, es un reto que me planteo a mi misma. Ya pasaba en 'Cerdita', no se puede saber bien qué género es.
-El rostro de Belén Rueda está asociado desde 'El orfanato' con un tipo de cine de terror, pero la película la puede disfrutar mucho un público alejado de este género.
-La película está hecha para que vayan a verla, para entendernos rápido, las abuelas y los niños de 12 años. Un público amplio. Las historias de fantasmas tienen mucho de drama, desde 'La mujer de negro' a 'Los inocentes', o las series de Netflix de Mike Flanagan. La película está pensada para ese público. Tiene también que ver con el cine que veíamos nosotros cuando éramos pequeños. No ibas a ver cine de terror expresamente, ibas a ver películas y no había una división tan marcada en cuanto a géneros. Se confundían.
-Es inevitable relacionarla con otras películas con puntos en común como 'Un monstruo viene a verme' o 'Soy una matagigantes'.
-Conozco sobre todo el cómic del que parte 'Soy una matagigantes'. Hay elementos que tienen que ver, pero he procurado no ver las películas, aunque me he leído el tebeo de Ken Niimura y Joe Kelly. No quería que me vampirizasen otras obras.
-Tus influencias son muy variadas.
-Cuando estás trabajando en algo es lógico que te influya lo que estás leyendo, ya sea un cómic o un libro.
-Importante también el empleo del terror como metáfora. Los protagonistas exorcizan sus demonios.
-Las historias de fantasmas siempre parten de eso. Son traumas o nuestros propios miedos. Me encanta la literatura gótica, contar algo desde ese personaje que llega a una casa cerrada e inhóspita...
-¿Como surgió el personaje de Belén Rueda?
-En las primeras versiones del guion era un médium real, un hombre cuya madre estaba encerrada en un psiquiátrico. No tenía el conflicto con la madre, era alcohólico, otro rollo. Me gustó la idea de que sea alguien que no cree en lo sobrenatural, por historias de la vida. Hay amargura y humor en el personaje.
-La película también se puede relacionar con la etiqueta folk horror, que está en auge en el género fantástico. Os inventáis una fiesta que se asemeja a Halloween.
-Me gustaba la idea de que hay una fiesta que sucede en el pueblo todos los años. Es algo habitual en la realidad. Una ermita en la que murió gente emparedada, algo muy trágico, pero hacemos una fiesta con txoznas para celebrarlo. Y vendemos muñecos. Un rollo macabro pero festivo, muy divertido.
-¿Cómo fue el proceso de selección de la niña protagonista?
-Apostamos por ella tras convencer a todo el mundo que podía hacerlo. Teníamos bastantes opciones pero ella tenía magia. Empecé a ensayar con ella improvisando. Nos dimos cuenta de que iba a suponer emplear mucho tiempo y esfuerzo en la grabación pero merecía la pena. Por su mirada ya tenías el personaje. La película es ella. Estuvimos un mes y medio de ensayos. Se lo pasaba bien, como si fuese un parque de atracciones, colgándole de cables en alguna escena. Con Josean Bengoetxea se reía mucho. No rompimos ninguna infancia.
-Sonó Rosalía en el rodaje.
-Varias veces, porque a la niña le encanta. Se cita en un diálogo. Era importante. Bailaba con los actores disfrazados de monstruo. Así vivía el rodaje de otra manera.
-Los efectos visuales están muy logrados.
-Ya había trabajado con el equipo en 'Cerdita' y hacen un trabajo excelente. Teníamos muy claro que queríamos unos efectos que estuviesen muy integrados en la película. Que no chirriasen porque te pueden sacar de la película. Hablamos mucho con arte y todos los departamentos para que todo encajase.
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