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«Me gusta retratar mundos que me son cercanos o que sé que existen, partir de la realidad para contar historias», explicaba Carla Simón (Barcelona, 35 años) al hilo del estreno de su ópera prima. En 'Verano 1993' (2017), la flamante ganadora del Oso de ... Oro por 'Alcarràs' estaba contando su propia infancia y llevando a la pantalla el duro palo que sufrió en las vacaciones estivales de aquel año fatídico: el sida le robó a su madre, dos años después que a su padre, y se fue a vivir con sus tíos.
A juzgar por los cortometrajes que había realizado antes, llevaba tiempo preparándose para este largometraje lleno de intimidad y frescura que acabó llevándose tres goyas, entre ellos el de mejor dirección novel, y fue galardonado como mejor ópera prima en la Berlinale, el Festival Internacional de Cine de Berlín. Dado que ella no heredó el VIH de su madre, tenía curiosidad por ver cómo se sentían los jóvenes que sí habían nacido con ello. Así fue como surgió 'Born Positive' (2012), un ejercicio documental que desarrolló en la London Film School, donde se especializó en guion y dirección gracias a una beca y después de graduarse en Comunicación Audiovisual por la Universidad Autónoma de Barcelona en 2009. Cuando dirigió 'Lipstick' (2013), un corto de ficción en el que dos niños se encuentran a su abuela muerta, fue cuando sintió que quería seguir explorando la relación entre los más pequeños y la muerte y decidió que 'Verano 1993' sería su primer largometraje. 'Las pequeñas cosas' (2015) ahondaba en la relación entre su tía y su abuela, personajes que acabarían llegando a la película, y 'Llacunes' (2016) surgió durante la escritura del guion de 'Verano 1993'. La cineasta, que adora retratar la cotidianidad, no tenía recuerdos de su madre y desarrolló un cortometraje experimental donde ponía voz a sus cartas e iba a los lugares donde las había escrito para recuperar su memoria.
En 'Alcarràs', la cinta que se llevó el este miércoles el reconocimiento a la mejor película de la Berlinale, parte también de sus vivencias personales y sigue explorando sus raíces, en concreto las de su familia materna, que se ha dedicado al cultivo de frutales de manera artesanal, un sector que no pasa por su mejor momento debido a la caída de los precios y a la falta de relevo generacional.
Pero en la cinta, donde ficción y documental se dan la mano, se aborda la historia de los Solé, una familia ficticia que después de ochenta años cultivando la misma tierra, se reúne por última vez para la recogida de la cosecha de melocotones, antes de que la finca se convierta en una planta de placas solares. «Sentía un deseo muy fuerte de retratar un mundo que se acaba», contaba estos días en Berlín. «Esta es una historia sobre la pertenencia a una tierra, a un lugar, pero también un drama sobre las perpetuas tensiones generacionales, la superación de antiguas tradiciones y la importancia de la unidad familiar en tiempos de crisis», decía justo antes de iniciar el rodaje en Alcarràs, un municipio al oeste de Lleida, de 9.000 habitantes, donde viven sus primos y sus tíos. Tuvo que posponerse un año debido a la pandemia, ya que el rodaje debía ser entre los meses de junio y agosto cuando se recogen los melocotones y los paraguayos.
Parte de la verdad y de esa naturalidad que encierra la cinta tiene que ver con el reparto coral que protagoniza la película, formado por actores no profesionales y trabajadores de la tierra de esa zona. El proceso de selección, que se alargó hasta casi un año, les llevó por las fiestas mayores, de pueblo en pueblo, hasta dieron con quienes pondrían finalmente rostro a los abuelos, los hermanos y los nietos de las tres generaciones que protagonizan el largometraje. Fue esa sinceridad la que el miércoles premió el jurado, presidido por M. Night Shyamalan, que habló de «sus extraordinarias interpretaciones».
«Es muy fuerte porque me dijeron que mientras veían la película pensaban que los actores eran familia de verdad y que, cuando llegaron los créditos, se dieron cuenta de que tenían apellidos distintos», contaba este jueves Simón en una entrevista concedida a RTVE. La directora, discreta en su vida privada y ausente de las redes sociales, afirmó, poco después de ganar, que 'Alcarràs' es la demostración de que «con algo más de presupuesto se puede llegar muy lejos» y espera que el premio sirva para mejorar los presupuestos en España, donde «estamos acostumbrados a hacer cine de autor precario», aseguró quien además de dirigir también imparte clases de cine.
El miércoles la localidad de la que la película toma el nombre, que organizó una fiesta para ver en directo la entrega de premios junto a catorce de los actores, estalló de júbilo al saberse ganadora. «Hemos cumplido un sueño inesperado. El éxito de esta película tiene que servir para el reconocimiento y la dignificación de nuestros payeses», decía ayer su alcalde, Jordi Janés Girós.
La cinta, que se estrenará en España el 29 de abril, iba a competir por la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, que se celebrará del 18 al 27 de marzo. Al final, la organización y los productores decidieron que formara parte de la sección oficial pero fuera de concurso.
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