Jennifer Lawrence
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Jennifer Lawrence
Dice Jennifer Lawrence (Indian Hills, Kentucky; 32 años) que no tenía pensado volver a actuar al menos «hasta dentro de un año». La protagonista de 'Los juegos del hambre' fue madre de su primer bebé en febrero del pasado año y su intención era «seguir ... de baja un año más» para dedicarse al cuidado del pequeño. Un guion de su amigo Gene Stupnitsky, director de 'Chicos malos' y guionista de 'The Office', le hizo cambiar de opinión. «Es que llevaba muchísimo tiempo queriendo hacer comedia y este es el guion más gracioso que he leído en mi vida», dice con desparpajo Lawrence desde el Four Seasons de Madrid, donde tuvieron lugar las entrevistas promocionales de 'Sin malos rollos', la cinta que este viernes llega a la cartelera.
En la película, una suerte de actualización de las comedias universitarias gamberras a la 'American Pie', con la misma escatología pero con algo menos de pegada, la actriz da vida a Maddie, una treintañera que no pasa por su mejor momento. Camarera en un restaurante junto a la playa, ha heredado la casa de su madre, pero sus escasos ingresos económicos le impiden hacer frente al pago de impuestos y le acaban de embargar el coche con el que se sacaba un sobresueldo como conductor en Uber. Si su situación no mejora, es posible que la casa sea la siguiente damnificada.
Consciente de ello, busca un vehículo de segunda mano con el que recuperar esa fuente de ingresos y entonces se topa con un curioso anuncio. Unos padres prometen regalar un coche a la joven que seduzca a su tímido e inexperto hijo de 19 años antes de que este se marche a la universidad, no solo para que tenga su primera experiencia íntima sino también con la idea de convertirlo en un tipo más seguro de sí mismo. Lo más curioso es que el anuncio se inspira en un clasificado real que apareció en Craiglist, una página web estadounidense con anuncios de todo tipo. Cuando Stupnitsky le dejó caer en una cena que estaba desarrollando una historia en torno a aquella idea, Lawrence se moría de la risa. «Simplemente pensé en lo gracioso que era imaginar al tipo de persona que escribiría un anuncio así y también a la persona que respondería».
Ese chaval introvertido al que Maddie debe ayudar a salir del caparazón es Percy. Lo encarna Andrew B. Feldman (Manhasset, Nueva York, 21 años), un actor y cantante curtido fundamentalmente en el teatro musical -hay una secuencia donde se despacha a gusto en este a gusto- que coprotagoniza su primera película y está entusiasmado en el que es uno de sus primeros junkets. Con esa precariedad y esa falta de oportunidades de telón de fondo para la comedia, cabe preguntarle si cree que los jóvenes hoy en día están en peor situación que los de hace unas décadas. «Todo está, desde luego, más caro», responde. A su juicio, en algunos temas, los jóvenes tienen más oportunidades, «como por ejemplo cuando hablamos de la fama, que se ha democratizado más con las redes sociales», afirma. «Pero ahora es mucho más difícil ir a la universidad porque es mucho más caro y está reservada para gente como Percy, que nace en una familia rica. Así que sí, hay menos oportunidades para los jóvenes y eso da un poco de miedo».
Con la comedia como lubricante, 'Sin malos rollos' aborda temas como las relaciones desiguales, el desarrollo hacia la madurez, la primera vez que tanto parece obsesionar a los estadounidenses, e incluso la prostitución. ¿Todos tenemos un precio? «Yo apoyo a las trabajadoras sexuales -apunta Lawrence, también productora de la ficción-, pero Maddie no es una prostituta. Hay mucha oscuridad en esta película y sí que la aligeramos. Es una comedia negra, no muy apropiada, y los personajes están ahí para burlarse y reírse de todos, incluido de sí mismos».
En este sentido, una parte importante del largometraje basa su humor en la comedia más física: los golpes, las vomitonas inesperadas o los atropellos más o menos involuntarios… Lawrence está convencida de que el buen actor es aquel «que no tiene miedo a reírse de sí». A su lado, Feldman, lo corrobora: «Desde luego. Como actor, considero que lo que hacemos es muy tonto. Y habrá personas que no necesariamente estén de acuerdo conmigo en nuestra industria, que se lo toman muy muy en serio. Y entiendo que obtenemos grandes interpretaciones de ellos, pero estamos jugando todos los días a fingir, a disfrazarnos», señala.
Buena parte de la culpa de que sigan metiéndose en la piel de nuevos personajes radica en los guionistas. La huelga iniciada a principios de mayo en Hollywood ha paralizado la industria. «Los apoyamos completamente», sentencia Lawrence. «Es una huelga crucial y esencial. Ya era hora», dice enérgico Feldman. «Cambió la distribución, la televisión y el cine, y eso no debería beneficiar solo a los que han hecho ese cambio sino también a los guionistas».
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