Gracias, Pepa

Para los de mi generación, Marisol fue la imagen de la modernidad frente a otros niños famosos de la época, terriblemente rancios ya desde pequeños. La evolución fue la de su generación. Niña 'prodigio' (y pónganles todas las comillas posibles), chica yeyé, cantante con cada vez una mayor conciencia social, pasando de cantar a Palito Ortega a hacerlo a Serrat; mujer con conciencia política, con una vida muy complicada, donde todo el mundo la quería utilizar, que iba de desengaño en desengaño, hasta que por fin decidió, con una enorme lucidez, apartarse de todo. Me hubiese gustado haberme atrevido a darle las gracias en aquel Festival de San Sebastián donde había presentado 'Caso cerrado', en la posterior tertulia en La Perla tras la proyección, donde coincidí, entre otros, con Juan Diego o Alfonso Eduardo. Mi habitual timidez me impidió hacerlo. Pensaba que no venía a cuento. Lo hago ahora: Gracias Pepa. No cambies nunca. Y ustedes no se pierdan el documental.