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Hace casi veinte años, Fernando León y Javier Bardem nos contaron la fábula de la cigarra y la hormiga en 'Los lunes al sol'. «¡Qué hija de puta la hormiga!», concluía aquel parado víctima de la reconversión industrial, descontento con la moraleja de una fábula ... que ensalzaba el trabajo esforzado, aunque no dijera qué pasa cuándo naces cigarra sin alma especuladora. Actor y director vuelven a unirse en 'El buen patrón', a concurso en San Sebastián, que puede verse como el reverso tenebroso de 'Los lunes al sol'. Sus protagonistas ya no son víctimas de la reconversión industrial, sino empleados de una empresa de balanzas en una ciudad de provincias a merced del dueño, encarnado por un arrebatador Javier Bardem.
Con una voz nasal y el pelo canoso, como recién vestido en Cortefiel y con cierto aire viejuno a bordo de un Jaguar con ya unos añitos, Don Julio Blanco se dispone a recibir el premio a la excelencia empresarial otorgado por el gobierno regional y por el que compiten tres compañías. Una comisión debe visitar Básculas Blanco y certificar que, efectivamente, reina la armonía entre sus trabajadores y priman los valores que este patrón que llama a sus empleados los hijos que él no tuvo pintó en la entrada de la fábrica: esfuerzo, equilibrio y fidelidad. Con muy mala leche, Fernando León da la bienvenida a la empresa con una verja muy parecida a la puerta de entrada al campo de concentración de Auschwitz, coronada por el tristemente célebre 'Arbeit macht frei', el trabajo os hará libres.
'El buen patrón', que llegará a los cines el 15 de octubre, retrata a un modelo de empresario que actúa como cacique local, un conseguidor de favores a un paso del Padrino de Coppola, que no duda en llamar al alcalde o al dueño del periódico para recordarles que es una de las fuerzas vivas de la región. El gran tema de esta sátira es cómo, por desgracia, las relaciones laborales y las personales se mezclan sin que podamos separar nuestra vida privada de la laboral. El protagonista, al que en los primeros compases hasta podemos tomar por un buen tipo en su paternalismo empresarial, no duda en inmiscuirse en los asuntos personales de sus trabajadores si eso redunda en el bien de la empresa. También se acuesta con las becarias y frecuenta puticlubs, pero Fernando León no lo retrata de manera demasiado paródica o sangrante para hacerlo más humano.
El señor Blanco será psicólogo, consejero matrimonial y mediador hasta lograr que sus empleados no tengan más vida que la empresa. El director de 'Familia' reconoce que en otras películas se frenaba a la hora de apostar por el humor, pero en esta no se ha cortado. Ningún personaje se salva. Si hace veinte años, los obreros de 'Los lunes al sol' tenían conciencia de clase, hoy los trabajadores de 'El buen patrón' se saben solos, sin sindicatos, y compiten en su feroz individualismo. Irónicamente, solo el vigilante jurado encarnado por Fernando Albizu, el único personaje armado, demuestra humanidad y solidaridad. La película se va tornando cada vez más oscura y dramática hasta un desenlace que, como es habitual en el cine de Fernando León, adquiere el cariz de una fábula pesimista.
«Una escritura tan fina y honda como la de Fernando es un regalo para el actor», alabó Javier Bardem, firma candidato al Premio de Interpretación, que este año en Donosti no distingue entre actor y actriz. Bardem no se basó en ninguna persona en concreto. «Solo había que poner el ojo y el oído y reconocer a ciertos tipos. En una primera lectura del guion te puede parecer desagradable, pero al final encuentras sus razones. Esa es la parte divertida y didáctica de la interpretación. A veces me parecía un personaje difícil de defender y otras le admiraba por el morro que tiene».
La trama de 'El buen patrón' a veces puede pecar de rocambolesca por la manera en que el protagonista se inmiscuye en la vida de sus trabajadores. Como si el Fernando León guionista quisiera demostrarnos lo brillante que es a la hora de atar todos los cabos, sin espacios para la sorpresa y el pasote. El festival Bardem asegura en todo caso dos horas de diversión sin que la moralina se anteponga al entretenimiento. «Buscar el poder siempre es divertido de interpretar», asegura el actor, para el que habría que revisar la palabra éxito profesional. «A mí me gusta pensar que la gente es buena. El éxito también puede ser estar bien consigo mismo, sin hacer daño a nadie».
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