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'Balas vengadoras' ('I Shot Jesse James') supuso el debut como director de Samuel Fuller. Un western vigoroso y enérgico, que recreaba la mitología del antihéroe, una propuesta fatalista y triste con la que el director, tras una etapa como guionista consagrado, se abrió ... paso como director en 1949.
Samuel Fuller (Worcester, Massachusetts, 12 de agosto de 1912 – Los Angeles, 30 de octubre de 1997), el director que en las escenas de masas sustituía el grito de '¡acción!' por un disparo de rifle, encontró su primer trabajo en Nueva York a los 12 años como mensajero y vendedor de periódicos voceándolos por la calle. A los 17 años, se convirtió en un reportero criminal trabajando para el 'New York Graphic'. A partir de mediados de los años 1930, empezó a escribir novelas y guiones. Fuller también se convirtió en un escritor fantasma para el cine y en entrevistas posteriores nunca quiso desvelar qué guiones escribió anónimamente. 'Hats Off' (1936) fue el primer libreto que pudo firmar con su nombre.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Fuller se unió a la infantería del Ejército de los Estados Unidos. Participó en desembarcos en África, Sicilia y Normandía. También estuvo en Bélgica y Checoslovaquia. Por sus servicios, recibió la Estrella de Bronce, la Estrella de Plata y el Corazón Púrpura. Fuller usó aquella experiencia militar como material en sus filmes, especialmente en la película de 1980 'Uno Rojo, división de choque'.
Tras la guerra Fuller regresó a Hollywood a escribir guiones, pero siempre quiso ser director, y como en tantos otros casos, esperaba que surgiese la oportunidad de demostrar que podía y sabía dirigir una película. La ocasión se presentó cuando el productor Robert L. Lippert le pidió que escribiera tres guiones para su compañía. Fuller aceptó escribirlos si se le permitía dirigir, al menos uno, sin cargo alguno. Lippert aceptó y Fuller realizó su debut como director en 'Balas vengadoras' ('I Shot Jesse James') cobrando únicamente 5.000 dólares, el mínimo que exigía el sindicato de directores. Desde aquel primer momento, se convirtió en guionista de todas sus películas.
Fuller eligió para su debut tras la cámara una historia en torno al mítico bandido Jesse James. Pero a diferencia de tantos otros filmes que se centraron en su vida rodeándole de un aura mítica, Fuller elige contar la historia de su asesino, Bob Ford, bandolero de la cuadrilla de Jesse James que resulta herido durante un atraco a un banco, buscando reponerse en la casa del forajido en Missouri, aunque la esposa de Jesse, Zee, no confía en él. Con necesidad de dinero, Bob se entera de la recompensa de 10.000 dólares que se ofrece por Jesse, vivo o muerto. Traiciona a su amigo y dispara a Jesse en la espalda. Bob es indultado por el gobernador, pero recibe una recompensa de solo 500 dólares. Gasta el dinero en un anillo de compromiso para una actriz de la que está enamorado. Esta pide a Bob que recree en el escenario el tiroteo que acabó con Jesse James. El público lo abuchea y se burla en público por su cobarde acto.
Con protagonismo de Preston Foster, Barbara Britton y John Ireland, la filmación comienza el 25 de octubre de 1948 en los estudios de la Universal, en Hollywood. La película se estrena en San José, donde Bob Ford le disparó a Jesse James, en febrero de 1949 y es un éxito inmediato. Robert L. Lippert vendió los derechos internacionales de la película por 200.000 dólares y le reportó más de medio millón de dólares en ganancias, siendo la película que llevó su carrera a un nivel más preponderante en Hollywood.
Fuller ya hace gala aquí de las características de su cine que le consagraron como un grande de Hollywood: una narrativa directa y un impecable estilo visual fijándose antes en los perdedores y antihéroes, cuestionando el concepto de heroísmo, atacó el racismo histórico estadounidense y denunció la corrupción política con imágenes tan intensas como arrebatadas. Se supo mover con habilidad por los grandes estudios de Hollywood y sus películas sirvieron de inspiración para los cineastas franceses de la Nouvelle Vague. Sin embargo, su marcado sentido individualista provocó que al final de su vida Hollywood le cerrase las puertas. Trabajó como actor en Europa, en películas de Jean-Luc Godard o Wim Wenders y fue siempre fiel a su lema: «El cine es siempre acción y emoción».
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