Fue una de las sorpresas del pasado festival de Sitges. La cinta brasileña se ha estrenado en streaming directamente, ofreciendo al espectador sin prejuicios un festival de referencias que fusionan el cine de género con el social
A la espera de la apertura de las salas comerciales, una vez instaurada la nueva vieja normalidad, no queda otra que disfrutar del cine en streaming en las plataformas oportunas, salvo que exista cerca de nuestra localidad un bendito autocine. La convivencia entre los estrenos inéditos que ven la luz directamente online bajo demanda y el circuito de exhibición tradicional es ya un hecho inevitable. Es la hora de exprimir las ventajas de un equilibrio necesario en el negocio de la distribución audiovisual. Precisamente acaba de ponerse en marcha PlayPack / Sala Cero, multicine virtual vinculado a la distribuidora independiente #ConUnPack, o Spamflix, centrada en el celuloide de culto, mientras la Sala Virtual de Cine, el espacio creado en estas fechas por A Contracorriente Films, junto a un notable número de salas adheridas a la iniciativa, sigue apostando por esperados lanzamientos como la cinta brasileña 'Bacurau', una de las sorpresas de la pasada edición del festival de Sitges. Ganadora del Premio del Jurado en Cannes, apuesta por el cruce de géneros sin complejos en una batidora multirreferencial. Thriller, acción y ciencia-ficción se dan la mano con el cine social, como si Ken Loach se topase con John Carpenter.
En un momento en el cual se torna complicado celebrar un festival de cine al uso, hay que reivindicar el formato presencial más que nunca. Los eventos culturales permiten la divulgación de obras cuya distribución es complicada por su naturaleza alternativa, experimental o anti-comercial, a kilómetros de modas apabullantes y tendencias en auge entre el gran público por obra y gracia de las majors y su apisonadora promocional. 'Bacurau', escrita y dirigida por Kleber Mendonça Filho ('Doña Clara') y el debutante Juliano Dornelles, es un buen ejemplo. Hablamos de un título de una cinematografía poco conocida que, sin su presencia en certámenes especializados internacionales, no lo tendría fácil para destacar o simplemente darse a conocer entre el maremágnum de producciones que asaltan al espectador multipantalla. Se trata de un filme ambicioso, sin prejuicios, que baila entre el realismo mágico y la serie Z en algunos pasajes. Delirante por momentos, quiere abarcar demasiado y funciona mejor cuando se deja llevar por el costumbrismo, pero su sinceridad y olor a a western, con guiños a clásicos del fantástico, logra encandilar a la audiencia abierta de miras a base de giros inesperados y una narrativa inusual en su exposición, audaz y temeraria. En Sitges se llevó los galardones a mejor dirección, premio de la crítica y jurado joven.
'Bacurau' comienza con fuerza como una buena muestra de cine social para, a medida que avanza el metraje, apuntarse a otros géneros con una naturalidad pasmosa. Con Sonia Braga, Udo Kier y Bárbara Colen en el reparto principal propone una distopía perfectamente extrapolable a nuestros días, un retrofuturismo de presupuesto ajustado con mensaje. El pueblo de Bacurau, título del filme, llora la muerte de su matriarca, Carmelita, a los 94 años. Mientras una profunda pena embriaga a la comunidad, varios acontecimientos extraños siembran el desconcierto entre algunos lugareños que descubren una extraña conspiración cuyo objetivo es borrar la localidad de la Tierra con oscuros fines. Poco a poco se irá descubriendo el percal, nada halagüeño. Los pobres frente a los ricos. Eterna lucha. La película carga con voz crítica contra la actualidad social. Es una parábola excéntrica, con varias capas de lectura. Como ficción política alerta del la irrupción de la extrema derecha en el mapa geopolítico. Bolsonaro en la picota. Con semejante recado moral, es ineludible la representación de la violencia. Cine de entretenimiento, didáctico, irónico y espiritual.
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