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Miguel Ángel Vivas concibe sus películas como una experiencia en la que sumergir al espectador. El director de 'Secuestrados', 'Extinction' y 'Tu hijo' agarra al espectador por las solapas y lo zarandea en una montaña rusa pretendiendo dejarlo sin aliento. 'Asedio' no es una excepción. ... Estrenada en el pasado Festival de Málaga, la cinta nos mete en la piel de una agente de la Policía Nacional acostumbrada al mal trago de ejecutar lanzamientos de desahucios. Hasta que en uno de ellos, al arranque del filme, la tragedia (anunciada) aparece y la protagonista queda tocada.
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Iker Cortés
'Asedio' es la historia de una toma de conciencia, del nacimiento de algo parecido a la empatía entre un agresor en nombre de la ley y su víctima. Hasta llegar a ese momento, en frenética hora y media de metraje, Miguel Ángel Vivas nos introduce en una pesadilla que, como primero de sus hándicaps, tiene que bregar con el recuerdo de 'Antidisturbios', la poderosísima serie de Rodrigo Sorogoyen. El aliento lírico de algunas escenas a cuenta de los inmigrantes africanos tampoco termina de casar con el tono casi documental de la acción, que nos pega al cuerpo de esta policía en apuros con el punto de vista subjetivo de un videojuego.
Con una madre enferma de demencia y rodeada de compañeros machistas y corruptos, la protagonista pagará muy caro un momento de debilidad. Perseguida por los suyos, acuchillada como si fuera Jesucristo, experimentará un calvario en el que tendrá como inesperados cómplices a los migrantes que vino a desahuciar.
Vivas reconoce que 'Asedio' es «una carta de amor» a 'Asalto a la comisaría del distrito 13', la influyente cinta de John Carpenter. Transcurre casi a tiempo real, en interiores y en un único escenario, un bloque de pisos lleno de basura, grafitis y agujeros por las paredes para escapar cuando viene la pasma. Puede verse como cine social que adopta las formas del fantástico, incluido el terror cuando la antidisturbios aparece en un sótano-infierno habitado por sin papeles-zombis.
Vivas no siempre sale triunfante del manejo del tiempo y el espacio. A veces resulta difícil orientarse en el laberinto de habitaciones y escaleras. Su manejo de la acción, cámara en mano, brilla en la llegada de la furgoneta policial al edificio, donde los agentes son recibidos con el lanzamiento de todo tipo de objetos. Una suerte de desembarco de 'Salvar al soldado Ryan' con una inteligente utilización del sonido. Malhablados, desquiciados y políticamente incorrectos, estos policías resultan más verosímiles que otros episodios de la trama, que castiga con todo tipo de perrerías a la sufrida Natalia de Molina.
«Planteé 'Asedio' como una experiencia adrenalítica, un clímax de más de hora y media en el que será difícil pararse a tomar un respiro. La apuesta era hacer una película en la que nunca pudieses despegarte de la butaca», cuenta Miguel Ángel Vivas, al que le honra salirse de los cánones del modelo de thriller comercial que el cine español viene practicando en los últimos años. Sin embargo, el problema de 'Asedio' no es tanto su ambición sino su indefinición, entre el cine de acción, la reflexión social con (fácil) moraleja y la pesadilla kafkiana.
Un ejemplo: sabemos más de la protagonista escuchando 'Un ramito de violetas' de Cecilia junto a su madre que corriendo sin parar mientras se desangra tratando de huir de un laberinto de pobreza que tampoco resulta muy creíble. Eso sí, el inquietante Francisco Reyes ('¡García!') vuelve a demostrar, solo con la voz, que es el mejor villano actual del cine español con permiso de Luis Zahera.
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