Secciones
Servicios
Destacamos
Hace veinte años no caminábamos por las calles mirando absortos el móvil ni nos fabricábamos una nueva personalidad en las redes sociales. Internet no regía nuestras vidas. El 23 de junio de 1999, casi tres meses después de su estreno estadounidense, llegaba a los cines ... españoles 'Matrix'. La segunda película de los entonces hermanos Wachowski venía avalada por las sorprendentes recaudaciones en suelo yanqui y por la presencia al frente del reparto de Keanu Reeves, por entonces en la cima de su estrellato tras una década con pelotazos como 'Le llaman Bodhi', 'Speed' y el 'Drácula' de Coppola.
Nadie podía prever que aquella película influiría de manera trascendental a nivel estético y temático en el género de la ciencia ficción. 'Blade Runner' ya había anticipado en 1982 algunos de los presupuestos clave del movimiento cyberpunk, una especulación literaria inspirada en las ramas científicas que prometen al ser humano la opción de alterar y dirigir su propio proceso evolutivo: la manipulación genética, la inteligencia artificial, la biónica y la robótica.
Si el androide Roy Batty del filme de Ridley Scott llegaba a plantearse el sentido de su propia existencia, las máquinas de 'Matrix' iban un paso más allá. Habían subyugado a la especie humana y la mantienen dócil mediante un sofisticado programa informático que genera una realidad virtual. Si en otras películas que bebían del cyberpunk como 'Desafío total' o 'Días extraños' los recuerdos ajenos se implantan, en el inicio de la trilogía de los Wachowski los humanos no tienen conciencia de hallarse en un mundo fabricado por las máquinas.
El regreso a los cines de 'Matrix' en imagen 4K desde este viernes permitirá comprobar lo bien que ha envejecido una historia tan vieja como el Evangelio, en la que un salvador se sacrifica por todos nosotros. Keanu Reeves vive estos días una resurrección de su carrera gracias a la saga 'John Wick' (que bebe a espuertas de 'Matrix') y a una corriente de simpatía en las redes sociales. En el año 2.199 en el que transcurría 'Matrix' era Neo, programador informático de día y hacker de noche en la ciudad de Zion.
Cuando le reclutan unos rebeldes del ciberespacio comandados por Morfeo (Laurence Fishburne) experimentará una doble epifanía: el mundo como tal no existe y deberá aceptar su rol mesiánico y liberar a la humanidad de la esclavitud a la que ha sido sometida por las máquinas. Las hoy hermanas Wachowski habían velado sus armas en el cómic y escribieron argumentos para la Marvel. El grafista Jeff Darrow fue su guía al dibujar el storyboard de 'Matrix' escena a escena: 600 páginas que dejaron con la boca abierta a Lorenzo Di Bonaventura, mandamás de la Warner.
Las directoras aprovecharon los hallazgos visuales del cine de Hong Kong y el anime. Las alucinantes coreografías en las peleas dejaban en mantillas las técnicas de 'morphing' digital que habían sorprendido en 'Terminator II'. Una cámara que registraba 12.000 imágenes por segundo y la posibilidad de mezclar dos velocidades de grabación distintas en el mismo plano permitieron rodar las icónicas escenas 'bullet time', en las que Neo esquiva una lluvia de balas a cámara lenta.
Los actores desafiaban la ley de la gravedad gracias a cables elásticos manejados por técnicos chinos que después borraba el ordenador. La relación maestro-aprendiz y la cháchara zen también provenía del cine de artes marciales de Oriente. La narrativa cinematográfica bebía de los videojuegos, con escenarios que simulan contornos virtuales y luchas concebidas como etapas de un juego de consola, en los que se salta enseguida a otra pantalla. La estética de los personajes –gabardinas, gafas Ray-ban negras, la ropa de vinilo ajustada de Trinity (Carrie-Anne Moss)–, todavía sigue vigente.
Los omnipresentes teléfonos de los protagonistas, único vehículo de enganche del mundo virtual al real, son otra prueba del carácter visionario de una cinta que hoy forma parte de la cultura popular. 'Matrix' elevó al hacker al estatus de héroe y popularizó el lenguaje informático. El temor a las máquinas, la tecnofobia, domina un presente en el que los robots reemplazan a los humanos en el puesto de trabajo.
Somos esclavos que podemos elegir entre la píldora roja o azul, como en la célebre secuencia en la que Morfeo le ofrece a Neo la posibilidad de despertar. Hasta existe un movimiento 'Red Pill' (Píldora Roja) en oposición a los excesos de la ideología de género, una paradoja si tenemos en cuenta la reivindicación feminista que supuso el personaje de Trinity, que, lejos de ser la comparsa del protagonista, actuaba como su guía. Sin ella no existirían las heroínas de 'Aeon Flux', 'Underworld' y 'Resident Evil'.
Primero fue Larry el que inició la transformación hace quince años para convertirse en Lana Wachowski. En 2016, su hermano Andy también sorprendió al mundo al revelar que también era transgénero y que había completado la transición. Lana y Lilly Wachowski no han repetido un pelotazo como el de la trilogía 'Matrix' y en los últimos años han dirigido para Netflix la serie 'Sense 8', que presenta a un personaje transexual en el que muchos han visto apuntes autobiográficos de Lana.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.