!['Akelarre', un ritual a medias](https://s2.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/202010/01/media/cortadas/akelarre-k3HD-U120336666128JuD-624x385@RC.jpg)
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Se vende como un drama con un fuerte mensaje feminista, pero 'Akelarre', presente en la Sección Oficial del reciente Zinemaldia, se antoja, por momentos, una desdibujada fantasía masculina. Los terribles hechos narrados, expuestos con mano maniquea, ya gozaron de una versión de similar título, dirigida por Pedro Olea con Silvia Munt, José Luis López Vázquez, Patxi Bisquert e Iñaki Miramón. Merece la pena revisar, aprovechando la coyuntura, una propuesta con solera que pudo verse en el festival de Berlín en 1984, donde fue recibida como una apuesta valiente con algunos momentos de interés. Probablemente en aquella ocasión nadie habló de una posible lectura bajo una perspectiva de género pero los tiempos que corren animan a ello. Inspirada en un proceso judicial por brujería sucedido en el País Vasco en 1609, el último largometraje del cineasta argentino Pablo Agüero ('Eva no duerme') cuenta con una materia prima excepcional que no termina de cuajar por su atmósfera herida, a pesar de la notable belleza estética de algunas imágenes, gracias a la fotografía de Javier Aguirre. Rodada durante siete semanas en localizaciones de País Vasco, Navarra (Urbasa, Lesaka) e Iparralde (Lapurdi, Sara), el filme cuenta con un esfuerzo interpretativo sensacional y unos escenarios inconmensurables que empañan el exceso de primeros planos y la aberración de algunos encuadres mediante la utilización de angulares. Tras un inicio prometedor, con una ambientación adecuada que no se explota lo suficiente, la historia pierde el tono, llegando a convertirse en una comedia involuntaria en algunos pasajes. El trabajo de Álex Brendemühl como cruel alma inquisidora, defendiendo algunos diálogos imposibles, eleva algunas secuencias de difícil digestión. Un trabajo ejemplar, extensible al resto de compañeras de reparto.
Las jóvenes lugareñas acusadas de brujería brillan con luz propia, aportando algunos destellos de agradecida sororidad. Mención especial merece el actor argentino Daniel Fanego ('El Ángel'), en la piel de un escribiente miserable acechado por las dudas espirituales, y el vasco Asier Oruesagasti ('Goenkale'), cuyo talento es espectacular, interpretando con llamativo dramatismo a un cura que se debate entre auxiliar a las condenadas y el horror que le supone los cargos que se imputan a las vecinas del pueblo. Se rasga los hábitos con un rostro de dolor e incertidumbre que denota un talento desorbitado. 'Akelarre' goza de un marco incomparable y de un reparto entregado -Amaia Aberasturi, Garazi Urkola, Irati Saez de Urabain, Jone Laspiur, Lorea Ibarra, Jeanne Insausti, Yune Nogueiras, apunten los nombres-, pero falla la dirección, carente de seguridad, y un guión titubeante. No es perturbadora como 'The Witch' ni inquietante como 'The Lords of Salem'. Transita por una senda más realista, pero también realiza movimientos entre la materialidad y la imaginación, especialmente en su desenlace. Se muestra explícita en momentos morbosos innecesarios y se suelta en el aquelarre final, quizás demasiado tarde. La sugerente música de Aranzazu Calleja y Mursego, un tándem a tener en cuenta, nos introduce emocionalmente en algunos momentos climáticos que se cortan de cuajo. El ritual cinematográfico sufre intermitencias, se queda a medias, aunque acaba en alto. Es un quiero y no sé, un no puedo pero me gustaría. Ojalá el esfuerzo evidente del equipo se vea reflejado en la taquilla, hacen falta producciones con este semblante por estos pagos, aunque no sean redondas.
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