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El suceso real quedó inmortalizado por el pintor Théodore Géricault en 'La balsa de la medusa'. En 1816, 147 tripulantes de la fragata 'Alliance' de la Marina francesa fueron abandonados en una precaria balsa tras embarrancar el navío ante las costas de Senegal. Sin ... apenas comida ni agua y sometidos a la inclemencia del mar, los hombres fueron sucumbiendo al enfrentamiento y a la locura en un horror que se prolongó durante días. Agustí Villaronga (Palma de Mallorca, 1953) adapta la novela 'Océano mar', de Alessandro Baricco, en 'El vientre del mar', una película poética y simbólica que narra cómo de aquellos 147 náufragos solo sobrevivieron nueve, entre ellos un oficial médico implacable (Roger Casamajor) y un rebelde marinero raso (Oscar Kapoya).
El filme, que llega a las salas el 12 de noviembre, arrasó en el Festival de Málaga con seis premios, incluidos los de mejor película, guion y director. Asimismo es la única película española seleccionada para las candidaturas de los Premios del Cine Europeo. Villaronga atiende a EL CORREO por teléfono dado su delicado estado de salud: le detectaron un cáncer este verano y está en tratamiento. Rodada con escasísimo presupuesto y en absoluta libertad, 'El vientre del mar' llega justo después de 'Nacido rey', una superproducción de 20 millones de euros sobre el rey Faisal que el director mallorquín filmó en grandiosos escenarios del desierto de Arabia.
-La idea de 'El vientre del mar' surge durante el confinamiento.
-Veo el mar todos los días desde mi casa de Mallorca. Durante el confinamiento me animé a escribir, pero la historia no nació exactamente en aquellos días. Hacía muchos años que había leído el texto de Alessandro Baricco y lo había adaptado para el teatro. La historia se quedó en un cajón y durante el confinamiento me animé a convertirla en película.
-El peso teatral es evidente en el filme.
-Totalmente. Al pasar al cine intenté no ocultar ni el peso literario, con esa voz en off, ni la herencia teatral, que se nota especialmente en la puesta en escena. Se supone que toda la historia transcurre en el mar. Hay momentos en que la balsa está en el agua, pero en otros se nota que no. Es una historia revivida a través de un juicio, y esa convención teatral me permitía poder hacer la película. De otro modo, tendríamos que haber hecho como en 'Titanic' o en 'Moby Dick', y no teníamos presupuesto para ello.
-Ni se les pasó por la cabeza rodar en el mar.
-No. Rodamos dos días en el mar con media balsa rodeada de un equipo para poder controlar las corrientes, el viento… Es complicadísimo.
-¿Qué le atrapó del texto de Baricco?
-Te está contando algo muy dramático con un halo poético. Hubo 147 muertos en la balsa de La Medusa, la agonía de un naufragio con gente muriendo sin comida ni bebida, a merced de las tormentas. Terrible. Pero Baricco trasciende de todo eso y crea algo espiritual, como de la propia naturaleza, con el mar apoderándose de todo. Te hace pensar lo poco que somos las personas ante la naturaleza. Habla del enfrentamiento entre humanos por la supervivencia. Todavía me sigue impresionando.
-¿Usted navega?
-No, nunca he tenido barco. Pero conozco el mar, iba a pescar de niño con mi padrino y tenía muchos amigos con bote y velero. Pero no buceo ni soy regatista, ¿eh? No soy como el rey.
-El miedo nos convierte en animales, en una balsa a la deriva, en una guerra y en una pandemia.
-En esas circunstancia sale lo mejor y lo peor de las personas. Una balsa es una especie de ring, un espacio muy pequeño en el que cuanta menos gente haya, más posibilidades de sobrevivir tienes. Eso ocurre en muchas otras circunstancias.
-Es inevitable enlazar 'El vientre del mar' con las catástrofes migratorias actuales.
-Así es. Está hablando de algo que ocurre a diario en las costas del Mediterráneo, miles de muertos cada año. Hay un momento en la película en el que salen imágenes cedidas por Francesco Zizola, que trabajó con Open Arms para recordar ese presente. La película empieza como si fuera de época, pero hay un momento en el que ya no sabes muy bien en qué época estás por el vestuario. No quería dejarlo como algo que ocurrió hace doscientos años, sino que sigue pasando. Políticamente es algo muy complicado, no creo que con una película ayude mucho. Baricco va más allá del puro 'Informe semanal' y habla del conflicto humano.
-Su anterior película, 'Nacido rey', es la antítesis de esta.
-La vida es así. Me pensé mucho hacer 'Nacido rey', y no me arrepiento porque aprendí muchísimas cosas. La casualidad hace que lo próximo sea una película que no llega al medio millón de euros. Es poquísimo dinero. La hicimos en tres semanas con un equipo muy reducido. Ganas muy poco, de hecho, te arruinas. Pero trabajas con una libertad creativa enorme. Tengo todo el control sobre la película, no tengo que pasar por plataformas o televisiones. Nadie opina porque como es tan poca cosa… Es como tener el bolígrafo en la mano, la creatividad es directa. Lo que sientes y lo que escribes ahí está. Repetiría ahora mismo.
-Su cine se ha asociado siempre a la crueldad, a una cierta mirada oscura. ¿Esa mirada ha cambiado?
-Yo pienso que sí. El tiempo ha provocado un cambio. En casi todas mis películas hay una fascinación por el mal, a veces me puede. Pero ya no es así. Sigo mirando hacia el mal, es un lugar que me interesa, pero ya no me fascina. No hay morbosidad ni nada enfermizo. Es un pasado que forma parte de la vida humana, porque el hombre está rodeado del mal. Mirarlo ayuda a las personas.
-Los cines donde siempre hemos visto sus películas lo están pasando mal.
-Es muy triste. Yo creo que las salas de cine van a desaparecer. Hay que irse adaptando, las plataformas ya existían antes de la pandemia, pero en este último año y medio han ocupado mucho espacio de los cines. A ver lo que pasa. También cuando apareció el DVD parecía que nos moríamos todos y la cosa siguió. La necesidad de contar historias en imágenes no se va a perder, pero la manera de hacerlo sí. Lo triste no es que desaparezcan las salas, sino que las plataformas solo quieran ganar mucho dinero. Que pase como con televisiones como Telecinco, en las que la manera de conducir a la persona ante la información no es digamos... positiva. Es muy diferente cómo veíamos el cine antes y cómo lo hacemos ahora. La gente abandona las series al segundo capítulo, adelanta las películas y las ve a trozos… En eso soy nostálgico.
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