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Adam Sandler rompió todos los récords de los Razzie en 2012 cuando 'Jack y su gemela' obtuvo diez premios de los considerados los Anti-Oscar. Hasta Al Pacino consiguió la estatuilla a peor actor de reparto por hacer de sí mismo en aquella ... cinta del protagonista de chorradas disfrutables, como 'Little Nicky' y 'Zohan: licencia para peinar', cuyo febril ritmo de trabajo se traduce habitualmente en malas películas. Como 'Criminales en el mar', un flojísimo enredo con Jennifer Aniston que el año pasado vivió su semana de gloria al ser visto en tres días por 31 millones de suscriptores de Netflix y ofrecer de paso una imagen de España como un país de pandereta. Sandler tuvo el buen ojo de firmar en 2014 con la plataforma un lucrativo contrato por cinco películas y un monólogo cómico que han disfrutado de audiencias millonarias. Su productora, Happy Madison, acaba de renovar la alianza con Netflix por otros cuatro largometrajes, mientras Sandler demuestra en 'Diamantes en bruto' que también es capaz de actuar y de elegir muy de vez en cuando grandes proyectos.
Seríamos injustos si afirmáramos que 'Uncut Gems' es la primera interpretación de fuste del actor: ahí están en su abigarrada filmografía 'Hazme reír', de Judd Apatow, y 'Embriagado de amor', de Paul Thomas Anderson. Sin embargo, ninguna película le ha exigido tanto esfuerzo interpretativo como este adrenalítico thriller de los hermanos Ben y Joshua Safdie estrenado directamente en Netflix, en el que está presente en la totalidad de los planos. Su papel es el del propietario de una joyería en el 'distrito de los diamantes', en la calle 47 de Manhattan, donde existen cerca de 2.600 firmas y se comercializa el 90% de las piedras preciosas en Estados Unidos. Un negocio propiedad de judíos que conocen bien los Safdie por su padre, que trabajó en ese mismo ambiente durante años.
El protagonista está bien relacionado y conoce a la perfección su oficio. Lástima de su adicción al juego, que le lleva a fundirse cualquier ganancia en arriesgadísimas apuestas deportivas. En los primeros compases de 'Diamantes en bruto' viajamos a una mina en Etiopía, donde trabajadores locales explotados por jefes chinos horadan la roca en busca de piedras preciosas aunque perezcan en el intento. Un ópalo de aquellas minas será el 'macguffin' de una historia que prosigue introduciéndose literalmente en el cuerpo del personaje de Sandler, al que le están practicando una colonoscopia. Es decir, el travelling de los Safdie viaja de las interioridades de la gema… al culo de su propietario.
Este joyero mentiroso, adúltero y ambicioso tiene de clientes a nuevos ricos como el jugador de baloncesto Kevin Garnett, que se interpreta a sí mismo. También le pisan los talones los matones enviados por sus acreedores, así que toda la película consiste esencialmente en una huída hacia adelante con la esperanza de que una apuesta pague la deuda. Los directores de 'Good Time' parecen haber tomado como modelo cinematográfico el último tramo de 'Uno de los nuestros', en el que Scorsese ponía el turbo para comunicar la paranoia del mafioso encarnado por Ray Liotta, encocado hasta las cejas. Aquí a Sandler le basta con la droga del juego, mientras mantiene las apariencias de una vida familiar y utiliza de amante a una de sus empleadas.
A semejanza de la vida de su protagonista, 'Diamantes en bruto' no da un respiro ni tiene un solo momento de descanso. Este par de días en la existencia del joyero ludópata puede desquiciar al espectador no avisado, que experimentará algo parecido al ritmo vital de un cocainómano. «No he probado la cocaína, pero entiendo el símil. Parte de nuestro objetivo es llevar al espectador al límite de la resistencia física», reconoce Joshua Safdie. El caos y la ansiedad se transmiten viendo al protagonista corriendo de un sitio para otro o asistiendo a diálogos en el que varios personajes hablan a la vez, como en las películas corales de Robert Altman. La irritante y fascinante a la vez banda sonora de Daniel Lopatin a base de sintetizadores retro también contribuye a poner de los nervios.
'Diamantes en bruto' le ha reportado a Adam Sandler las mejores críticas de su carrera y hasta le ha convertido en icono de estilo, vestido con carísima pero hortera ropa de marca y joyería y gafas petulantes, como si se hubiera quedado anclado en los 90. Algunas voces han condenado que perpetúe el estereotipo del judío chanchullero y avaricioso, aunque los Safdie y el propio Sadler profesen esa religión. Frenética, narrada a contrarreloj, rebosante de energía, 'Uncut Gems' logra ese milagro del buen cine estadounidense de meternos en un mundo que nos es ajeno con verosimilitud y mostrarnos cómo funciona sin resultar didáctica. Muchos de los vendedores de diamantes que aparecen en el filme se interpretan a sí mismos y la relación entre judíos y afroamericanos en el mundillo de las apuestas deportivas desprende casi un aroma documental. El 'tempo' del desenlace, filmado casi en tiempo real, demuestra la maestría de los directores a la hora de administrar la tensión de esta fábula sobre el capitalismo que habrá encantado al Scorsese de 'Jo, que noche'.
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