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«Voy a los Oscar con mucha ilusión. No espero ganarlo. Ya me parece surrealista estar los dos nominados a la vez», dice con una serenidad pasmosa Penélope Cruz (Alcobendas, 47 años), candidata al galardón de mejor actriz por su papel en 'Madres paralelas', al ... igual que su marido Javier Bardem, en la categoría masculina, por 'Being the Ricardos'. «¡Qué fuerte eso!», replica a su lado Óscar Martínez (Buenos Aires, 72 años). «Es que me parece increíble -continúa la actriz-. Javier y yo nos repetimos que está pasando esto. Qué raro y qué especial es. Y no espero nada más. Si luego pasa, pues te llevas la gran sorpresa. No le doy menos importancia que la que tiene, porque la tiene, pero tampoco más», comenta.
Ambos actores, junto a Antonio Banderas (Málaga, 61 años), presentaban ayer 'Competencia oficial', la nueva película de Gastón Duprat y Mariano Cohn, que llega este viernes a la cartelera, un largometraje que casi podría decirse que cuenta dos historias que son la misma. Una, la principal, es la que retrata, con un humor ácido y descarnado, la trastienda de un oficio, el del cine, tan bonito y deslumbrante como lleno de egos, manías y rarezas. Buscando notoriedad, un empresario se lanza a rodar una película que deje huella. Para ello compra los derechos de una novela y contrata a la directora de culto Lola Cuevas (Cruz) y a dos reconocidos intérpretes: Félix Rodríguez, una estrella que ha triunfado en Hollywood al que da vida un colosal Banderas, e Iván Torres, un intérprete curtido en el teatro y maestro de actores encarnado en Martínez.
La otra, la secundaria, es la propia trama de la novela que se va desvelando al espectador mientras los actores y la directora se encuentran en plena preproducción preparando los personajes. Celos profesionales, envidias, egos desmedidos y métodos de trabajo enfrentados salen a relucir a lo largo de una película tan sencilla como divertida, en el que el gran peso descansa sobre los hombros de los actores.
Pero, ¿en serio es tan feroz la competencia como se pinta en la cinta? «Hay de todo», responde la actriz durante la maratoniana jornada de junkets y entrevistas. «Yo he tenido compañeros maravillosos, que se han quedado en mi vida para siempre. Y luego he visto gente más complicada, que trabaja sola, pero siempre hay que preguntarse qué hay detrás de un comportamiento así». Su personaje, de hecho, lleva al límite las pruebas a unos actores a punto de estallar. «Si me encontrara a alguien así, yo dejaría la película. Es una torturadora, es una enferma, disfruta viendo a la gente pasarlo mal, piensa que desde ahí puede surgir algo interesante en la creación, que nadie puede trabajar desde un sitio de armonía y eso lo lleva a todas las áreas de su vida», explica quien ha tomado elementos de varias personas con las que ha coincidido a lo largo de su carrera, tanto dentro como fuera del cine, para componer un personaje tan hilarante. «Nunca podría compartir sus nombres», dice entre risas.
Por mucho que la exageración envuelva la película, gran parte de lo que se cuenta es real. «Cuando leí el guion por primera vez, me reí mucho y estaba absolutamente predispuesto a trabajar desde el inicio», sostiene Banderas. La cosa se puso interesante cuando los directores se reunieron con los actores para trabajar durante un par de días. «Fuimos aportando cosas, experiencias vividas en primera persona o que habíamos oído. Hay un montón de cosas que hemos vivido que no se podrían contar, pero que son extraordinarias, pero nos hemos cortado», apunta divertido el malagueño.
Cabe preguntarles si para tener una carrera duradera, el ego tiene que salir de escena. «No necesariamente», contesta Martínez, «hay gente que tiene 70 años de profesión y está montada sobre su ego muy feliz, sin la menor contradicción. En una profesión como la nuestra si no tienes ego estás muerto, pero si no trasciendes el ego eres un pelele, un fantoche».
«Ese tipo de patología -reflexiona Banderas- se da más en los frustrados, que son los que más usan los egos. La gente que ha triunfado, se ha liberado de esas ansiedades y trabaja de una forma mucho más tranquila. Gente como Anthony Hopkins o Meryl Streep trabaja con un todo en la cabeza, teniendo claro que lo importante es el mensaje. Trabajan contigo no contra ti», asevera.
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