TODOS SOMOS ZURBARÁN

Un milagro que en el Legislativo riojano debe descartarse. Las sesiones plenarias siguen dominadas por esa rara sensación que trae la inminencia electoral, con sus señorías mirando el calendario temible que se avecina. Temible para sus ambiciones personales e inquietante también para el futuro de sus siglas, porque de un mapa político tan atomizado se extraen escasas certezas. La única verdad absoluta en este tiempo de mudanza parlamentaria es que todo es posible. Sus señorías se preparan para cualquier escenario, así en abril como en mayo. Dos convocatorias cruzadas y también endemoniadas, hacia donde apunta el orden del día de un pleno como el de ayer, donde hubo la habitual sesión de nigromancia.

Hubo magia, en efecto. Porque Ciudadanos protagonizó su enésima función de bipolaridad, como es propio en esta legislatura. A ratos criticaba al Gobierno y a ratos lo apoyaba, merced a su camaleónica capacidad para respaldar ahora las principales medidas contenidas en el mismo presupuesto que anteayer censuraba. Ale hop. Se beneficia la bancada naranja de que todo ya da un poco lo mismo. La capacidad del Parlamento para galvanizar la vida pública riojana ha ido menguando en la misma proporción que los escaños de Ciudadanos. Donde deberían tomar nota: puede ocurrir que se apruebe una ley entre estos muros que luego el Gobierno que debe ejecutarla, lejos de cumplir con el mandato legislativo, decida llevarla al Constitucional.

Sí, todo es posible en esta vida. Incluso que un día se nos quede la misma mirada de este San Francisco a quien Zurbarán retrató alejándose del estilo tenebroso que le concedió justa fama, cuando en el otoño de sus días decidió llenar de luz su obra. Justo lo contrario de cuanto ocurre en el Parlamento de La Rioja. De la luz del 2015 se ha pasado a su envés. Hoy es un cuarto oscuro y mortecino, donde no falta sin embargo el buen humor propio de quienes se ríen con sus cosas en medio del temporal, ajenos a lo que ocurra ahí afuera. Cae el turismo en La Rioja mientras sube en España pero aquí hacemos chistes sobre la cantante Malú. O para regresar al futuro. A bordo de un DeLorean, que según se pudo deducir ayer en otra humorada en realidad nos devuelve al franquismo, Vox no lo quiera. Un pasado tan tenebroso, nunca tan luminoso ni tan moderno como Zurbarán. Ni tan contemporáneo como el Bajo Imperio romano cuya decadencia recordó el consejero Galiana en un agradecido ataque de erudición que tuvo como virtud adicional, y tal vez no pretendida, retratar como un nuevo Zurbarán nuestros mejorables días.