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La Delegación del Gobierno ha informado de que los beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital «son ya 11.829 personas en La Rioja». El «ya» hace ... daño en los ojos, es como tener arena en la lentilla, una cosa insoportable porque rubrica con naturalidad absurda el avance de la cultura de la subvención clientelar frente a la del empleo y la creación de riqueza. Se felicitan y salen en rueda de prensa alardeando de estas cosas porque saben que ahora da todo igual, como cuando Yolanda Díaz compareció eufórica en plena pandemia para decir que se habían pagado 5.197 millones en prestaciones de desempleo. Es una cifra «histórica», escribió con mucho orgullo en su perfil de Twitter.
Ahora la ministra de Hacienda ha dicho muy apasionadamente que los jubilados españoles no quieren sus pensiones para ellos, que son para ayudar a la familia. Aunque lo hizo de manera involuntaria hay que darle las gracias por reconocer la fantasía insostenible de la economía española, una pirámide invertida de pensiones altas y sueldos bajos. Busqué en YouTube el acto del PSOE en Osuna y me lo vi casi entero porque quise comprobar si la ocurrencia había provocado aplausos, pero no; cuando María Jesús Montero lanzó al aire el disparate el público que la acompañaba en el escenario no reaccionó, siguieron todos con esas caras indescifrables que a veces tienen los figurantes de mitin como si en el fondo estuvieran resolviendo raíces cuadradas.
Hay que tener un gran sentido del espectáculo para salir al atril y decir esta clase de cosas mientras sucede el desastre, un poco como lo de Patxi Alonso cuando Lopetegui se desmayó en pleno directo y Alonso miró a cámara para dejar esa frase inolvidable que todavía resuena como las sirenas bulliciosas de los autos de choque: «Esto es la Sexta en directo ¿no queríais sorpresas? ¡nos vamos a publicidad!». Después de lo de María Jesús Montero no sonaron las sirenas pero me pareció escuchar al fantasma de Rajoy con otra de esas frases suyas con las que habría que hacer tazas y llaveros: «¿Veis lo que os decía yo? que cuanto peor, mejor… no sé que… ya tal».
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