La inflación de la eurozona subió en julio hasta el 2,2%, tres décimas porcentuales más que la del mes anterior. Es la tasa de inflación más alta de los últimos tres años y supera el objetivo marcado por el Banco Central Europeo del 2%. ... En el caso de España, la tasa de inflación armonizada en julio fue del 2,9%, cuatro décimas más que en junio, lo que amplía a 0,7 puntos porcentuales el diferencial de precios desfavorable a nuestro país respecto de la zona euro. La energía fue el componente que más contribuyó a la subida del índice de precios. En concreto, registró una subida interanual del 14,3%, frente al 1,9% que se encarecieron los alimentos después de haber bajado un 0,3% durante el mes anterior. Por su parte, los servicios subieron una media del 0,9%, dos décimas más que en junio, mientras que los bienes industriales no energéticos se encarecieron un 0,7% en julio, medio punto porcentual menos que en junio.

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El BCE acababa de revisar al alza el objetivo de inflación, que ha quedado por ahora en el 2% y no, como antes, en una cifra inferior pero próxima al 2%; además, previendo las tensiones inflacionistas que fácilmente se derivarán de las fuertes inversiones que se producirán en el proceso de recuperación, el supervisor no considera necesario intervenir para corregir unos precios que, según los analistas, sufrirán un tirón transitorio pero no se desbordarán. En definitiva, se confía en que la economía se enfriará espontáneamente desde principios de 2022 en cuanto la energía aterrice y siempre que la inflación subyacente se mantenga controlada.

Una inflación demasiado baja no ayuda a estimular el crecimiento, pero el tratamiento de la deuda, que se ha disparado en varios países –España entre ellos– a causa de la pandemia, exige precios estables y tipos de interés cercanos a cero si no se quiere provocar un desequilibrio mayor en las cuentas. Por ello, es poco comprensible que los grandes actores económicos, como la UE, no protesten enfáticamente ante el oligopolio de los productores de petróleo y de gas que encarecen artificialmente los precios. La subida del precio de la electricidad, que ha descabalado las economías occidentales y ha puesto a los países no productores en un verdadero aprieto, no tiene otro origen, y ya sería hora de que la UE hiciera valer su capacidad de producción de energías renovables para combatir los abusos de la OPEP y otros proveedores.

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