UNA VUELTA DE CALCETÍN
Como el jueves ·
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Cuarenta y ocho horas después de consumada la debacle que ha arrastrado al Partido Popular a sus peores resultados históricos en La Rioja, toda la autocrítica que se ha dejado oír por boca de un portavoz popular ha sido tan limitada que apenas ha reconocido ... lo evidente: los resultados han sido malos para el PP. Lo dijo la misma noche del domingo el presidente del partido, José Ignacio Ceniceros, y lo repicó el lunes su coordinador, Diego Bengoa. Quien capitaneó la lista del desastre, Cuca Gamarra, tiró de aquello de la división del centro derecha y dicho esto se marchó a Madrid a poner su experiencia al servicio de la coordinación de las próximas elecciones. Se trata, en cualquier caso, de una lectura que de tan complaciente y naif se antoja sólo una pose para camuflar la verdadera trascendencia y gravedad que para el PP tiene un desenlace electoral que ha dado una vuelta de calcetín a la realidad política de la región.
En efecto, la noche del domingo ofreció un recuento nefasto para los intereses del PP. Pero no sólo eso. Además de un duro escrutinio que rompió récords de décadas de incuestionable hegemonía popular, enfrentó al PP y a sus dirigentes a su nueva realidad. El PP que Pablo Casado ha virado a la derecha de la derecha ha terminado de noquear al PP riojano que se pretendía moderado y dialogante desde que Ceniceros se airease vencedor en el duelo fratricida de Riojafórum. Y, o bien a los potenciales votantes populares no les convenció la deriva del primero o bien no han terminado de digerir el talante que ha pretendido el segundo. Sea por una razón o la otra, el resultado ha provocado al PP una hemorragia de algo más de 25.000 votos sobre las elecciones generales de 2016, una barbaridad de papeletas de las que se han beneficiado la ultraderecha de Vox (16.000 votos) y, en menor medida, el eje más moderado del centro derecha, Ciudadanos (8.000). La indefinición es lo que tiene y entre el original y la copia, ya es sabido, el elector opta siempre por el primero.
Pero debe ser el propio PP regional el que se someta al diván de la autocrítica para interpretar lo que ya no son encuestas sino realidades tangibles. Y no debería remolonear, pues en un mes se asoma una convocatoria local y autonómica (además de la europea) cuyos resultados se le presentan más inciertos que nunca al haber evidenciado el domingo que el 'factor gobierno' -ese plus del que disfruta en cualquier cita electoral el partido que ocupa las instituciones- lo tiene exangüe.
Aunque la trasposición de los resultados del domingo al 26M solo es una perversidad periodística, no deja de ser también un tentador recurso para determinar tendencias. Tendencias que no benefician al PP pero que, paradójicamente, mantienen incólume la fortaleza y hegemonía en la región del bloque de la derecha. Solo que ahora éste se ha fragmentado en la centroderecha más la derecha más la ultraderecha. Un fenómeno que sufre la izquierda desde hace algunos años y que ha venido para quedarse y condicionar el futuro político a ambos lados del paisaje.
Escribía del 26M desde el 28A. En plena euforia, el PSOE riojano ve hoy posible, y hasta cercano, un triunfo para el que, no obstante, necesita mantener la movilización de la que sus votantes hicieron alarde el domingo. E incluso en ese caso, nada le certifica que la victoria le garantice volver a controlar, pactos mediante, el que puede ser el Parlamento regional más fraccionado de la historia.
Claro que también sería arriesgado apostar a que la alternativa estará en la suma de escaños del otro lado del centro. La sola posibilidad matemática de planteárselo exigiría tener en cuenta variables tan insoslayables como la natural desmovilización de los votantes populares por los resultados del domingo, tan incontrolables como que el efecto Vox no se desinfle (e impida a la formación ultra irrumpir en la Cámara autonómica) y, last but not least, tan estratégicas como que Ciudadanos acepte un 'acuerdo a la andaluza' y se avenga a gobernar con el PP, el mismo que ya es el objetivo naranja a desbancar como referente de la oposición así en España como en La Rioja.
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