El virus de la solidaridad
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La reacción ciudadana y de las empresas para combatir el coronavirus retrata un país del que sentirse orgullososEl 'shock' causado por la crisis del coronavirus ha sometido a la ciudadanía a una prueba de estrés desconocida desde hace décadas, en la que al comprensible temor por la avalancha de muertos e infectados se suma el confinamiento y un brusco cambio en los ... hábitos sociales. Como suele suceder en las grandes catástrofes –y esta epidemia lo es, sin duda, por el elevadísimo número de víctimas y el duro golpe que supondrá para la economía–, en medio del drama relucen los valores que confieren a los seres humanos su auténtica dimensión de tales. La ola de solidaridad que ha desatado esta mayúscula emergencia ha sacado a la luz lo mejor de nuestra sociedad. Aparte del valeroso sacrificio de los sanitarios, justamente recompensados cada noche con aplausos y muestras de cariño, las iniciativas de voluntariado a las que se han incorporado miles de personas para ayudar a quienes lo precisen o las redes de apoyo vecinal creadas para facilitar la cuarentena a mayores dibujan un país del que sentirse orgullosos. También el arrojo y la vocación de servicio con la que profesionales de sectores esenciales para cubrir las necesidades básicas de la población –desde el comercio de alimentación a las farmacias o el transporte– permanecen en primera línea para cumplir su cometido y asumen los potenciales riesgos que ello implica para su salud y la de sus familias.
El virus que tanto drama y destrucción ha generado ha traído consigo otro virus solidario, también contagioso, que se extiende conforme lo hace el COVID-19. Algunas de las principales empresas del país han dado ejemplo de compromiso al donar cuantiosas sumas de dinero, materiales o destinar una parte de su capacidad productiva y logística al servicio de la lucha contra el patógeno. Esa contribución refleja hasta qué punto las compañías han asumido la responsabilidad social como una obligación propia y un elemento más de su gestión, incluso en coyunturas tan adversas como la presente, con un horizonte extremadamente sombrío para sus negocios. Aun cuando tenga un componente de marketing que no es posible obviar, ese esfuerzo debe ser reconocido como merece.
El conjunto de la población tiene en su mano una poderosa herramienta de solidaridad, imprescindible para superar la crisis: cumplir de forma escrupulosa las recomendaciones de las autoridades sanitarias para no contagiarse ni contagiar a los demás.
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