Está terminando Fitur y después de tres días de encuentros con profesionales, que han sido muy intensos, y de la locura que es el Fitur ... de público general, déjame que comparta contigo algunas reflexiones.
Allá por el cambio de siglo (qué lejos suena) aterricé en La Rioja por primera vez. No recuerdo muy bien qué año fue exactamente. Vivía en Munich, trabajaba en la Oficina Española de Turismo y mis amigos alemanes llegaban a la treintena y empezaban a interesarse por el vino. Nos cogimos el coche y cruzamos Francia para venir, específicamente, a La Rioja, por sus vinos. Nos sorprendió todo lo demás. Lo disfrutamos. Regresamos a casa. Lo contamos. Lo contamos mucho.
Pocos años después (cosas de la vida) en 2004, me vine a trabajar en la promoción turística de La Rioja. No hay en realidad ninguna relación entre lo primero y lo segundo, salvo explicar qué me unía a La Rioja antes de aterrizar aquí y decidir quedarme.
Hoy me une mucho más. Cuando me preguntan de dónde soy, necesito explicarme. Necesito contar que mi madre es de El Salvador, mi padre canario, nací y crecí en Madrid, viví en Alemania y Fuerteventura. Pero que, si me dejan, querría ser riojana. La calidad de vida de La Rioja no es algo que podamos dar por garantizado. No sucede tampoco por casualidad; es la suma de muchos factores: de una tierra, de un clima, de unas costumbres, de una forma de tratarse.
Por eso, precisamente, soy consciente del reto que tengo por delante. Y de la responsabilidad: cuidar todo eso que me gusta tanto, potenciarlo y mostrarlo sin que se convierta en una caricatura de sí mismo, sin que los que ya vivimos aquí acabemos sintiéndonos molestos por quienes nos visitan.
Y sueño con una Rioja en la que los pueblos permanezcan vivos, con gente joven apostando por ellos, con un Logroño dinámico, con propuestas culturales en todas partes, para todos, con una oferta enogastrónomica y de ocio de calidad a precios razonables. Con una Rioja en la que progresen las empresas y quienes trabajan el campo y nos dé para que todos podamos seguir disfrutándolo.
No perderé eso de vista. No perderé de vista que estamos para construir y dar valor a La Rioja y a su gente. Eso estará siempre en el centro de la gestión. Porque sí, hay que hablar de gestión. No podemos dejar que las cosas sucedan, sino que debemos hacerlas suceder. Y eso es precisamente lo que vamos a hacer desde el Gobierno con el turismo de La Rioja.
Gestionar significa no solo tomar decisiones. Lamentablemente, también significa renunciar. Cualquiera que gestiona algo, cualquier cosa, aunque sea el presupuesto de casa, sabe que no le da para todo, que tiene que renunciar a cosas, en algunos casos tendrá incluso que ir ahorrando poco a poco para permitirse otras. Y eso es también gestionar el presupuesto público. En este caso el de turismo. Así que, sí, desde el Gobierno regional también tenemos que renunciar y priorizar.
Y gestionar también es soñar, y anticiparse. Sueño con una Rioja en la que el turismo sea un elemento enriquecedor del territorio. Porque el turismo genera riqueza, sí. No solo la económica, con el gasto que hacen los turistas, también la cultural. Genera innovación, progreso... Porque a veces la cultura que se crea para el turismo, y que como ciudadanos podemos disfrutar, no existiría si no hubiera turistas que pagaran por ella. Pero es que el turismo también genera innovación y nos obliga a hacer inversiones de las que luego disfrutamos todos. Y también, porque nos enfrenta a cómo viven quienes nos visitan y a cuestionarnos cómo hacen ellos las cosas y a pensar si las queremos hacer así o no. Y crea avance porque nos obliga a estar más cualificados, más despiertos, a ser más inquietos para atender a quien viene de fuera con otras miradas y eso luego penetra en nuestro tejido empresarial.
Pero el turismo que enriquece no solo da, también exige. Exige de una profesionalidad, de una atención, de un servicio. El turismo que enriquece nos demanda decisión, una apuesta firme por él. Las buenas relaciones son siempre una firme declaración de amor. No valen las medias tintas. Nos exige poner de nuestra parte, ser decididos: mejorar en idiomas, en servicio, en atención, en información, en instalaciones. Nos demanda estar dispuestos a invertir, no solo dinero, sino nuestro tiempo para una mejor formación, nuestra curiosidad, nuestros miedos incluso para estar preparados para los retos que vienen, para lo que los turistas del futuro nos van a demandar.
Yo te voy a pedir, sí, también a ti, aunque me leas y pienses que no tienes nada que ver con el turismo. Te voy a pedir que, si de verdad quieres apostar por un turismo que enriquezca La Rioja, me acompañes en este reto que solo se puede conseguir entre todos.
Si me dejas, quiero ser riojana, y seguir presumiendo de la calidad de vida que tenemos mientras atraemos a un turista que sume. Quiero que sigan disfrutando quienes vienen a La Rioja, quiero que disfruten para que se vayan y lo cuenten, y lo cuenten mucho.
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