Lo malo de que los jefes de PSOE y PP se arremanguen sin pudor para echarse al barro de la zafiedad no es lo que se manchan, sino lo que salpican. Uno, la cara de la oposición, ha tomado la linde de la exageración hasta ... el exceso y el rollo de la repetición del mantra ofensivo a ver si cala. De la escuela del «váyase, señor González» pero sin aquella originalidad ni el tono aznariego. El otro, el presidente, se pierde en un extremado histrionismo de academia barata para convencer de que las diferencias de su socialdemocracia europea con el neoliberalismo popular están a la altura de las exigencias de sus socios de Gobierno. Y en esos empeños, diferentes pero con el mismo fin, pierden la compostura y se dicen cosas más propias de 'cuñaos' dipsómanos en Nochebuena que de un Parlamento. El 'y tú más' cansa y salpica mal rollo. Y así anda la calle. Unos pasan. Otros viven con cara de haber bebido vinagre de cooperativa. Y a los causantes, a ambos, se les acaba la linde mientras ellos siguen y siguen, como el conejito del anuncio.
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